Atardeceres especiales

 

Esta isla del archipiélago canario ofrece numerosos lugares especiales desde donde contemplar el atardecer. Uno de ellos es Vilaflor, el municipio más alto de España. Situado a más de 1.400 metros sobre el nivel del mar, llaman la atención sus pinares y almendros. En el mirador de Pino Gordo nos espera una increíble vista del valle de La Orotava, entre el mar de nubes.

 

Otra opción es, cómo no, el Teide. En la cima, a la que se accede en funicular o a pie, el paisaje parece propio de una película. Si el día está despejado podremos ver otras islas... y tener la sensación de estar rozando el cielo.

 

 

 

 

 

 

Esta zona costera gallega posee un halo misterioso que hechiza a todo el que la visita. Sin duda, un lugar perfecto para contemplar las estrellas... y los atardeceres: el sol se oculta en las aguas del Atlántico y marcha rumbo a las antiguas Indias Occidentales.

 

Un escalofrío nos recorre la espalda, y nos inunda la sensación de pequeñez ante semejante espectáculo.

 

 

 

 

 

 

Madrigal de las Altas Torres tiene fama por ser el pueblo donde nació Isabel la Católica. Algunos turistas lo consideran un pueblo de paso, y no se han planteado nunca el atractivo que esconde. Seguro que, después de estas líneas, cambian su opinión.

 

El atardecer que se contempla desde el monte donde se encuentra la iglesia de Santa María del Castillo constituye una de las mejores vistas de la comarca, conocida como la Moraña.

 

Son éstas tierras altas, en el norte de Ávila. De ahí que las siluetas de los veintitrés torreones mudéjares que decoran la muralla de Madrigal destaquen cual centinelas del entorno. A sus pies, la austera Castilla, con sus extensos campos de cereales.

 

 

 

 

 

 

 

 

En la capital hay numerosos lugares donde los atardeceres tienen un encanto especial.

 

Uno de ellos es la Casa de Campo, el pulmón verde de la ciudad. Creada en 1560 por Felipe II como sitio de caza, en 1931 pasó a ser de dominio público. Uno de sus atractivos es el lago artificial, desde donde se divisa una de las mejores panorámicas de Madrid.

 

El Palacio Real también otro escenario ideal para asistir a ocasos inolvidables. Desde sus jardines, el Campo del Moro, todo adquiere un tono especial. También podemos acercarnos a la Plaza de Oriente. Entre esculturas de reyes, el sol filtrará sus rayos lentamente.

 

 

 

 

 

 

Salamanca, al atardecer, adquiere unos tonos anaranjados que la convierten en un verdadero tesoro. Este color tan característico de los monumentos de Salamanca proviene de su piedra –de Villamayor–, que contiene grandes cantidades de hierro.

 

Es difícil elegir un lugar desde donde el atardecer sea algo especial, porque el casco histórico es en sí mismo es un escenario perfecto. Pero, ya que tenemos que hacerlo, nos acercaremos al Puente Romano.