Jean François Revel comenzaba su libro "El Conocimiento inútil" con una frase terrorífica: "La primera de las fuerzas que mueven al mundo es la mentira". Siendo el punto esencial de la reflexión reveliana el totalitarismo comunista y su devastadora influencia en el siglo XX, podría pensarse que las cosas habrían cambiado tras la caída del Muro y el colapso de la Unión Soviética. No es así. El mantenimiento del comunismo en China, Cuba y otras dictaduras marxistas-leninistas, el renacimiento de guerrillas comunistas en América y la recuperación de los símbolos de la URSS por los nuevos dirigentes rusos, presididos por Putin, un esbirro del KGB (es como si un SS se hubiera hecho con la presidencia de Alemania diez años después del suicidio de Hitler), no permiten el menor optimismo con respecto al aserto reveliano de los años 80. Al contrario, la obscena recuperación en Occidente del prestigio académico e intelectual del comunismo ratifican su análisis: no importa lo que podamos saber y sepamos del mundo cuando nos negamos a aceptar la verdad. Mientras siga en pie el imperio de la mentira, sobrevivirá lo que Reagan llamaba el Imperio del Mal.
¿Cambiará la imagen actual de la URSS y del comunismo conocer ahora que Yuri Gagarin no fue exactamente el primer hombre enviado al espacio porque tres cosmonautas lo precedieron, tres cadáveres cuyos nombres sólo conocemos ahora, porque fueron cuidadosamente ocultados en beneficio de la propaganda sobre la infalibidad científica del sistema soviético? Es dudoso. Si al publicarse "El libro negro del comunismo" una verdadera jauría de universitarios-comisarios se lanzó contra la cifra redonda: cien millones de muertos, buscando discutir el número para negar los muertos, exactamente igual que los revisadores del Holocausto pero impunemente y con éxito, ¿cómo van a alterarse esas conciencias blindadas al horror y a la masacre, patológicamente adictas a la mentira, a todas las mentiras del Socialismo Real?
Se dice que hay que estudiar bien el nazismo para evitar que se repita. Pero el comunismo, El imperio del Mal, que fue sobre todo y desde sus comienzos el Imperio de la Mentira, no cabe temer que se repita porque ni ha terminado ni parece que vaya a terminar nunca. Que la carrera espacial, como todos los grandes logros científicos y económicos de la URSS, sea una interminable procesión de cadáveres, ocultos por la censura y camuflados por las estadísticas, no alterará la buena conciencia de la Izquierda Blindada. Sí: en el siglo XXI, la primera de las fuerzas que mueven al mundo sigue siendo la mentira.
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