Sólo un ingenuo, un ignorante o un periodista, síntesis habitual de ambas carencias, pudo entender ayer el discurso de Ayuso en la Convención del PP como una "encendida defensa del liderazgo de Casado". De hecho, el circo trashumante arroja un saldo tan malo para los organizadores que, de no ser ellos los manirrotos, deberían pedir que les devolvieran el dinero.
En realidad, aparte de unos puntos más propios de discurso electoral que de la mesa del Ibex35 que imitaba el formato casadista, y a los que no añadió nada, porque, evidentemente, no quería improvisar, la parte esencial del discurso de Ayuso fue el final. Y si se ovacionó con estrépito fue por el alivio de ver a la presidenta de Madrid perdonarle la vida al presidente del PP y aspirante a la Moncloa, que estaba a su merced. Hubiera sido tal vez malo para la propia Ayuso, y si no tuviera otra aspiración que la de presidir Madrid tenía la ocasión, la tentación y argumentos de sobra para triturarlo. No lo hizo y se le agradeció.
El discurso que Ayuso no hizo pero se temía oír
¿Qué discurso es el que no hizo Ayuso pero todos llevaban en la cabeza, hasta el punto de aplaudir lo que no oyeron? Pues algo parecido a esto:
"Pues amarga la verdad quiero echarla de la boca", dijo Quevedo, que añadió "no he de callar por más que con el dedo (…) silencio avises o amenaces miedo". La situación de España es tan grave y la actuación de la dirección del PP, tras la catástrofe electoral de Cataluña y la pérdida de Murcia y Granada, es tan nefasta que nos obliga a plantearnos si después de tanta incompetencia es competente para echar del Poder a Sánchez. En mi opinión, y la de las encuestas, el PP con Vox, puede conseguirlo; el PP sin Vox, no puede; y si no rectifica el actual equipo dirigente, ni con Vox.
Todas las encuestas coinciden en esto. Y desde que Génova 13 se dedicó, en vez de combatir a Sánchez, a negarme a mí el derecho a presidir el partido que a vosotros, presidentes y hombres, sí os concede, caemos en las encuestas y se diluye la alternativa. Es tan mezquina la dirección, desprecia tanto a los votantes y a las mujeres, es tan egoísta y desleal, que prefiere atrincherarse para seguir en el cargo tras la derrota electoral antes que unir a lo mejor del PP para la victoria. Por usar una imagen que todos compartís o entendéis: preferiría ver aquí a Cayetana que a Sarkozy con su brazalete.
Podría denunciar aquí la traición de Casado y Teodoro al PP en Madrid. Lo haría a la cara, sin intoxicar mediante periodistas de bolsillo, por respeto al partido, a la nación y a mí misma. Todos sabéis o sospecháis que Génova utiliza el aparato nacional para romper el partido en Madrid, con la única finalidad de impedir que yo sea la única mujer que presida el partido y su comunidad. Génova filtra que no fue buena la experiencia, qué casualidad, de otra mujer, Esperanza Aguirre, que ha obtenido los mejores resultados electorales en la comunidad que ella diseñó y el PP exhibe como ejemplo. De otras que apadrinó el partido no se habla. Sobramos sólo las liberales.
Yo podría denunciar esto, y sería verdad, pero no lo haré porque el PP es un partido de reformas y no de rupturas, de cambios de fondo, como el que Pablo planteó en el último congreso del partido, con mi modesto apoyo, y no de cambiazos. De congresos y no de gestoras eternas, como intentan imponer en Madrid. De ideas claras y no de siestas ideológicas; que habla de política nacional, no sólo de economía, como dicen, para luego no hablar de economía ni de política ni de nada. A callar y a esperar que caiga el PSOE.
Lo que se hace contra mí desde que gané las elecciones no tendría mayor importancia que la personal si no fuera por su significado político. Es esto lo que sí quiero denunciar, al tiempo que declaro que es fácil de rectificar. Al decir que reto a Casado por querer lo mismo que los demás presidentes, Génova miente. Lo que quiere decir es que el modelo de pacto con Vox que es el que rige donde gobernamos salvo Galicia, cuya política lingüística se nos reprocha en toda España, debe ser roto, rechazado u ocultado porque así estamos en el centro, que debe de ser el centro de la tierra, el de Julio Verne, porque nos pasamos la vida dando vueltas sobre el dichoso centro.
La política de alianzas es la clave
La dirección quiere romper como hizo, y fue una vergüenza verlo, Pablo con Abascal, un símbolo del partido, para abrirse al pacto con el PSOE. Con este PSOE, porque no hay otro, y mientras no haya otro, no tenemos más aliado que Vox. Ciudadanos se hundió por sus errores, no hacía falta comprarlos. Y aunque no se hubiera entregado al PSOE después de nuestro desastre en Cataluña, que no ha explicado la dirección, nuestro aliado también debería ser Vox. No sólo porque nos conviene, sino porque tenemos el mismo enemigo: el Frente Popular de Sánchez, los comunistas y separatistas. En vez de repetir las sandeces de la Izquierda contra Vox, hay que defenderlos. Compartimos votantes. Y debemos conservarlos a todos.
Si Génova no hace esta política es porque no quiere verse en el espejo de Madrid. Y yo defiendo el espejo de Madrid porque le gana a la Izquierda. Y lo hará en las generales si no traicionamos a nuestros aliados de Vox.
Yo no digo una cosa y hago otra. Voy a presentarme a las elecciones del PP de Madrid cuando Casado considere que somos mayores de edad y que se puede volver a votar a una mujer, incluso si ganó las elecciones. Si para entonces han convencido a mi buen amigo el alcalde Almeida de que se presente contra mí, adelante. Madrid y Atlético ya saben jugar la final de la Champions sin incidentes Suele ganar el Madrid, pero sabría perder.
Lo irrenunciable, sin embargo, no es esa herramienta electoral para organizar unas municipales que podemos y debemos ganar. A lo que yo no voy a renunciar, gane o pierda esa presidencia que tantos celos suscita en Génova, es a que el partido rectifique la política de alianzas actual, que nos condena a no tenerlas, a romper con Vox y a esperar que nos llame Sánchez. Nos jugamos la democracia y la nación española. Nada menos. Y estoy segura de que el Pablo Casado que yo conocí hace dieciséis años es el Presidente del Gobierno que mejor puede defenderlas. Conmigo, Pablo, sabes que cuentas para lo que quieras. Pero, sobre todo, para ganar.
¡Muchas gracias! ¡A ganar! ¡Y viva la Libertad!
El discurso que sí hizo y lo que se entendió
Eso es lo que no dijo Ayuso y muchos temían. Pero recordó que cuando Casado se presentó a la presidencia de Nuevas Generaciones de Madrid, donde había hecho una gran labor, ella se presentó con él. Y eso suscitó comentarios por lo bajo.
(-Menuda diferencia con lo que ha hecho ahora el Pablito. Más se ha ganado ella esta presidencia que él la otra. Y emperrado en negársela.
-Yo creo que la culpa es del murciano.
-Donde hay patrón no manda marinero; y si manda, peor.)
También recordó Ayuso que cuando Casado se presentó para la presidencia del PP, ella le apoyó decididamente. Más rumores por lo bajo:
(-Y contra Soraya y la Cospe, cuando nadie daba un duro por él.
-Pero nadie.
- ¿Y por qué es tan desagradecido? Yo te digo que es el murciano.
-Y yo te digo que el de Murcia está ahí porque hace el trabajo sucio.
-Pero muy mal. Mira lo de Sevilla, lo de Murcia, lo de Granada…
-Y no querían que ella disolviera en Madrid. Creían a Arrimadas.
-Es que la Derecha es tonta perdida. Si no es por ella, adiós PP.
-Así se lo pagan.)
Agradeció Ayuso a Casado, muy emotivamente, que la presentara como candidata a la Comunidad de Madrid: "el mayor honor de su vida".
(-Y no le recuerda que ella ganó las elecciones doblando los escaños y después de dos años cercada por la Izquierda y por los mismos del PP.
-Me acuerdo. El Mañueco, el Feijóo y hasta el Bonilla al principio.
-Que se queden en Madrid y no nos contagien, decían. ¿Te acuerdas?
-Me acuerdo. Vaya si me acuerdo. Se quedó más sola que la una.
-Y cuando ganó, salieron ellos al balcón. Como si fueran candidatos.
-Casado diciendo que el PP ha ganado las elecciones. Cuando él las perdió en Cataluña no salió, no. Aún no ha dado explicaciones.
-Ni el murciano, que te digo yo que es el peor. Mira lo de Cayetana.
-Sí, pero el que decide al final es Casado, no el de Murcia.
-Pero todo influye. Ahora, dicen que quieren echar a la Gamarra.
-Como si la dejan. Si no vuelve la que vale, siempre las compararán.
-Eso es verdad. Después del vino bueno, el tetrabrik sabe peor.)
Y Ayuso finalizó su discurso diciendo que su fin y su meta era sólo y exclusivamente la Comunidad de Madrid. Y que Casado sería Presidente del Gobierno. Y llegó la gran ovación, intensa, extensa, aliviadísima.
El chismoseo de despedida
(-Ella ha quedado como una señora.
-Y leal, a ver si sigue el murciano tocando las narices o la apoya.
- ¡Y dale con el murciano! ¿No te acuerdas que antes del verano la apoyó y luego se desdijo? El murciano obedece al amo, que ha salido malo.
-Es verdad. Que si él fuera del PP de Madrid, la votaría, sin duda.
-Pues si fuera del PP de Madrid tampoco le dejarían votar.
-Oye, ¿y quién es el Pío ese, y esa tal Camí que quieren poner?
-El Pío es el de la cabeza redonda que está apartado a la izquierda. La Camins, que se llama Camins, es una tapada de Almeida. Si es que se presenta.
- ¿Para qué se va a presentar? ¿para dividir el partido y perder?
-Está resultando algo rarito el Almeida. Con lo bien que me caía.
-La política es como es. La ambición manda.
- ¿Y tú crees que Ayuso realmente no sería candidata a la Moncloa?
-En cuanto pierda Casado y se lo ofrezcan. Cómo no. Pero ahora ha quedado bien. El partido se lo agradece. Todos la quieren y si Casado pierde será la favorita. Entre ella y Almeida estará la cosa. Y ganaría ella.
-O sea, que en realidad hoy ella también ha hecho un poco de teatro.
-Podía haber roto el partido, pero habría salido perdiendo. Ahora vamos a ver qué hacen el de Palencia y el de Murcia. Si siguen bordes, peor para ellos y mejor para ella. En el congreso de Madrid los barrerá.
-Por idiotas.
-Exactamente, por idiotas. Pero te digo que…
- ¡No, el murciano otra vez, no!
-No mujer, iba a decir que esto no ha hecho más que empezar.
-Es que con la política rabias mucho pero no te aburres nunca.
-Y que lo digas, hija. El congreso de Madrid puede ser la bomba.
- ¡Cómo no la ponga el murciano! "Murcianos de dinamita", ¿no?
-Sí, pero lo dijo Miguel Hernández, que era de Alicante. Los vecinos siempre se llevan mal.
-Entonces, como en el PP. Hala, aplaudimos un poco más y a casa.)