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Federico Jiménez Losantos

Ante un gobierno del PSC y unas Cortes separatistas, no cabe la abstención

Primero, a votar. Luego, sea cual sea el resultado del 26, empezará una larga y dura Resistencia. Y después, tal vez, la Reconquista.

Primero, a votar. Luego, sea cual sea el resultado del 26, empezará una larga y dura Resistencia. Y después, tal vez, la Reconquista.
Meritxell Batet y Manuel Cruz, del PSC, propuestos por Sánchez para presidir el Congreso y el Senado. EFE

Sin más necesidad que la que, al parecer, le apremia para destruir el orden constitucional y liquidar la soberanía nacional, Sánchez ha destruido cualquier posibilidad de investidura mediante la abstención Cs y el PP, que le permitiría no depender de los separatistas. Al formar una Mesa de las Cortes presidida por el PSC más rabiosamente anticonstitucional, el de Meritxell Batet, y donde figuran los podemitas más antiespañoles, como el argentino Pisarello, el mismo tiparraco que arrancó una bandera española de las manos de Alberto Fernández Díaz en el balcón de la plaza de San Jaime, Sánchez anuncia, antes incluso de ser llamado a consultas por el Rey, que se propone presidir un Gobierno basado en su alianza con los golpistas catalanes, el partido de la ETA y el de los genocidas venezolanos.

Contra ese monstruo hay que salir a votar el domingo que viene.

Sin abstención, pacto de legislatura o lucha sin cuartel

Aunque la Guardia Civil haya celebrado su 175 aniversario con la detención del socio del maltratador Eguiguren, el jefe etarra Josu Ternera; y aunque el Supremo condene a largas penas de cárcel a los golpistas del 1 de octubre, está claro que el PSOE -en rigor, PSC- desde sus birriosos 123 escaños, se dispone a gobernar contra media España y toda la Constitución. Eso impide a PP y Cs, no hablemos de Vox, proponer la abstención como mal menor, para evitar la entrada a saco en los ministerios de comunistas y separatistas, como muchos queríamos. Sánchez no deja más opción a la España constitucional que la oposición en el parlamento y la movilización en la calle. No vamos, pues a una legislatura. Vamos a una demolición y a impedirlo, sin término medio. O echamos a Sánchez o él echa de la política a los españoles que no aceptamos la destrucción del régimen constitucional, el desmantelamiento del Estado y la liquidación de la nación española.

Por eso, todas las derechas deben ir a votar el domingo que viene.

La situación actual sólo tiene una ventaja: la claridad. A cambio, los tres partidos del centro derecha tienen sólo una semana para enderezar una campaña electoral de un caudillismo lamentable, víctimas del mal resultado de las elecciones Generales, y sin tener en cuenta que el mayor peligro es la desmoralización de sus votantes, muy en especial los del PP y los de Vox.

Los errores de los líderes del centro-derecha

La primera semana electoral -por fortuna queda otra- ha mostrado un evidente problema psicológico en los líderes del centro derecha: en Rivera, de infatuación injustificada; en Casado, de miedo al partido; y en Abascal de creer que el entusiasmo de los incondicionales es contagioso y la trampa propagandística del adversario: que cabe ganar unas elecciones generales en los mítines y las redes sociales porque dicen que dice Bannon, que no tiene ni idea de España, que así ganó Trump las presidenciales en los USA.

Esto último es una patraña ridícula. Trump ha sido el candidato del Partido Republicano y ha contado con la cadena Fox para sustentar el discurso del odio a los medios progres, que en los USA son casi todos. La presencia de Trump en las cadenas fue abrumadora en casi toda la campaña electoral, porque era comercial y porque se creía fácil derrotar a un payaso. Además, él ya era conocidísimo por su pasado de estrella de la televisión.

Si Abascal hubiera ganado Supervivientes, para lo que, sin duda, tiene madera, si hubiera sido el candidato del PP y si hubiera tenido Antena 3 a su favor, habría estado en las mismas condiciones que Trump, en pobre. Pero ni tenía tanta popularidad, ni dinero, ni era candidato del PP ni pudo asomarse a la televisión. La mayor bobada que acabaron creyéndose ellos mismos fue que no acudir a los debates le favorecía. ¿Pero cómo va a favorecer al menos conocido y con menos partido de los líderes no poder debatir en televisión? Que hubiera favorecido a Sánchez, lo dudo, que perjudicó a Vox no ofrece la menor duda. ¡Pues aún hay quien lo cree!

Lo de Rivera es un caso también de alucinación compartida, pero más psicológica que real. Su resultado electoral, siendo un éxito, no deja de ser también la constatación de que sólo un hundimiento total y rápido del PP lo convertiría en líder indiscutible de la Oposición. Y eso sólo sucederá si el marianismo se carga a Casado y con su colaboración. Por otra parte, es absurdo el discurso triunfalista ante unas elecciones municipales en las que la estructura del PP hace muy difícil el dichoso sorpasso. Y, salvo Pagaza y Bal, sus fichajes han sido tan mediocres y electoreros como los del PP. Para Cs, lo mejor es que el PP está peor. Pero eso sólo favorece al PSOE. Aún.

Lo de Casado ha sido el típico resbalón del debutante en Las Ventas, que se cae delante del toro antes de que éste llegue a empitonarlo. Como a Rivera, le pierde la hiperactividad y ha cometido un error esencial: mostrar debilidad ante el galleguismo, sea feijoísta o anapastorista, léase rajoyano. Su fuerte está en la renovación y su equivocación ha sido la confección de las listas, pero lo peor es lo que ha hecho: negar cualquier equivocación y enfadar a los candidatos del partido, quitándoles protagonismo electoral. Dos de los mejores me lo decían fuera de micrófono: "si tú tienes al día dos declaraciones mías y tres de Pablo, pondrás una de Pablo y ninguna mía. Así, ni te das a conocer ni dejas de recordar que perdiste las Generales".

El error técnico de la campaña

¿Tan difícil es verlo? ¿Tan noqueado está que no ve venir el K.O.? Yo espero que Casado deje de atacar a sus socios pensando que defiende al partido y deje de salir continuamente en la tele ocultando a los candidatos. Es verdad que su campaña en Andalucía tuvo mucho mérito. Pero venía de una victoria, la del Congreso del PP; no de una derrota, la de las Generales. Si el PP tiene la mejor estructura de la Derecha, parece mejor dejarla que aflore y se imponga, no ahogarla cuando hay poco dinero para la campaña. Si la Izquierda lo gana todo el 26, esa factura la pagará él, y sin necesidad.

Los miserables escraches a Villacís y Díaz Ayuso, que al menos podían haber sido electoralmente rentables, competían en los medios -todos de izquierdas- con las imágenes de Rivera y Casado, que hasta donde yo sé, no se presentaban a ninguna comunidad ni ayuntamiento. Un ejemplo del PP: hay una foto de Casado bebiendo en porrón. Tal vez lo hizo Almeida, que estaba al lado, pero esa foto no salió. ¿Cabe mayor error de campaña? Pues así, todos los días. Otro ejemplo, esta vez de Cs: se filtra a los medios que no hará campaña por Valls, que fue capricho de Albert pero que lo hará Arrimadas. Resultado: Inés está bien, como siempre. De Valls, ni una foto.

Y lo peor de esta onerosa, innecesaria y algo ridícula apoteosis del liderazgo partidista es que no se envía a los votantes el mensaje esencial para evitar su desmovilización: el miedo a la izquierda. Están tan fuera de sitio que ni siquiera aprovechan la Feria de San Isidro para hacer campaña en favor de la Fiesta, que la podemita Isabel Serra ya ha anunciado que prohibirán. ¿A qué esperan? ¿A que la prohíban? ¿A qué esperan para defender la Monarquía? ¿A que haya un referéndum sobre la República?

El camino a la Resistencia

La elección de dos nacionalistas radicales del PSC para presidir el Congreso y el Senado es una ofensa a los españoles como tales y la prueba de que Sánchez sólo contempla como acción de Gobierno el acuerdo con el separatismo catalán, preludio del vasco y de los que vengan. Podemos no tiene un plan diferente, y ahí está el antiespañol Pisarello para demostrarlo. La oposición, los tres partidos españoles, no tiene más remedio, aunque no sintiera la obligación, de combatirlo desde el primer día.

Eso no excluye contestar claramente a la petición en plan de sorna de la siniestra Celáa de que no les dejen en manos de los separatistas… a los que les acaban de entregar las dos cámaras: ¿Quiere su abstención? Negóciela con un acuerdo de Gobierno. ¿No la quiere, como demuestra su entrega total al proyecto separatista? No la pida y váyase a freír espárragos. Para esto, hay que ir a la televisión a todas horas; a la radio, cada minuto y a los periódicos, cada segundo. Si no, el mensaje será de rechazo de una derecha sectaria y tonta, repetido mil veces hasta que cale.

Hay que insistir en el carácter tramposo de Sánchez una y mil veces. Y en que hay que votar el 26 contra los sicarios de Venezuela, los socios de la ETA y los cómplices del golpismo catalán. Si no se moviliza toda, pero absolutamente toda, la Derecha, todo irá muy pronto a peor, a mucho peor. Preparémonos. Primero, a votar. Luego, sea cual sea el resultado del 26, empezará una larga y dura Resistencia. Y después, tal vez, la Reconquista.

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