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ESTADOS UNIDOS

Segunda oportunidad para el Partido Republicano

Lo más alentador del triunfo republicano de la semana pasada es que muchos republicanos reconocen que no se trató de un triunfo del Partido Republicano. Y ahora, a explicarse.


	Lo más alentador del triunfo republicano de la semana pasada es que muchos republicanos reconocen que no se trató de un triunfo del Partido Republicano. Y ahora, a explicarse.

"Cometeremos un gran error si creemos que estos resultados son, de alguna forma, un gesto de adhesión al Partido Republicano", dijo el victorioso senador republicano por la Florida Marco Rubio la misma noche del martes. "Se trata de una segunda oportunidad, una segunda oportunidad para que los republicanos sean lo que no hace mucho decían que iban a ser".

En parecidos términos se manifestó Eric Cantor, puede que el próximo líder de la mayoría en la Cámara de Representantes. "Aún no es mucha la confianza depositada en los republicanos", declaró a la CBS en la mañana del miércoles. "[El resultado] no es necesariamente un voto de confianza al liderazgo republicano".

Igualmente, influyentes estrategas republicanos han prevenido a los ganadores contra la arrogancia y la presunción. "Los republicanos no deben llamarse a engaño", ha advertido el célebre Karl Rove. "Los electores no han prescindido de los demócratas porque se sientan cautivados por el Partido Republicano... Los republicanos están a prueba".

Newt Gingrich.Y tanto. Los votantes ya han sido traicionados en el pasado por candidatos republicanos que concurrían a las elecciones prometiendo reducir el tamaño, alcance y coste del Estado y luego pergeñaban presupuestos abultadísimos, incurrían en déficits disparatados, hacían aún más insostenible el sistema de prestaciones sociales y tenían sus más y sus menos con la ética.

La última vez que el GOP se hizo con el control de la Cámara de Representantes, en 1995, con el Contrato por América de Newt Gingrich, los republicanos redactaron una lista con más de 300 agencias federales, fondos y programas innecesarios, a los que echarían el cierre como prueba de que su mensaje de disciplina fiscal iba en serio. Pero casi todos ellos seguían ahí, bien vivitos y coleando, cuando los republicanos perdieron la mayoría, doce años más tarde... Para entonces el GOP se había vuelto tan aficionado al clientelismo y al disfrute de poltrona como los demócratas contra los que había hecho campaña. En palabras de Cantor, los republicanos se habían convertido en "un partido sobre el Puente a Ninguna Parte", una incisiva referencia a un proyecto de obra pública que se convirtió en el símbolo nacional del clientelismo y el gasto irresponsable.

Nancy Pelosi.El maremoto que se llevó por delante a tantos demócratas el martes pasado fue un rechazo a la política extremadamente progre de Obama y Nancy Pelosi, con sus subidas fiscales, su formidable reforma sanitaria, su déficit monstruoso, su manía regulatoria y su desprecio paternalista a la oposición. Así las cosas, los republicanos vencieron porque representaban el mal menor, pero no van a recuperar la confianza que derrocharon la última vez sin demostrar que la merecen.

De hecho, según un sondeo Rasmussen, el 59% de los votantes dice que es probable –el 38% optan por el "muy probable"– que la gente quede decepcionada con los republicanos del Congreso antes de que se celebren las próximas elecciones nacionales.

Los republicanos inteligentes saben lo que hay, por eso la histórica victoria del 2 de noviembre ha suscitado tan poco entusiasmo. "No es momento de celebraciones", ha dicho John Boehner, el próximo presidente de la Cámara de Representantes.

¿De qué es momento, pues? Sobre todo, de corregir las políticas destructivas de Obama que han alarmado a tantos votantes y a tantas empresas. Es esencial que los republicanos impidan que suban aún más los impuestos. Además, deben recortar el gasto con firmeza y hacer lo posible por desmantelar la mal concebida reforma sanitaria. Y dejar claro que han aprendido la lección de su anterior experiencia como partido mayoritario en el Congreso, lo cual pasa por poner fin a la corruptora cultura del dispendio y los subsidios –empezando por los asistenciales y terminando por los agrícolas–, que vulneran todos los principios del libre mercado, que supuestamente defiende su partido.

El poder tiende a corromper, dijo Lord Acton. Desde luego, corrompió a la última mayoría republicana, que se volvió adicta a los placeres del ordeno y mando y acabó pareciéndose a la corrupta mayoría demócrata a la que había reemplazado.

Los republicanos, en fin, han recibido una segunda oportunidad. Esperemos que esta vez se mantengan fieles a sus valores.

 

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