Mi amigo y yo estuvimos de acuerdo en considerar que Israel es el único país que tiene la capacidad y la audacia no para bombardear Irán, sino para destruir sus instalaciones nucleares militares, como hizo en su día en Irak y, hace muy poco, en Siria (en condiciones aún bastante misteriosas). Claro que en Irán será más complicado, porque los ayatolás han intentado esconder y diversificar sus instalaciones nucleares. Pero tengo entendido que el ejército y la inteligencia militar israelíes conocen los lugares en que se encuentran.
Creo que las recientes maniobras aéreas israelíes y el lanzamiento de cohetes de largo alcance por parte de Teherán han aumentado la inquietud, la angustia inclusive y, en todo caso, la actualidad del problema. Además, las presidenciales norteamericanas tendrán lugar en noviembre, y nadie sabe a ciencia cierta quién se alzará con la victoria, ni qué actitud tendrá la nueva Administración ante al peligro iraní. Aunque se nota que los americanos están preocupados, y no sólo Bush y los aspirantes a sucederle. Buena muestra de ello es que Barack Obama, que hasta ahora venía proclamando que si resultaba elegido iría a Teherán para charlar con Ahmadineyad, con lo que todo se arreglaría, ha endurecido el tono de sus discursos y, por primera vez, habla del peligro iraní y condena los provocadores lanzamientos de misiles, que pueden alcanzar Israel y las bases norteamericanas en la región.
Evidentemente, sería a todas luces preferible que Israel no se quedara solo, aislado, a la hora de acometer esta operación aérea, que los USA le ayudasen. No se ve muy bien qué otro país occidental o árabe podría apoyarle. España, desde luego, no: España ha dado al miedo carta de ciudadanía.
Por otra parte, me he enterado, por fuentes diplomáticas israelíes, de que países como Jordania y Arabia Saudí consideran que un Irán dotado de una fuerza nuclear militar constituiría un peligro inmenso para toda la región, por lo que anhelan que Jerusalén bombardee sus instalaciones nucleares lo antes posible. No lo dicen, claro: callan como putas y se preparan para festejar de puertas adentro y, de puertas afuera, condenar formalmente la agresión.
Algo parecido ocurre con la UE, o al menos con varios de sus Estados miembro, porque cada vez son menos los que creen de veras que el diálogo puede convencer a los iraníes de que se conformen con el uso civil de la energía nuclear; pero siguen, de boquilla, privilegiando la negociación para "evitar una nueva guerra" y obligar pacíficamente a los ayatolás a ser buenos chicos.
Lo que pasa es que la UE no tiene ni las armas ni la voluntad ni... eso para emprender una acción militar, como ya se vio en la ex Yugoslavia, y prefiere que sea Israel quien actúe. Espera que Jerusalén acierte en sus bombardeos para, luego, ya aliviada, proceder a la crítica y seguir, bien tranquila, delirando sobre la negociación y la paz. La UE es una entelequia mayoritariamente cobarde.
Ahora que, para cobarde, José María Ridao, que en el artículo "Encrucijada nuclear en Oriente Próximo" (El País, 10-VII-2008) sienta cátedra de imbecilidad. En tono pseudo-objetivo y diplomático, critica el monopolio nuclear de Israel en la zona, dando a entender que otros países de Oriente Próximo –Irán incluido– tienen el derecho absoluto a poseer las mismas armas. Además, queriendo analizar los intereses y estrategias de unos y otros, habla de Irán como si fuera un país como los demás, con sus intereses, derechos y obligaciones.
Yo rechazo con el mayor desprecio esa idea ridícula: con su agresivo fanatismo religioso, su régimen despótico, su activa ayuda a los movimientos terroristas islámicos, sus continuas amenazas a Israel, su falta de democracia y su sometimiento de las mujeres, Irán no es un país cualquiera, sino uno particularmente peligroso y agresivo. Una tiranía islámica. Se me dirá que allí hay elecciones. Sí, las hay. Pero sólo se elige entre los favoritos de los ayatolás, y la diariamente machacada oposición queda excluida de esos simulacros electorales, como se excluye a todos los que no tienen la suerte –o la desgracia– de complacer a los ayatolás.
Desde las alturas de su sabiduría universal, el señor Ridao larga sus sentencias y comenta sus apriorismos como si se tratara de realidades. Resumiendo, que es gerundio: Ridao –como tantos otros– afirma que los USA han fracasado en Irak y que están fracasando en Afganistán; que han llegado al limite de su capacidad militar "convencional" en la zona y que, por lo tanto, no pueden con Irán, que, por otra parte, se ha reforzado considerablemente gracias a los errores yanquis. Por lo tanto, concluye, cualquier intervención de los USA sería una catástrofe para los propios USA y para el mundo entero. Y, tan contento, se va a merendar.
Pues es sencillamente falso. La primera etapa de esta guerra, o sea la destrucción de la tiranía iraquí, la captura, juicio y ejecución del tirano Sadam Husein, fue un éxito. Lo que pocos –incluso en el Pentágono– habían previsto fue que todas las organizaciones y países terroristas (Irán, Siria) se aprovecharan de la presencia y las dificultades del ejército americano en Irak, y de la guerra civil en dicho país, para intervenir. A resultas de ello, en Irak se originó un gigantesco caos, con tremendos atentados casi diarios, y aún hoy no se sabe quién va a salir victorioso.
El caos iraquí, como la recrudescencia de los atentados talibanes en Afganistán, se inscriben en la larga guerra que el islam radical ha declarado a Occidente, una guerra que no tiene frente, retaguardia ni calendario, que lo mismo se desarrolla en Europa que en los USA, en África del Norte como en Indonesia o Pakistán. José María Ridao –y miles más: su artículo no tiene la menor originalidad– no quiere ver esa guerra sucia, que va para largo, en la que Occidente conocerá derrotas y victorias, y considera que la culpa de todo la tienen los USA e Israel –opinión compartida por irán–. No ven la realidad; y además de ciegos son cobardes.