Según la biografía que se ha difundido de la criatura,
"[Jean] creció cantando y tocando música folk con su familia. Pasó un año en el Smith College, y luego estuvo un verano en la Universidad de La Habana, donde pulió su español, conoció la historia, la cultura y la política cubanas e hizo algunos de sus amigos más queridos".
Principalmente, mientras hacía cola, cada día y durante horas, para hacerse con algo de papel higiénico.
En otras palabras: Rohe es, simplemente, la típica chica americana; hasta en la recalada en la Cuba de Castro.
En un artículo involuntariamente irónico sobre su valiente decisión de atacar al orador invitado, Rohe describe cómo, en vísperas de su discurso, recorrió el campus y descubrió lo extraordinariamente popular que sería atacar a McCain. Los ataques contra el senador republicano arrancaron salvajes aplausos de la concurrencia en dos ceremonias de graduación celebradas el día anterior.
En mi pueblo, al que sigue la corriente no se le llama "valiente", sino "servil".
Ese día Rohe se encontró por todas partes con estudiantes y miembros del claustro que, pertrechados de brazaletes, preparaban sus protestas. "La cosa parecía bastante seria", dijo ella misma.
Todo aquel que habló con Rohe la víspera de la ceremonia se oponía a la guerra de Irak y detestaba de corazón a McCain. Su madre, esa que torturaba a los niños haciéndoles cantar canciones folk, lloró cuando Rohe le leyó por teléfono su discurso de analfabeta.
La resolución de Rohe a la hora de contar a la audiencia lo que quería escuchar, garantizándose salvajes ovaciones, sólo se vio reforzada cuando le dijeron que acudirían los medios de comunicación. Aquellos que digan que lamerle el culo a la audiencia a base de insultar a un invitado es un caso de falta de agallas no comprenden los increíbles riesgos que asumía la Rohe al atacar a un republicano en la New School: ¡Serás una paria en el West Village! ¡Jamás volverás a cantar en un club de jazz del Lower East Side! ¡Y ni siquiera pienses en poner un pie en el Upper West Side!
Más tarde, Rohe dijo: "Era algo que no quería hacer pero que sabía que tenía que hacer, por obligación hacia mis propios valores". Que, mira por dónde, son exactamente los mismos que los de la audiencia, el claustro, sus compañeros, su novio y su madre. Todos ellos comparten el valor de ser maleducado con un invitado, que, mira por dónde, es republicano, senador y héroe de guerra condecorado.
Así que Rohe atacó el discurso de McCain antes de que éste pudiera pronunciarlo, con estocadas tan devastadoras como ésta:
"El senador McCain nos dirá que nosotros, aquellos de nosotros que somos americanos, 'no tenemos nada que temer unos de otros'. Estoy firmemente de acuerdo con esto, pero lo llevo un paso más allá: no tenemos nada que temer de nadie sobre este planeta viviente".
Excepto de toda esa gente que quiere matarnos. Como, por ejemplo, Osama ben Laden –que, según Rohe, estará furioso con Bush porque todavía no ha sido capturado–. ¿No es Osama una persona "sobre este planeta viviente"? ¿Cree Rohe que algo tenemos que temer de él?
Lamento ser una snob, pero esta imagen confianzuda de los terroristas ya es bastante difícil de tragar cuando proviene de progresistas inteligentes; cuando tengo que escuchar la versión New School mis ojos no sólo se salen de las órbitas, también de las cuencas.
Tal vez Rohe crea, de todo corazón, que Bush es un imbécil y McCain un capullo, y que la guerra está mal. Puede que lo pensara incluso si alguna vez llegara a reunirse con gente que tenga opiniones distintas a las suyas. En todo caso, simplemente debería decir: "Lo sé, lo sé, soy una tipa completamente convencional, la personificación del seguidismo, una veleta que no tiene lo que hay que tener para hacer frente a las creencias de los que me rodean, pero eso es lo que creo".
Si usted quiere ver verdaderos rebeldes anti-establishment tendrá que acudir a una reunión de los College Republicans. Se rebelan contra al menos el 99% de sus profesores. Incluso los manifestantes pacifistas originales, los de los años 60, se rebelaban sólo contra el 5% de sus profesores. Los progresistas universitarios de hoy copian como monos las creencias del 99% de sus profesores, y a continuación fingen ser radicales inconformistas.
Siempre hemos tenido que soportar a los pelotas sin amor propio, a los niños que siempre levantan la mano, que se presentan voluntarios para las tareas extraescolares o que salen a la pizarra cuando la maestra sale de clase. Pero hasta ahora no habíamos tenido que sufrir la audacia de unos lameculos que nos dicen: "Soy malo. Cuando acaban las clases limpio los borradores de los profes porque soy maaaaaaaaaalo". Hasta ahora, con estos universitarios progres.
No me importa lo que piensen los progresistas. No me importa que sean unos adulones debiluchos. Pero que no insulten mi inteligencia diciéndome que son valientes.
Ann Coulter es una de las columnistas más influyentes de EEUU, y una verdadera bestia negra para los progresistas. Sus libros son inquilinos habituales de las listas de best sellers.