Los 33 regresos a la superficie fueron muy emotivos, pero lo fueron de manera especial los de Mario Sepúlveda, que ayudó a disminuir la tensión con su alegría, su actitud positiva y su sentido del humor, y Mario Gómez, que se arrodilló para dar gracias a Dios.
Este rescate resulta ejemplar porque da cuenta del alcance de los valores humanos puestos al servicio de la vida. Ahí estuvieron la fortaleza que permitió superar las situaciones adversas, la fe de los mineros en Dios, en sí mismos y en los demás, la alegría de los familiares, del equipo de rescate, del mundo entero. La generosidad la simbolizaron los centenares de empresas –chilenas y extranjeras– que se unieron a la causa.
Debemos resaltar la esperanza que se posó en nuestros corazones desde que Mario Gómez envió el mensaje en que comunicaba que los 33 estaban con vida. Esperanza que se materializó en el célebre rescate, del que fueron testigo millones de personas en multitud de países.
La sociedad chilena nos enseña que, por más difíciles que sean las circunstancias –el terremoto de febrero sigue provocándonos escalofríos–, siempre hay razones para recuperarse de las caídas y seguir adelante, para construir una humanidad mejor unida e integrada.
El accidente y el posterior rescate ha de sentar un precedente. Como dijo el presidente chileno, Sebastián Piñera, ha de ser un hito que lleve a cambiar cierta forma de hacer las cosas en la minería y otros sectores. Los gobiernos de los países latinoamericanos deben aprovechar la ocasión para exigir más rigor en la minería, la construcción, los transportes, etc. Hay que reflexionar sobre la seguridad laboral. Durante estos meses, varios países se han visto afectados por desastres naturales. ¿Estamos preparados para afrontar sucesos así, tantas veces devastadores?
El rescate nos ha enseñado, además, que la técnica y la ingeniería, bien orientadas, pueden emplearse al servicio del hombre, sobre todo en circunstancias extremas.
En contextos graves, la grandeza del corazón humano se pone a prueba para luchar por algo que vale la pena: el amor a los demás. Como precisó Víctor Frankl en El hombre en busca de sentido, "la salvación del hombre sólo es posible en el amor y a través del amor".
CARLOS ALBERTO ROSALES PURIZACA, licenciado en Educación por la Universidad de Piura (Perú).