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SOL Y PLAYA DE MUCHO NIVEL, MARIBEL

Adiós al quevasé

El fin de semana pasado estuve en uno de los majestuosos resorts que Polaris World tiene a lo largo de la costa murciana. Me pulí casi toda la paga extra para contribuir al desarrollo turístico y económico de España, que es lo que hacemos las personas con conciencia cívica de verdad.

El fin de semana pasado estuve en uno de los majestuosos resorts que Polaris World tiene a lo largo de la costa murciana. Me pulí casi toda la paga extra para contribuir al desarrollo turístico y económico de España, que es lo que hacemos las personas con conciencia cívica de verdad.
Vista parcial del Intercontinental Mar Menor Golf Resort.
Hasta ese momento pensaba que la mayor, si no la única, contribución del conglomerado de empresas de Polaris World a las regiones en que tiene sus negocios era de carácter económico. No cabe duda de que el motor de desarrollo de las regiones que reúnen condiciones favorables para el turismo es, precisamente, fomentar éste. Y ello a pesar de las legiones de depredadores de las clases medias que preferirían que los secarrales yermos que afean nuestras provincias continuaran siendo el hábitat incólume de todo tipo de bichejos absurdos, con los que jamás han tenido un gesto de cariño.
 
Son los que, ante la oportunidad de que un labriego que se ha pasado toda la vida quemándose al sol intentando arañar unas perras a su trozo de secano haga el negocio de su vida y pueda dedicarse, como ellos, a la vida contemplativa, vociferan para impedirlo: "¡Murcia [pongan ustedes cualquier otro lugar] no se vende". Funcionarios y otras gentes improductivas que quieren que el campesino siga deslomándose en ese terreno porque, si alguna vez se les ocurre pasar por allí con su coche último modelo camino de sus bien merecidas vacaciones, les gusta disfrutar del paisaje costumbrista del paisano arrancando las lechugas que luego ellos no compran, porque prefieren ir a las grandes superficies, que tienen aire acondicionado.
 
Pero con ser evidente el carácter fundamental de la industria turística para las regiones que apenas cuentan con otro recurso para su desarrollo, la contribución más importante de las empresas tipo Polaris World es la de dignificar el negocio turístico en las zonas tradicionalmente destinadas al sol y playa. Que está muy bien, oiga, pero cuando una región quiere despegar en el ránking de cotización del mercado turístico internacional tiene que ofrecer algo más. Y ese algo lo está ofreciendo Polaris World en Murcia.
 
Su aportación más importante es, por tanto, de orden estético. Acostumbrados al quevasé, fórmula universal con que los camareros de las freidurías playeras disimuladas de restaurante agreden al comensal nada más sentarse a la mesa, a uno le sorprende que le traten como a un señor en un establecimiento hotelero cercano al mar.
 
En el restaurante de tropecientos tenedores del complejo hotelero en el que estuve con la familia los camareros no sólo prescinden de la fórmula maldita, sino que, además, en la sala hablan entre ellos en susurros, para no molestar la conversación de los señores clientes. Hasta evitan cualquier familiaridad innecesaria con la clientela, aunque la vean tres veces al día a las horas de la manduca. Y eso está muy bien, porque le hace sentirse a uno como un señor. Pobre, pero un señor.
 
En estos sitios no te "prohíben", sino que te recomiendan muy amablemente evitar ciertas actitudes, por tu propio bien; otra muestra de que la empresa sabe que trata con personas educadas, a las que no hay que ofender innecesariamente con cartelones rojos.
 
Basta con sugerir determinadas conductas en sitios concretos para que los señores clientes las sigamos con total normalidad. Por ejemplo, te sugieren (y sólo si lo preguntas) que no fumes en el solarium de la piscina. Pero si al cabo de una hora de luchar con los niños para que no lastimen a los bañistas con sus violentos juegos infantiles no tienes más remedio que encenderte un pitillo (en mi caso, tabaco picado de Virginia liado por mí mismo con papel de arroz y boquilla de usar y tirar), enseguida aparece un camarero sonriente que, con gran amabilidad, te deja un cenicero junto a la hamaca. En ese momento te acuerdas de la ministra Rottenmeier y de su sucesor, el postulante de la causa para la beatificación laica de ZP, y seguramente es el mejor cigarro que te fumas en todo el verano. O sea, la leche.
 
Los complejos hoteleros de lujo que por fin están apareciendo en la costa levantina son, por tanto, un factor de civilización muy necesario. Ojalá sus dueños ganen mucho dinero y traigan muchos ingleses, noruegos, suecos, finlandeses, daneses y alemanes a jugar al golf. Es posible que algún día deje de parecerme un deporte de mariconas y hasta yo me anime a dar unas bolas desde el tee.
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