Si Estados Unidos no hubiera invadido Irak el mundo no se hubiera enterado de que el hijo del secretario general, Kojo Annan, trabajaba para la empresa suiza Cotecna, contratada por la ONU para supervisar las transacciones del programa Petróleo por Alimentos. Según la investigación dirigida por Paul Volcker, ese programa permitía un "comportamiento ilícito, inmoral y corrompido" en una organización burocrática que resiste implacablemente todo intento de reforma.
Benon Sevan seguiría dirigiendo el programa que permitió que el ruso Vladimir Kuznetsov, quien antes había presidido el Comité Asesor de Presupuestos de la ONU, siguiera depositando los sobornos recibidos bajo el programa Petróleo por Alimentos en su cuenta bancaria de la isla caribeña de Antigua. Otro diplomático ruso en la ONU, Alexander Yakolev, seguiría distribuyendo los millones que obtuvo en el mismo programa. Ambos han sido arrestados.
La misma corrupción contaminó a diplomáticos franceses y alemanes. Ahora sabemos por qué Rusia, Francia y Alemania se opusieron tan desesperadamente a la invasión de EEUU. Pero el problema es que hace pocas fechas esa misma gente insistía en adoptar sus recomendaciones para, supuestamente, "reforzar" a la ONU.
La llegada del nuevo embajador de EEUU en la ONU, John Bolton, no ha podido ser más oportuna, y debemos ser conscientes de que la visión del Gobierno mundial de la ONU es la fórmula perfecta para una corrupción infinita y la inevitable represión. La burocracia internacional se sentía totalmente protegida mientras controlaba las políticas de los países miembros. Sadam Husein pagó muchos millones de dólares por debajo de la mesa a funcionarios franceses, rusos y alemanes para que impidieran una invasión por parte de EEUU. Si esos diplomáticos hubieran logrado su propósito Sadam Husein seguiría financiando a terroristas suicidas y usando las utilidades petroleras para matar y destruir.
Lamentablemente, el presidente Bush todavía no se ha dado cuenta de que la ONU no tiene remedio. Aunque ha dado instrucciones a Bolton de bloquear algunas de las llamadas "reformas", todavía no ha expresado que hay que desmantelar ese organismo internacional, que logra hacer más daño que bien alrededor del mundo y derrocha incontables miles de millones de dólares.
Las reformas propuestas por la burocracia de la ONU pretendían ampliar el Consejo de Seguridad, lo cual hubiera debilitado ese cuerpo para conceder mayor poder a la Secretaría General. Se propuso la creación de una Comisión de la Paz, que es el primer paso para que la ONU tenga su propio ejército. Entre tales supuestas reformas se incluyó una nueva definición de terrorismo para no incluir a los terroristas palestinos que se suicidan haciendo explotar bombas para matar a civiles inocentes. La burocracia de la ONU quiere más poder para irrespetar la soberanía de países miembros y enviar tropas de la ONU adonde quieran. También aspiran a controlar el desarrollo de las naciones pobres.
La historia reciente nos demuestra que dar más poder a la ONU no conduce a mayor transparencia, efectividad ni competencia, sino a todo lo contrario. La ONU tuvo bajo su absoluto control los miles de millones de dólares del programa Petróleo por Alimentos, y lo convirtió en la mayor fuente de corrupción de la historia. La ONU controló las fuerzas de paz en África, que fueron utilizadas para saquear y violar. Conceder más poder a una institución con ese historial reciente sólo conduciría a mayor corrupción y mayores abusos. Así suelen actuar las burocracias que no tienen que rendir cuentas a nadie.
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Henry Lamb, vicepresidente ejecutivo de la Environmental Conservation Organization.