Esperanza Aguirre dijo el mes pasado que "niñatos y chiquilicuatres" del PP, unos desde Génova —Teodoro y probablemente Casado— y algún otro "de cuyo nombre no quiero acordarme" en el equipo de Almeida —Carromero— estaban haciendo mucho daño al PP al oponerse con toda clase de trapacerías a que Ayuso sea cuanto antes presidenta regional del partido, previo Congreso al que ya había anunciado que se presentaría. Es la única candidata y es la única presidenta de Comunidad que no preside el partido en su región. Pero Casado, poseído por una mezcla de envidia y estupidez, se niega a convocar el congreso dichoso, y ha encargado a Teodoro y sus siervos en el aparato y la prensa —ABC, El Mundo, La Razón— embarrar el campo. El campo, sin duda, lo ha embarrado. Lo que no ve el envidioso presidente del PP es que el salpicado por el barro es él, no Ayuso. Y que ya nadie se pregunta cómo Teodoro puede ser tan borde, sino cómo Casado puede ser tan tonto que no ve que Teodoro se está quedando con el PP.
El "partido nuevo" que quiere Ayuso
El problema que tienen Casado, Teodoro y ese absurdo compañero de conjura llamado José Luis Martínez Almeida es el mismo que tuvieron Pedro Sánchez y Pablo Iglesias: minusvaloran a Ayuso. Y la presidenta de Madrid no solamente tiene el derecho que estos machitos misóginos están negándole a la única mujer que hoy puede presidir un PP regional —no es casual esa chulería de "el que le echa un pulso a Génova, lo pierde" que repiten los teodorichicos y retrata una fratría de machitos provincianos— sino que le sobra carácter para resistir las puñaladas de Casado y su futuro amo, si Casado no le despide. Una prueba de que Teodoro nunca derrotará a la que Casado y sólo Casado ha convertido en alternativa a su liderazgo, es que quiso, a grito pelado, que Esperanza Aguirre respaldara el cerco a su heredera. El resultado fueron esas declaraciones de denuncia y desprecio.
La prueba de que Ayuso no se arredra es que, tras montarle Teodoro 55 gestoras en los 178 municipios de la Comunidad, y 11 en los 22 distritos de la capital —ahí es donde Carromero se ganó el título de chiquilicuatre—, su respuesta ha sido decir que quiere "un partido nuevo", más participativo y que no dependa de los caprichos de la burocracia de Génova 13. Por cierto, condenada esta semana por corrupción. No "el PP de Madrid", como coceó Teodoro a Esperanza cuando las declaraciones citadas, sino el PP nacional, el de Casado y Teodoro, que va camino de ser el de Teodoro y Casado. La verdad es que no sabe uno qué resulta más sorprendente en Zipi y Zape, la insolvencia intelectual o la desenvoltura moral, con certero instinto suicida.
Al oír "partido nuevo", los niñatos de Génova y el chiquilicuatre del Ayuntamiento de Madrid se echaron a temblar. "¿Será capaz de echarnos esta tía?", se dijeron, aterrados, los que llevan desde la guardería viviendo del partido. "No me estáis dejando otro remedio, imbéciles", pudieron oír. Naturalmente, para tranquilizarlos, Teodoro filtró ayer a sus pseudópodos, a los que por inútiles acabará mandándolos al paro, que Ayuso sólo tenía el 30% de apoyos y Génova el 70%. Entonces, se dirían los niñatos jubilables, ¿por qué no convocamos ya el congreso, quedamos bien y lo ganamos?
Y Almeida, haciendo el juego a Teodoro
Pues porque es una teodorada, o sea, una trola del tamaño de su patanería. Génova no tiene candidato para enfrentarse a Ayuso. Pero, en tanto, se ha cargado a otro de los posibles sustitutos de Casado: el alcalde de Madrid. Lo ha perdido esa mezcla de malicia y miopía exhibida en, al menos, tres ocasiones: la aceptación de la portavocía del partido, el feísimo ataque a Cayetana —para eso lo pusieron— y el silencio indeciso, desde que Casado, con una doblez y una falta de educación repugnantes, lo convirtió en candidato sin que él dijera ni pío. Pero el que calla, otorga. Y a Teodoro le conviene hundir a uno de los dos candidatos a suceder a su todavía jefe. El otro es, y más cuanto más la atacan, Ayuso. Le habría ganado a Almeida en un congreso abierto, porque a ella, sin esforzarse, el votante del PP le reconoce naturalmente el liderazgo, hijo del valor y nieto del talento. Y en terreno embarrado, tras su feo papel, más. Almeida solo se ha marginado, cuando, antes de la conjura anti-Ayuso, tenía el PP al alcance de la mano.
Por supuesto, el alcalde no es idiota. Sólo que no es tan de fiar como parecía y, en mi opinión, se equivoca de cabo a rabo creyendo que hoy le es más rentable respaldar a Casado y Teodoro, a un aparato recién condenado y a un líder tan pálido que parece irse desvaneciendo, que apoyar a Ayuso. Si cree, y, aparte de una debilidad de carácter que prefiero no atribuirle, es la única explicación razonable que se me ocurre, que, si Casado se estrella, como consecuencia precisamente de su guerra sucia contra Ayuso, le va a apoyar Teodoro para sustituirlo en la presidencia del PP, está soñando. El daño terrible que el niñato de Murcia, acompañado por los chiquilicuatres de Madrid, está haciendo al PP no es por error, ni inducido por el celoso Casado, sino por un interés puramente personal y con motivo político. Es él, Teodoro, el que piensa que podrá sustituir al que le ha dejado crear su propio partido, con sus propios fieles. Almeida cree que, sirviéndolo ahora, Teodoro lo servirá en el futuro, cuando es él quien deberá servir a Teodoro.
Cada mes sin congreso Casado se desvanece
Desde el punto de vista del Tiberio de Murcia, lo más importante en esta operación de desgaste contra Ayuso, que es suicida o criminal, según desde dónde se mire, para los intereses del PP y de la derecha en general, es que el desgaste no corriera sólo a cargo del que está ahí para desgastarse, que eso es la Secretaría General de un partido, sino del presidente del PP. Y eso ya lo ha conseguido. Es tan absurda y, por desgracia, tan transparente, tan hija de los celos, esa manía de diferir varios meses, sólo por contrariar a la política más popular de la Derecha, el congreso que pide, que Casado se debilita no sólo cada día que calla sino cada vez que habla Teodoro. Hasta para defender el trémulo liderazgo del que debería estar, a la sombra de la presidenta de Madrid y del PP madrileño, preparando el derribo de Sánchez y no el de la presidenta de Madrid, hay que apoyar a Ayuso.
Lo malo de la celotipia de Casado es que no la paga él, ni Teodoro, que bien lo merecen, sino el PP, la derecha y la alternativa de Gobierno a Sánchez. Que, con la crisis institucional y económica que padecemos, y lo que se nos viene encima, Casado ande tirándole miguitas de pan a la guapa de la clase es para echarlo de la clase y de la carrera. ¡Qué chasco! ¡Qué decepción! ¡Con lo buen yerno que parecía y se nos ha echado a perder con las malas compañías, con ese Teodoro, esos niñatos y esos chiquilicuatres!