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Federico Jiménez Losantos

Desentierran a Franco para no dejarnos votar

Ideológicamente, supone también el triunfo póstumo de Franco, que no creía que los españoles estábamos hechos para vivir en democracia.

Ideológicamente, supone también el triunfo póstumo de Franco, que no creía que los españoles estábamos hechos para vivir en democracia.
Pablo Iglesias y Pedro Sánchez | EFE

La última vez que el PSOE llegó al Poder por la puerta falsa -tres días después de manipular la masacre del 11M de 2004- nos costó poco entender lo que estaba pasando. No lo que ya había pasado, la masacre y su manoseo mediático, que lo entendimos de inmediato, sino el proceso político de fondo que se abría al llegar Zapatero al Poder. Sin embargo, pocas semanas después de los hechos, media nación tenía claro, gracias a unos medios no muy numerosos pero fuertes y a unos políticos, los del PP, ideológicamente sólidos, que de la mano del PSOE, de quién si no, retornaba el espíritu de la Guerra Civil.

La olvidada resistencia al zapaterismo

Dos son en mi memoria los hitos que llevaron a la extraordinaria movilización cívica contra el proyecto del PSOE, la ETA y el separatismo, con un PP noqueado pero aún no vendido al PSOE como en 2008. El primero fue el de los "agujeros negros" del 11M que Fernando Múgica denunció en El Mundo, que deslegitimaba la forma de llegar al Poder ZP. El segundo, que denunciaba el despeñadero al que quería llevar a España, fue el implacable análisis de Mayor Oreja en una entrevista conmigo en la Cope: la izquierda y el nacionalismo volvían a la estrategia de Ruptura contra el franquismo, que era la media España nacional, deslegitimando la Transición a la democracia y el propio régimen constitucional de 1978, que parte de la Amnistía que se conceden los antiguos bandos de la guerra civil y culmina en el referéndum nacional que aprobó de forma masiva la primera Constitución realmente consensuada de nuestra Historia.

Lo que buscaban el PSOE, los nacionalistas y el aparato mediático encabezado por PRISA relegitimando la II República y la Guerra Civil era echar del sistema a la derecha democrática, el PP, con el "cordón sanitario" de los demás partidos, y recuperar a la ETA y toda la izquierda antisistema. Se había ensayado de 2002 a 2004 con las movilizaciones del Prestige y la Guerra de Irak. Se puso en práctica desde el mismo discurso de investidura de Zapatero, en tres aspectos: 1/ el guerracivilismo, plasmado luego en la Ley de Memoria Histórica; 2/ liquidar la política exterior española desde la Transición, alineada con la OTAN y la UE, que sustituyó por la islamófila Alianza de Civilizaciones, detrás de la cual no estaba sólo Turquía sino el triángulo Teherán-La Habana-Caracas, su cubil actual; y 3/ pactar con la ETA deslegitimando a sus víctimas y corrompiendo a la AVT de Alcaraz. Reconozcamos que, salvo en la política exterior, que evolucionó de traidora a insignificante, el proyecto político de Zapatero está muy cerca de triunfar.

La ilegitimidad de Sánchez y la vuelta a 1936

En la legislatura esencial de Zapatero, de 2004 a 2008, había medios de oposición, aunque acosados por la jauría izquierdista (si Máxim Huerta quiere saber lo que significa "jauría", que lea mi libro El Linchamiento). Pero en 2008, tras perder las elecciones, Rajoy decidió pasarse al régimen nacido del 11M y protagonizar el guión que Polanco y Cebrián escribieron para Gallardón. Lo aceptaron, siempre que atacara a los que más habíamos defendido a él y a su partido frente al guerracivilismo de ZP y su apaño con la ETA. Lo hizo, con esa vileza mohosa que lo ha caracterizado hasta el final. El precio de su supervivencia personal fue la liquidación ideológica del PP.

Cuando la crisis económica hundió al PSOE, pudo recuperar su viejo programa, pero prefirió mantener su pacto con la izquierda y traicionar sus promesas electorales. Los cuatro años de la mayoría absoluta supusieron la continuidad del zapaterismo en lo sustancial: Memoria Histórica, Violencia de Género, golpismo catalán, pacto con la ETA y control absoluto de los medios por la izquierda radical. Los otros dos, los vivió como un rentista de la política, sin más partido que el del Poder ni otra ideología que la de ir tirando. Siempre colgando de Podemos, el monstruo creado por La Sexta para asustar al votante del PP y "hacer el sándwich" a PSOE y Ciudadanos.

Pero hete aquí que tras llegar al Poder por un pacto secreto con el PNV y los catanazis, al que no ha sido ajeno el propio Rajoy, que en vez de dimitir prefirió dejar el Poder a un Gobierno sustentado sólo en 84 escaños y en el apoyo de los comunistas, separatistas vascos y golpistas catalanes. Pues bien, ese Gobierno cuya única función es la impedir que los españoles podamos votar, por si nos da por votar a Ciudadanos, ha decidido llevar a cabo el ensueño guerracivilista y antinacional de Zapatero, Pablenin y el propio Sánchez: sacar de su fosa los restos mortales de Franco, supongo que para metérselos en la cama, como hicieron en tiempos de Carlos II con la momia de san Isidro, a ver si conseguía procrear, uy, mantener la dinastía.

Chantaje al centroderecha maricomplejines

El propósito de Sánchez y el hacendado de Villa Tinaja es idéntico: mantener en el Poder una dinastía de gobiernos de Izquierda presentando a la Oposición este dilema: o apoyáis la operación de sacar de la fosa a los muertos del bando nacional, encabezados por su jefe histórico, militar y político, o estáis contra la democracia, y mi jauría mediática os aniquilará. Y como el PP no fue capaz de anular la Ley de Memoria Histórica que nunca debió firmar Campechano y como Rivera es tan maricomplejines, es decir, tan domado en la escuela catalana y tan cobarde ideológicamente que votó con Podemos y el PSOE desenterrar a Franco, me temo que tragarán. Es decir, que aceptarán que la legitimidad democrática en España la dictan los que defienden las chekas, los paredones, la quema de iglesias, la tortura y asesinato de católicos por decenas de miles, el latrocinio del Patrimonio nacional y el de los particulares, el golpismo permanente del partido que nos llevó a la Guerra Civil: el PSOE, golpista en el 34 contra la República y asesino de la Oposición: no sólo fueron a matar a Calvo Sotelo también a Gil Robles y Goicoechea, los otros líderes de la Derecha en las Cortes, para asegurarse del estallido de la Guerra Civil que creían seguro ganar.

He dedicado todo un libro, Memoria del Comunismo, a recordar todo lo que, desenterrando a Franco, quiere la Izquierda social-comunista enterrar: su propia historia criminal, de ladrones, golpistas y genocidas. Los hubo honrados, como en el otro bando los hubo malvados, y entre los que provocaron la contienda no pocos se arrepintieron, como Azaña o, entre los que llegaron vivos aunque ancianos a la democracia, Tarradellas. Por eso se hizo la Transición como un acuerdo de mutua amnistía, nunca desmemoria. Pero lo que ahora quieren imponernos es una visión guerracivilista de la Guerra Civil, para no olvidar nunca quiénes la perdieron ni perdonar a los que la ganaron. En tantos miles de casos, unos y otros de la misma familia.

Sánchez le da la razón a Franco

Por la vileza del Gobierno y la cobardía de la Oposición, vamos a asistir al triunfo de la manipulación más paradójica de nuestra historia: desenterrar al dictador que ganó la guerra a los partidarios de una dictadura comunista -era lo que se libraba en España, como en Rusia en 1918- y tras ganar una guerra que tenía perdida proscribió las elecciones, con el fin de que los españoles no podamos votar libremente a nuestro Gobierno. Es un acto criminal, antinacional y antidemocrático. También una prueba para ver si hay políticos y ciudadanos dispuestos a defender la nación, toda ella, los azules y los rojos, sin sacar a Franco del Valle de los Caídos ni al fundador del PSOE del cementerio civil, ni a los mártires de Paracuellos de las fosas a que los condenaron socialistas, comunistas y la izquierda casi en general.

Ideológicamente, supone también el triunfo póstumo de Franco, que no creía que los españoles estábamos hechos para vivir en democracia. Si unos no la respetan y otros no la defienden, Sánchez le ha dado la razón.

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