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Federico Jiménez Losantos

El felón Judas Sánchez contra el Supremo, la Nación y la Constitución

Sánchez es el elemento más amoral que ha padecido nunca la política española, Zapatero incluido, que ya es decir.

Sánchez es el elemento más amoral que ha padecido nunca la política española, Zapatero incluido, que ya es decir.
Pedro Sánchez y Quim Torra comparten mesa. | EFE

Desde las abdicaciones de Bayona, por las que Fernando VII y Carlos IV entregaron cobardemente la corona de España a Napoleón, no existe en la bimilenaria historia de España una traición tan miserable, tan innecesaria, tan abyecta y de tan terribles consecuencias como la perpetrada este jueves por Pedro Judas Sánchez, alias Falconetti. Por lo menos, los dos reyes que rindieron la corona de España y las Indias al genocida francés claudicaban ante el primer ejército del mundo. Este felón cum fraude lo ha hecho ante una pandilla de mamarrachos racistas, de legendaria cobardía y que cobra cada mes lo que a los españoles nos quita el Gobierno, porque no tienen donde caerse muertos. Fernando VII, el Rey Felón, se rindió por cobardía. Judas Sánchez, el Presidente Felón, se ha rendido por puro vicio.

En una cuartilla, todas las traiciones

En sólo una cuartilla, el que no cabe considerar presidente legítimo, ni siquiera legal, del Gobierno del Reino de España, renunció a la soberanía del pueblo español, denigró al Tribunal Supremo que debe juzgar en un mes a los golpistas de 2017, redujo a escombros la imagen internacional de España renunciando al apoyo internacional ante el reto separatista, asumió que la "ciudadanía catalana" se limita a los golpistas, condenando así a los catalanes a la guerra civil y privando a los leales de la ayuda de su Estado. Si algún día, como sería deseable, se juzga a Judas Sánchez y a su infame Gobierno por alta traición, bastará la hojita perpetrada por dos lerdas, Batet y Artadi, la Noia de Falconetti y la Noia del Cocomocho, para condenarlos. He aquí el texticulillo íntegro, cuajado de memeces y todas ellas delictivas:

Tras la reunión celebrada hoy entre el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, y el president de la Generalitat de Catalunya, Quim Torra, y miembros de ambos gobiernos, se señala lo siguiente:

Coinciden en la existencia de un conflicto sobre el futuro de Cataluña. A pesar de que mantienen diferencias notables sobre su origen, naturaleza o sus vías de resolución, comparten, por encima de todo, su apuesta por un diálogo efectivo que vehicule una propuesta política que cuente con un amplio apoyo en la sociedad catalana.

Por ello, y con el objetivo de garantizar una solución, deben seguir potenciándose los espacios de diálogo que permitan atender las necesidades de la sociedad y avanzar en una respuesta democrática a las demandas de la ciudadanía de Cataluña, en el marco de la seguridad jurídica.

La vía del diálogo requerirá del esfuerzo de todas las instituciones, de los actores políticos y de la ciudadanía. Ambos gobiernos se comprometen a trabajar para hacerlo posible.

El engendro plebiscitario de Judas, Calvo y Batet

A las pocas horas de la infame nota, Calvo dijo en la radio que la "solución del conflicto" es una cosa que debe resolverse "entre catalanes", es decir, que los que no somos catalanes no pintamos ya nada en lo que se perfila como un plebiscito para liquidar nuestro Estado y nuestra Nación. Antes, genuflexo ante el catanazi Torra, que ahuecaba su voz de ratafía ante la flor marchita del empresariado favorable al golpe -adecuadamente presidido por un Sánchez Llibre, de la acreditada banda de Durán y Pujol-, el Presidente Felón se adentró en el entusiasmo alcohólico del mal bebedor y si no se morreó al modo de Breznev y Honecker o Iglesias y Domenech, con el que él mismo llamaba "fascista", sería porque a Torra no le apeteció. Pero proclamó la primacía absoluta del "diálogo" sobre la Ley, como si no se sintiera obligado por la Constitución que juró "guardar y hacer guardar".

Y es que, en rigor, no se siente atado más que a su ambición. Hará lo que sea -ya lo ha hecho- para estar todo el tiempo posible en la Moncloa, evitando las urnas hasta donde pueda. Y para ello, destrozará España por dentro y por fuera, hundirá a su Partido y colocará a la ciudadanía ante un conflicto civil tan innecesario como ineluctable. Le da absolutamente igual.

Sánchez es el elemento más amoral que ha padecido nunca la política española, Zapatero incluido, que ya es decir. Ni los asesinos de Viriato; ni el conde Don Julián, que abrió el Estrecho al Islam; ni el traidor Vellido Dolfos, hijo de Dolfos Vellido; ni el felón por antonomasia, Fernando VII; ni siquiera Juan Negrín, sicario de Stalin en la guerra civil, quisieron nunca destruir España: venderla, pignorarla, alquilarla, esclavizarla, sí. Cuartearla, despiezarla y desguazarla para siempre, no. Y eso busca Judas Sánchez, presidente ilegítimo de un Gobierno fuera de la Ley: instalarse en el poder mientras va entregando a los enemigos de España, trozo a trozo, el cuerpo del Estado y el alma de la nación, que es su unidad o comunidad política.

La moción de censura y la sombra de Vox

Libertad Digital ya ha pedido editorialmente que Casado y Rivera presenten de inmediato una moción de censura contra Sánchez que brinde al PSOE la oportunidad de deshacerse del que, con toda probabilidad, será su verdugo en las elecciones municipales, autonómicas y generales: el letal pacto con los separatistas que coloca definitivamente al PSOE fuera de la Constitución y contra la nación a la que, en principio, debería representar. Lo de menos es sumar escaños. Lo esencial es retratar a Sánchez ante la opinión pública nacional como lo que ha elegido ser: el cabecilla del Golpe.

Si Rivera, por un proyecto de Poder puramente personal, prefiere cargarse a Ciudadanos como Sánchez al PSOE, allá él. Casado tiene la obligación de exponer ante la opinión pública la gravedad de la situación y hacer que Rivera elija entre un PSOE imaginario que, con el PP, lo haría presidente, o el de verdad: el que ha entregado España a sus enemigos, el que quiere liquidar a plazos o por entregas el Estado que debería defender. No nos basta que ambos denuncien que Sánchez ha entregado la soberanía nacional. Queremos que ellos hagan algo para defenderla, y ese algo no puede ser esperar a las elecciones de mayo. Para entonces, a buena parte de sus electores, sólo les quedará VOX. Y no tengan duda de que lo votarán.

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