La situación a la que nos aboca el destape del pacto de Gobierno del PSOE, alias Sánchez, aka Falconetti, con la ETA, ERC y Podemos es tan grave que se disculpará el empeño de tantos comentaristas políticos en que Cs y PP se abstuvieran y Sánchez gobernara solo, no como voluntario rehén del tripartito social-comunista-separatista diseñado por Roures. No llegaré al extremo de Alfonso Ussía, que por intentar lo mismo que yo y quedar en ridículo tras la entrega de Navarra al PNV y ETA por el PSOE, se ha declarado públicamente "gilipollas" -prefiero "tonto intenso", como corrigió ABC a Campmany cuando llamó "tonto intonso" a Tusell- y se dice dispuesto, en penitencia, a ir a La Sexta para ser injuriado en directo por las huestes que acaudilla Ferreras con sus tres capas de calzoncillos. Si hubiera combate y no manteo, yo mismo le acompañaría; pero todo en la situación actual es trampa y engaño, puñalada golpista por la espalda y legalización trapacera del Plan Roures contra la Nación y la Constitución.
Aladino Sánchez y sus Togas Mágicas
A legalizar el Golpe vuela ya Aladino Sánchez en las togas mágicas del Supremo y del Constitucional, a los que busca convertir en Congreso y Senado del golpe de Estado. ¿Cómo? Con sentencias plebiscitarias, hijas del "ambiente social" creado por manadas de opinión teledirigida para que los altos jueces legalicen lo ilegalizable. El Supremo acaba de revisar de forma escandalosa la sentencia de La Manada. Y casi todos los medios y todos los partidos excepto Vox, por miedo al hembrismo y a La Sexta, han tragado. Por la misma vía, este otoño, el Constitucional podría recalificar las pruebas que justifican la condena del Supremo a los golpistas del 1-O y rebajarla o anularla. Lo que la Constitución, Ley de Leyes, no permite, se lo permiten ciertos jueces de cloaca amancebados con políticos fangosos.
Pero volvamos a Navarra, prueba definitiva del plan golpista. Que Sánchez es un estafador intelectual y un político sin vergüenza ni decoro, lo sabíamos por su tesis cum fraude y su trayectoria de saltimbanqui. Pero la abyección a que ha llegado esta semana supera los juegos de manos -que, en el viejo refrán, lo son de villanos- de David Copperfield. Tras fingir en primera votación que no aceptaba el órdago de PNV-ETA, en la segunda el PSOE colocó al partido de Otegui y Ternera en la mesa del Parlamento, y el peneuvista agraciado con la Presidencia se sacó del bolsillo el discurso de aceptación que ya llevaba escrito y que, obviamente, no pudo redactar en la media hora de supuesta negociación. Son zafios hasta en la traición.
Los cascanucas y los recogenueces
Ya no mienten por necesidad, sino por vicio, o porque su aplastante superioridad mediática les permite camuflar con engañifas esa sumisión a los enemigos de España y de la Libertad. No sólo le dan a La Sexta media hora de audiencia sino excusas para justificar que el partido de Fernando Múgica se arrodille ante sus asesinos, que son los de Miguel Ángel Blanco y también los secuestradores y torturadores de Ortega Lara.
Esa vil traición la perpetrado el Gobierno de España en funciones -en las dos funciones de traicionar a los vivos y a los muertos- y en el aniversario de la matanza de Hipercor. Ni simbólica ni realmente cabría mayor abyección. Pero cabrá.
La prueba de que hasta ahora Sánchez ha estado mintiendo, tal vez incluso a los suyos, es que el mismo día en que desvelaba el pacto con la ETA, con el PNV de notario y socio de los cascanucas -no sólo recoge nueces-, Ábalos, que representaba el sanchismo con rostro humano, partidario de un Gobierno de coalición con Cs, se despedía del Ministerio, dando a entender que también del Gobierno. Y su papel como portavoz de Sánchez desde las Elecciones Generales lo ocuparon Calvo y Celaá, piezas probatorias de la decadencia de Occidente y la ruina intelectual de Europa.
La ventaja que tienen ambas es que son tan romas o lerdas que dejan en ridículo lo que Ábalos dejaba en duda, favoreciendo al PSOE. Cada vez que hablan, se retratan. Ha bastado una rueda de Prensa de Celaá para darle a Rivera la razón, añadiendo hipocresía a la vileza del pacto con la ETA. A las preguntas de Ketty Garat sobre la evidente contradicción de decir que Vox debía salir de las instituciones y que Bildu-ETA es un partido legal y legítimo, Celaá se enredó tanto que acabó recordando que ha sido ilegal. Y debería seguir siéndolo por sentencia firme del Supremo, respaldada luego por el Tribunal de Estrasburgo, que anuló el TC obedeciendo a ZP. Tras la ilegalización de Batasuna, el sicario de Caracas barbotó: "Esto lo arregla el Constitucional". Y aquella obra del PP de Aznar que Rosa Díez pidió en vano al Rajoy de la mayoría absoluta que recuperase, sigue desarreglada.
Porque el TC no arregló nada, simplemente prevaricó. Y de forma tan escandalosa que el Supremo procedió a denunciarlo y estaba dispuesto a juzgarlo, porque el TC ni tenía ni tiene capacidad legal para cambiar su sentencia. Conviene recordar este precedente tras el alarde de Justicia de Género del Supremo revocando la sentencia de La Manada, cediendo a esa manada de opinión que brilla por su ausencia si la manada es de argelinos. Es difícil encontrar mayor número de disparates y arbitrariedades que en esta condena no a los ya condenados sino a los jueces de Pamplona y al TSJN, saltándose la ley en la valoración de pruebas y reinterpretando los hechos, cuando lo único que debe hacer un tribunal es aplicar las leyes.
Las sólidas razones del juez Serrano
El juez Serrano ha hecho en Twitter -menos mal que hay restos de vida inteligente en Vox, incluso en esa red poblada de besugos- una crítica demoledora en lo técnico-legal de la sentencia, aunque la literalidad del texto es aún peor. Ayer, El Mundo decía en portada: "El Supremo lanza un mensaje duro contra los delitos sexuales". Pero aparte de chulear a sus colegas navarros para demostrarles que sabe más de leyes, diciendo que "la pena podría ser mayor" (¿y por qué no lo es?), lo que emite el Supremo es el mensaje de que, tras una agresión sexual, es mejor asesinar a la víctima, ya que caen menos años de cárcel por homicidio que por violación real, no por esa reinterpretación machitonta como violación de un gangbang (sexo consentido en grupo) que los jueces naturales entendieron en su día como agresión (dos) y ni siquiera delito (el tercero). Y por eso los condenaron.
Justamente esa reinterpretación de las pruebas es lo que hizo el Constitucional con la ilegalización del partido de la ETA por el Supremo. Y por esa ilegalidad flagrante lo denunció el TS, aunque luego los partidos lograron que la cosa quedase en calentón corporativo. No lo era. No debe serlo. Pero esa interpretación creativa, o sea, ideológica, de la Ley, típica del Derecho alternativo de Jueces contra la Democracia, es la que hizo entonces el Constitucional, ha repetido ahora en el Supremo y se repetirá en el proyecto del PSOE, que es legalizar la ilegítima destrucción de España mediante plebiscitos supuestamente legales. Y a eso vamos de cabeza con un Gobierno que se ha constituido, repito, en rehén voluntario de la ETA y ERC. Sin intentar siquiera otra compañía.
Hacia una Justicia montonera y golpista
No es casualidad que Podemos y el Gobierno, que pretenden liquidar la Constitución mediante referéndums ilegítimos pero legalizables por una Justicia montonera, eco del "clamor por la paz" o la "solución al conflicto", hagan suya la sentencia del Supremo sobre La Manada, porque suya -y de Catalá- es, como suyo fue el linchamiento de los jueces, sobre todo del que emitió el voto particular contra la condena y al que los medios injurian sin haber visto el vídeo, prueba clave del caso. Tal vez en esa Sala que tanto ha humillado a los jueces navarros los haya felices con el aplauso del PSOE y los sicarios de Maduro. Los incómodos en tan vil compañía deben saber, si lo ignoran, que son los bautistas de la prevista crucifixión de la sentencia de Marchena y la Sala Segunda. Y me temo, dados los protagonistas, que ese viacrucis del Estado de Derecho en España ha empezado ya.