Esta semana se ha destapado el Frente Judicial de Podemos, con denuncias falsas de delitos inventados, Caso Dina, asesoradas por fiscales de obediencia podemita. Marlaska celebró el Día del Orgullo Espía colocando al frente de la Guardia Civil al general Santiago que confesó que "monitorizaba", vulgo espiaba, a los españoles desafectos con el Gobierno por su gestión del virus. El nombramiento del General, bofetada al Estado de Derecho, lo ha agradecido Santiago cambiando el verde clásico o la bandera española como fondo del escudo de la Benemérita por el arco iris del Orgullo Gay. ¿Busca Marlaska reescribir la Transición? ¿Rendirá tardío homenaje a la inolvidable Pina López Gay creando la Joven Guardia Rosa?
Mientras tanto, a Vox lo apedrea en Sestao la marabunta etarra, a la que Meritxell Batet coloca en lugar de honor en el Congreso para ensuciar un acto de las Víctimas del terrorismo. Y Ana Pastor dice "sin sectarismos" que, "aunque haya cometido errores", no duda de "la buena fe" de Illa. Los muertos sin contar y los ataques al PP de Madrid la prueban. Es el PP "con sentidiño" de Feijóo, más dulce que una filloa ante Cobardiano Rajoy. Y Casado respondió con un discurso "cayetano", o sea, "consentidiño". Tras reganar Feijóo, le va a ser más fácil dar mítines en Sestao que en Santiago.
La fiscalía de Pablenin y la burla a la Justicia
Lo más grave ha sido comprobar que toda la campaña electoral que llevó al Poder a los comunistas se basó en una mentira urdida por Iglesias usando y abusando de los tribunales de Justicia. Que el fiscal Stampa le iba dando ilegalmente información a su entrañable Marta Flor Núñez, abogada simultánea de Dina y del marqués de Galapagar y barón de Dinápolis, o sea, que la Fiscalía Anticorrupción de Luzón, es una garita Procorrupción. Que Villarejo nunca robó la tarjeta del móvil de la traviesa Dina, sino que Pablenin la disfrutó mucho tiempo y luego la destruyó. Que Dina mintió diez veces, diez, al juez, si ahora dice la verdad y su editor no la destruyó. Pero mienten ella y él, Dina y Dino, porque hemos sabido que el jefe de Marta Flor en los albañales judiciales de Podemos, un tal Calvente, ya advirtió a la dirección podemita que no denunciaran, que nunca hubo robo del móvil, sino filtración y pantallazos de Dina o de alguien de su entorno.
A Iglesias, eso le dio igual. Montó toda la campaña sobre la base de que las cloacas del Estado le robaron el móvil a Dina para dárselo a Inda y destapar sus fantasías con Mariló Montero. Pero la mayor fantasía era el montaje de Pablenin, que, como ha hecho siempre desde que entró en política, usa la Justicia para promover la Injusticia; la Ley, para burlarse de la Ley; y denuncia cosas por las que debería ser denunciado, pero cuenta con fiscales y, tal vez, jueces corruptos dispuestos a favorecer sus delitos.
Marta Flor y el fiscal Marcapasos
Debía de ser tan escandaloso el espectáculo de "Abogadas, Fiscales y Viceversa", que hasta el buzón de Luzón llegó una denuncia sobre la cálida influencia de la Flor en el Cactus y del Cactus en la Flor. Naturalmente, se archivó. ¿Qué no se ha archivado desde el 11M en la Justicia española? Basta comparar los términos del archivo y los mensajes sobre la intimidad de Marta y su Marcapasos para extraer la única conclusión posible: no hay nada que chapotee tanto en la corrupción como la Fiscalía Anticorrupción.
Lo habré dicho mil veces, y lo repetiré veintiuna: o toda la Fiscalía es Anticorrupción o la Anticorrupción no es Fiscalía, sino una Fisgonería del Gobierno en casos de corrupción política que le afectan. Para eso la fundó González y no puede, pese a intentos meritorios, escapar a su origen. Hay fiscales que, por desgracia, siempre actúan igual: nunca hay irregularidades para hundir al PP; ni tendenciosidad bastante para favorecer a la Izquierda.
El PP "sentidiño" nunca siente nada
Hay fiscales "visitadores" que ofrecen tratos de favor a los presos del PP, macerados en años de prisión preventiva si denuncian, por ejemplo, a Esperanza Aguirre. Y si no la denuncian, siguen en el saladero. Pero ese es un escándalo que este PP tan "sentidiño" nunca ha sentido. Los que están fuera nunca conocen a los que están dentro. El problema va más allá de la habitual complacencia de los tontiños y tontuelas del PP ante los abusos de que su partido es víctima, y cuya última expresión ha sido la moción de censura que echó a Rajoy. El Caso Dina demuestra de forma inequívoca, humillante para las togas honradas, que hay fiscales que deberían estar en el banquillo, y jueces, cómplices suyos, que deberían poblar las cárceles.
Resumen: el vicepresidente Iglesias presentó una denuncia falsa sobre un delito inexistente y utilizó a camaradas fiscales, íntimamente corrompidos, para montar una campaña electoral basada en esa denuncia. Un escándalo así habría derribado a cualquier Gobierno, si España no estuviera cada vez más lejos de ser -y de parecer- un Estado de Derecho.