Aunque sea Gobierno, Falconetti no es España. Por eso lo instalaron en la Moncloa sus socios comunistas, golpistas y separatistas tras el golpe de Estado en Cataluña: para no tener enfrente a España. O cuanta menos, mejor. Y por eso su estancia en el Poder, que empezó legalmente, se ha convertido en ilegítima al no convocar elecciones generales "a la mayor brevedad posible", como prometió al presentar la moción de censura contra Rajoy. Y por eso su estadía en el Poder está siendo una absoluta traición al orden constitucional en política interior y al interés nacional en la exterior.
El interés del PSOE contra el de España
Ningún episodio lo ha demostrado tan a las claras como la posición del Gobierno Falconetti ante rebelión venezolana contra la narcodictadura comunista más inhumana de que se tenga noticia -más de cuatro millones han huído ya del hambre y el terror, sobre todo a Colombia y Brasil, algo así como si seis millones de españoles huyeran a Portugal y Francia-, ante la que la posición del Gobierno español ha sido la de evitar tener posición. Lo que sea para no incomodar a sus socios comunistas y separatistas, ya que Podemos, Torra y los bildutaras han apoyado al gorilato venezolano.
Con ello, España se ha apartado de la posición amplísimamente mayoritaria de los países iberoamericanos, encabezados por el grupo de Lima, los vecinos Brasil y Colombia, además de los USA y Canadá, que reconocieron casi instantáneamente como presidente legítimo a Guaidó. Y dado el papel que España tiene en la política de la UE sobre Iberoamérica, los intereses particulares del Gobierno del PSOE han arrastrado a Europa a una obscena inhibición, mientras dictadores y dictadorzuelos de todo pelaje apoyaban a Maduro frente a los USA y a las democracias iberoamericanas: Rusia, China, Cuba, Nicaragua, Turquía, El Salvador, Bolivia… y el Papa, que no ha vacilado en traicionar vilmente a la heroica iglesia venezolana.
Méjico, que suele ser fascista en política interior y comunista en la exterior se ha posicionado a favor de Maduro en los mismos términos que España estos años, bajo la dirección de Zapatero: diálogo, mucho diálogo con los asesinos. Desde la crisis de los misiles en los 60 del siglo pasado, no había un alineamiento tan nítido de los países favorables a la libertad frente a los que defienden la tiranía comunista. Y España, yendo más allá, aunque en la dirección marcada por el hoy publicista narco-venezolano Zapatero, se ha apartado por primera vez en ochenta años de los países democráticos de América, con la que tantas cosas nos unen, y una esencial: la civilización occidental que llevaron nuestros antepasados y cuya mejor herencia es la defensa de la dignidad de la persona, léanse vida, seguridad, propiedad, libertad de expresión, reunión, asociación y organización. O sea, todo lo que persigue el comunismo en su sórdida narco-versión venezolana.
La llamada de Falconetti a Guaidó
Sin embargo, la rebelión institucional y popular de los venezolanos, con un líder único y legítimo al frente, hacen imposible la continuidad en la vileza de la Unión Europea. A toda velocidad, esa burocracia que himpla, sonido de las hienas, contra el populismo, decidió aplazar su posición sobre Venezuela ocho días. Pero twitter, que ha protagonizado la más rápida acción diplomática de la historia, resulta incompatible con estas ridículas dilaciones, claramente dictadas por Putin y su convolutos de Gazprom.
De hecho, Macron y Merkel adelantaron la política que, de forma grotesca, puso en escena Falconetti en Davos, a donde ha ido a conocer gente famosa, que esa es su agenda política: llenar la agenda particular. Pero llamar a Guaidó para felicitarle por su valor y no reconocerlo sería sólo un estúpido síntoma de cobardía si no hubiera añadido la petición de elecciones libres, que es precisamente lo que exige Guaidó a la dictadura.
Pero tres días después del alzamiento cívico en Venezuela, hasta las eurorratas francoalemanas han tenido que dirigir la petición a Maduro, y le han dado ocho días -quedan seis- para hacerlo, si no quiere que reconozcan al que ya deberían haber reconocido. Al final, muchos lo harán, porque Cuba y Rusia, que son los que mandan en caracas, dirán que sí pero que hay que dialogar sin límite de tiempo sobre las condiciones electorales… y se volverá a la casilla de salida. Momento en que cada país europeo hará lo que le parezca, es decir, lo que electoralmente convenga a cada gobierno.
El papelón de la Unión Europea
Naturalmente, de Falconetti y su homme de plaisir -bufón- Borrell sólo cabe esperar el respaldo a la posición podemita, catanazi y bildutarra, la misma tras la que se escudan Putin y su vopo lavanda Bergoglio: que haya elecciones libres en Venezuela, sí, pero, mientras tanto, no molestar a los que las impiden. Diálogo, mucho diálogo… y a destruir a la Oposición. Es lo contrario de la política española razonable, que Aznar y González han defendido desde el primer minuto: el reconocimiento inmediato de Guaidó.
Afortunadamente, la Oposición española ha defendido y exigido al Gobierno lo mismo desde el principio. Casado se presentó en la Puerta del Sol a dirigir la palabra a los miles de venezolanos contra la narcodictadura. Allí estaban también los representantes de Ciudadanos, y Rivera depositó de inmediato en el Congreso, de acuerdo con Casado, la petición de que se vote reconocer a la Venezuela que defiende la libertad contra la dictadura. Abascal y los dirigentes de Vox, aunque sin representación parlamentaria, se sumaron de inmediato a la petición de que España reconozca a Guaidó.
Ardo en deseos de ver a las brigadas de columnistas que atacan a Vox como enemigo de la democracia y la Constitución explicar que se haya situado, en encrucijada tan decisiva, junto a PP y C´s y frente a PSOE y Podemos. ¿Quién defiende más la libertad y mejor a Europa: los socios o cómplices de Maduro o los que apoyan a Guaidó y la Oposición que busca derribarlo? ¿Dónde está el "constitucionalismo" del PSOE de Falconetti? Pues donde el de Torra y Pablo Iglesias: en ningún sitio, porque no existe.
¿Es posible derrotar a la dictadura?
El último refugio de la inacción ante la dictadura venezolana es el que siempre se esgrimió ante los países comunistas en la Guerra Fría: no van a caer, hagan lo que hagan las democracias, así que mejor llevarse bien con esos regímenes. Los más hipócritas -los socialistas- añadían: ésa es la forma de que suelten a los presos políticos y mejore la vida de la oposición. Total, que si atacabas a los comunistas perjudicabas a los anticomunistas.
Obama, el Papa y los lamelibranquios de la UE han demostrado en su política con respecto a Cuba que eso es rigurosamente falso. Lo que hay que hacer ante cualquier tiranía comunista -y pocas tan crueles y débiles como la venezolana ahora- es apoyar a la Oposición y bloquear los fondos multimillonarios de los tiranos, sus familias, señoras, hijos y queridongas, los particulares de los narcogorilas y los estatales del petróleo, que deberían pasar al Gobierno de Guaidó. El modelo podría ser el del Directorio Antisandinista y el Gobierno Provisional de Nicaragua tras el somocismo, pero con una diferencia, hija de la experiencia: no cabe un solo comunista.
Pero eso queda relativamente lejos, y, en todo caso, no importa lo cerca que caiga. Lo esencial es la voluntad de oponerse siempre y en todas partes a la dictadura y a sus cómplices, que en España son sus empleados de Podemos y sus asociados del Gobierno de Falconetti. La oposición debe mantenerse unida y llevar al PSOE a votar en las Cortes el reconocimiento por España de Guaidó, única garantía de elecciones libres. Más difícil era la lucha contra la URSS, pero Reagan y Wojtila la debilitaron tanto que se hundió. No del todo, véase Putin, pero la Historia prueba que al comunismo se le puede vencer. Y siempre, y por todos los medios, se le debe combatir.