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Federico Jiménez Losantos

Zapatero en Bolivia o la diplomacia enmascarada de Falconetti y Pablenin

Bajo el Gobierno en disfunciones de Sánchez y antes de que Podemos haya llegado al Poder, España actúa ya como un régimen bolivariano más.

Bajo el Gobierno en disfunciones de Sánchez y antes de que Podemos haya llegado al Poder, España actúa ya como un régimen bolivariano más.
Pedro Sánchez y José Luis Rodríguez Zapatero. | Archivo

Aunque se convirtiera rápidamente en tonting topic mundial, no está probado que Zapatero fuera uno de los agentes españoles enmascarados que, tras los diplocamaradas Borreguero y Álvarez, trataron de entrar en la casa de la embajadora de Méjico en La Paz, presuntamente para sacar del país a Juan Ramón Quintana, uno de los ministros de Evo Morales que son acusados de terrorismo y narcotráfico por el gobierno legítimo de Bolivia. La identidad fue detallada, tal vez sin querer, por El País, diario golpista del Ibex-35, en una liosa noticia sobre el asunto cuya evidente intención era encubrir el delito, impedido por el vecindario del diplo-zulo de AMLO. Son las siglas del hoy presidente, anteayer López Cobrador, cuando, en México DF, parecía tener el favor del narco. Búsquese en You Tube el soberbio film El conejo en la luna, cuyo director tuvo que huir de México y en el que aparece el presunto cobrador trincando, en metálico y en su despacho.

La INI (Izquierda Narcotraficante Internacional)

Estamos ante la izquierda narcotraficante en pleno: el triángulo La Habana-Caracas-FARC, el cocalero golpista Morales, las conexiones narco-bolivarianas en el Méjico de Andrés Manuel López Obrador, y la diplomacia paralela española cuya cabeza visible es Rodríguez Zapatero. Al fondo, como ha denunciado Santiago Abascal, el Foro de Sao Paulo, la Komintern del Socialismo del siglo XXI, que, con Rusia y China detrás, está desestabilizando violentamente las democracias iberoamericanas. El incidente de La Paz es cualquier cosa menos esperpéntico. Demuestra que, bajo el Gobierno en disfunciones de Sánchez y antes de que Podemos haya llegado al Poder, España actúa ya como un régimen bolivariano más.

Dos personajes, Zapatero y Garzón, nos hacen temer que este es sólo el primero de los incidentes por venir en la diplomacia española. Un país de la UE es perfecto para el mercadeo político-delictivo que va a caracterizar la actuación de la INI con Castro, Maduro y Kirchner como cabezas de un movimiento continental cuyas bases teóricas puso Carlos Ledher, socio de Pablo Escobar que defendía la entrada de cocaína en los USA como parte de la lucha antiimperialista. Corrompida su juventud, sería fácil su derrota.

Las cloacas que mandan en el Estado

Teóricamente, un Estado de Derecho y miembro de la UE no podría nunca convertirse en plataforma de este narcoimperio antioccidental. Sin embargo, basta escuchar la terrorífica grabación de Villarejo al Presidium de las cloacas judiciales y policiales –Garzón, Dolores Delgado, El Gordo, el propio Villarejo- para comprobar que en España opera desde hace años una especie de micro-Estado delictivo dentro del Estado, que se ha forrado en la seguridad privada de las grandes empresas del IBEX-35 (repito: base financiera de El País) gracias al respaldo del Gobierno, del PP o del PSOE.

Los casos de espionaje entre grandes bancos y empresas españolas, que acaban de empezar, tienen un claro antecedente: el espionaje a Pizarro en Endesa por Villarejo, que dijo actuar "en nombre del CNI", pero acabó en los tribunales y el CNI fue condenado. En realidad, Villarejo y demás hacían trabajitos para el Gobierno, el Partido o el Ministerio del Interior. Y cuando espiaban a particulares por cuenta de particulares y los pillaban, se remitían a esos políticos que les habían encargado espiar a otros políticos. Daba igual Rubalcaba ("lo sé todo de todos") que Fernández Díaz.

El poder de esas cloacas policial-judiciales se ha multiplicado hasta extremos difíciles de precisar, nunca de menospreciar, después de que uno de sus miembros, el pro-batasuno De Prada, entrañable amigo de Garzón, proporcionara la excusa técnica -una sentencia manipulada- para la moción que defenestró a Rajoy. El premio fue el Ministerio de Justicia para Dolores Delgado, la entrañable de Garzón, cuyo mérito para ocuparlo es nulo. Pero si uno de los comisarios entrañables de Villarejo llegó a alquilar el aeropuerto de Barajas a Gao Ping y otros hampones, ¿qué no harán con este Gobierno en funciones, cuya única función es quedarse en la Moncloa?

Garzón es también entrañable de Cristina Kirchner y, desde el Caso Pinochet, el ídolo de la extrema izquierda político-judicial iberoamericana; Zapatero, embajador oficioso internacional del narco-régimen de Caracas; y hay un tercer personaje con los mejores contactos con el narcorrégimen venezolano y sus aliados bolivianos o argentinos: Juan Carlos Monedero. El hombre de las finanzas de Podemos, que trajo a España al que era jefe de gabinete de Pablo Iglesias y ha ascendido a ministro de Educación peronista, fue protegido por el PP de Montoro y Rajoy cuando le pillaron medio millón de dólares sin declarar a Hacienda. Eso lo apartó un tiempo del Politburó, pero la crisis con Errejón le devolvió al círculo de confianza del Marqués de Galapagar. Ha sido uno de los negociadores de la entrada de su partido en el futuro Gobierno de la Esquerra que presidiría Sánchez. Y, aparte de la marquesa, es la persona más influyente y cercana a Iglesias.

Sin embargo, precisamente en Bolivia se ha denunciado el tinglado financiero de Monedero, tras impedir el Ejército, la policía, la Oposición y la OEA el gigantesco pucherazo de Evo Morales con el que pensó quedarse para siempre en el Poder. Puso pies en polvorosa camino de México y de su malhabida fortuna y quiso seguirlo su séquito de apandadores, pero con desigual fortuna. Algunos huyeron por Brasil, según cuenta El País como cosa normal, pero otros quedaron atrapados en La Paz, bajo la protección mejicana, en especial el ex-ministro Quintana. Y según ha denunciado el expresidente boliviano Quiroga, la ignominiosa actuación de la diplomacia española obedece al afán de sacar a Quintana del país antes de que cante. Y de que cante, según Quiroga, los millones que le dió a Monedero a través de su empresa de asesoría Neurona. Antes, pues, de llegar al Gobierno, Podemos, en alianza con el zapaterismo caraqueño, habría convertido las embajadas españolas en guaridas de delincuentes. Eso sí: todos rojísimos.

¿Será España el balneario del hampa roja?

El más rápido en reaccionar ante este escándalo, que lo es y grave, fue, como decía al principio, Abascal. También el PP se apresuró a pedir la comparecencia de la ministra en funciones Margarita Robles, aunque su representante parecía tan desganado en la tele como el Dastis de Rajoy, de borroso aunque imborrable recuerdo. Será diplomático o así. Pero la cosa es tan seria que no puede abordarse por twitter ni con suplentes. Los líderes de la Oposición deben emplearse a fondo y explicar a la opinión pública en qué puede convertirse España bajo Falconetti y Pablenin: en el hotel de lujo y la dorada lavandería financiera del hampa narco-comunista internacional.

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