Pero no mucho ha resultado de esta reunión, y la razón es el vergonzoso estado en que América Latina se encuentra hoy, gracias a las iniciativas del presidente venezolano Hugo Chávez y a su intención de reclutar nuevos aliados para su folclórica "revolución".
Chávez se ha estado entrometiendo en las cuestiones internas y bilaterales de varios países, particularmente en Sudamérica. Su embajador en el Perú tuvo que ser llamado a Caracas por su intromisión en la campaña electoral peruana a favor del candidato Ollanta Humala, otro ex militar con un pasado violento, convertido ahora en defensor de los derechos indígenas.
Ya tuvo éxito en su apoyo al recientemente electo presidente de Bolivia, el ex líder cocalero Evo Morales, y lo ha alentado a jugar duro contra las empresas de petróleo y gas en ese país, "nacionalizando" los recursos naturales bolivianos. Pero estas compañías no son las multinacionales de siempre, las que dan pie a gritos como Yankees go home, ya que la principal productora en ese país es la empresa estatal brasileña Petrobrás.
Morales, siguiendo la verborrea de Chávez, ha llamado a la empresa brasileña "contrabandista", "violadora de la seguridad jurídica" y usufructuaria de "contratos ilegales". Las usuales relaciones amistosas entre Bolivia y Brasil son ahora tema de preocupación en la región, y se trata de algo bastante curioso, teniendo en cuenta el pasado ideológico común entre Morales y Lula da Silva. También presente en Viena estuvo la posición intransigente de la Argentina en relación con la instalación de dos fábricas papeleras en Uruguay, en el río que los dos países comparten como frontera. El presidente argentino, Néstor Kirchner, evitó encontrarse con y saludar al presidente uruguayo, Tabaré Vázquez, otros dos personajes que provienen del mismo lado del espectro político.
Chávez ha tenido, asimismo, fuertes confrontaciones con el presidente colombiano, Álvaro Uribe, y el mexicano, Vicente Fox, y se las arregló para arruinar la pasada Cumbre de las Américas en la ciudad de Mar del Plata, en noviembre de 2005. También hizo todo lo posible para frustrar esta otra cumbre en Viena, pues detrás de sus actuaciones dramáticas se encuentra su repudio a todo lo relacionado con el libre comercio, el mercado y la empresa privada.
Pero sus maniobras políticas pueden tener consecuencias no previstas. Lo que esta radicalización de la política latinoamericana está logrando es que socialistas moderados como la presidente de Chile, Michelle Bachelet, y el mismo Tabaré Vázquez se acerquen más a los Estados Unidos. Con la controversia de las papeleras, el Mercosur está herido de muerte y Vázquez avanza en un tratado bilateral con el país del norte.
La muerte del Mercosur deja al ALCA como única alternativa, que algunos países ya persiguen en forma individual. Parece que el vergonzoso show de América Latina no sólo está ahuyentando a los europeos.
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