Aunque la mayoría de los medios de comunicación internacionales ha caracterizado los resultados simplemente como una "victoria de la derecha" luego de veinte años de gobiernos de izquierda, la administración entrante representa mucho más que un cambio ideológico. La victoria electoral de la Alianza significa el retorno al poder del grupo de jóvenes innovadores que ingeniaron, después de los primeros y turbulentos años del régimen de Pinochet, lo que ellos denominaron la "toma amigable" del gobierno militar, cuyo resultado fue un milagro económico, una nueva Constitución democrática y el traspaso voluntario y ordenado del poder a un gobierno civil liderado por la oposición una década más tarde.
Tan exitosas fueron las políticas diseñadas por estos modernizadores, que tiempo más tarde fueron emuladas en diferentes partes del mundo, en sitios tan distantes como Asia, pero más notablemente en los países excomunistas de Europa del Este. En Chile, mientras tanto, ninguno de los gobiernos de la Concertación se atrevió a deshacer ninguna de las reformas. Ni siquiera lo ha hecho la actual presidente, Michelle Bachelet, a pesar de tratarse de una socialista que a finales de los años setenta se había exiliado en la entonces estalinista Alemania Oriental.
Gracias a las políticas transformadoras aplicadas en los años ochenta, la pobreza se redujo, en poco más de una generación, de un 45% al actual 15%. Hoy en día, Chile es una nación próspera, estable y pacífica; un Estado de Derecho en una región en la que la inestabilidad política, la narcoviolencia y el caos económico son todavía la norma, y los líderes políticos, demagogos como Hugo Chávez.
El nuevo presidente, Sebastián Piñera, obtuvo un doctorado en Economía en la Universidad de Harvard y es un empresario exitoso. Antiguo profesor universitario y senador, es miembro de Renovación Nacional, el componente menor y más centrista de la Alianza por Chile. También es hermano menor del reformista de los años 80 José Piñera, responsable de la privatización de la Seguridad Social, que creó el primer sistema privado de pensiones del mundo.
Aunque, como mencioné anteriormente, todos los gobiernos de la Concertación continuaron con las políticas económicas que heredaron, y que tanto beneficiaron al país, tampoco llegaron a acometer nuevas reformas sustanciales, más allá de algunos exitosos programas de índole social y de combate contra la pobreza. Mientras que Chile se prepara para celebrar su bicentenario –en septiembre–, es muy probable que el gobierno de Sebastián Piñera dé inicio a una etapa de reformas e innovación que termine por convertir a Chile en la primera nación desarrollada de América Latina.
© Diario de América
PABLO KLEINMAN, editor de Diario de América y presidente de la Fundación Californiana.
Tan exitosas fueron las políticas diseñadas por estos modernizadores, que tiempo más tarde fueron emuladas en diferentes partes del mundo, en sitios tan distantes como Asia, pero más notablemente en los países excomunistas de Europa del Este. En Chile, mientras tanto, ninguno de los gobiernos de la Concertación se atrevió a deshacer ninguna de las reformas. Ni siquiera lo ha hecho la actual presidente, Michelle Bachelet, a pesar de tratarse de una socialista que a finales de los años setenta se había exiliado en la entonces estalinista Alemania Oriental.
Gracias a las políticas transformadoras aplicadas en los años ochenta, la pobreza se redujo, en poco más de una generación, de un 45% al actual 15%. Hoy en día, Chile es una nación próspera, estable y pacífica; un Estado de Derecho en una región en la que la inestabilidad política, la narcoviolencia y el caos económico son todavía la norma, y los líderes políticos, demagogos como Hugo Chávez.
El nuevo presidente, Sebastián Piñera, obtuvo un doctorado en Economía en la Universidad de Harvard y es un empresario exitoso. Antiguo profesor universitario y senador, es miembro de Renovación Nacional, el componente menor y más centrista de la Alianza por Chile. También es hermano menor del reformista de los años 80 José Piñera, responsable de la privatización de la Seguridad Social, que creó el primer sistema privado de pensiones del mundo.
Aunque, como mencioné anteriormente, todos los gobiernos de la Concertación continuaron con las políticas económicas que heredaron, y que tanto beneficiaron al país, tampoco llegaron a acometer nuevas reformas sustanciales, más allá de algunos exitosos programas de índole social y de combate contra la pobreza. Mientras que Chile se prepara para celebrar su bicentenario –en septiembre–, es muy probable que el gobierno de Sebastián Piñera dé inicio a una etapa de reformas e innovación que termine por convertir a Chile en la primera nación desarrollada de América Latina.
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PABLO KLEINMAN, editor de Diario de América y presidente de la Fundación Californiana.