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EL EJEMPLO ASIÁTICO

¿Se toma en serio el desarrollo América Latina?

El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) copatrocina una conferencia en Buenos Aires, el 12 y 13 de octubre, sobre la intensificación de las relaciones entre América Latina y Asia. Un aspecto importante de la conferencia es analizar por qué tantos asiáticos y tan pocos latinoamericanos han mejorado su nivel de vida en las últimas décadas, y qué puede aprender el Hemisferio de las experiencias de Asia.

El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) copatrocina una conferencia en Buenos Aires, el 12 y 13 de octubre, sobre la intensificación de las relaciones entre América Latina y Asia. Un aspecto importante de la conferencia es analizar por qué tantos asiáticos y tan pocos latinoamericanos han mejorado su nivel de vida en las últimas décadas, y qué puede aprender el Hemisferio de las experiencias de Asia.
La clave para que América Latina aprenda de Asia se puede resumir en dos interrogantes: primero, ¿quieren realmente los latinoamericanos el desarrollo económico?; y, de ser así: ¿están dispuestos a hacer los sacrificios necesarios para lograr el éxito? Escucharemos muchas recomendaciones respecto a hacer esto o aquello, pero sin un compromiso a largo plazo. Todo se quedará en palabras y buenas intenciones.
 
¿Acaso han sido los orientales tanto más exitosos porque son más inteligentes y trabajadores que los latinoamericanos? No hay evidencia de ello, pero sí que han sido más decididos, más pragmáticos y más comprometidos en alcanzar las metas trazadas.
 
Surgiendo de la caótica destrucción ocasionada por la Segunda Guerra Mundial y confrontando la amenaza de invasiones comunistas, los líderes asiáticos comprendieron que tenían que producir para todos o desaparecerían. Así surgieron los "dragones" y los "tigres" de Asia. Ante los problemas confrontados en 1997, persistieron y siguen hoy confrontando cada nuevo reto.
 
Mientras Asia crecía, países como Argentina sufrían dictaduras militares y gobiernos civiles incompetentes que culminaron en el incumplimiento de pagos más grande de la historia, junto al violento y dramático empobrecimiento de millones de argentinos. El vecino Brasil está en medio del peor escándalo latinoamericano de corrupción en el nuevo siglo. Pero como bien apunta Álvaro Vargas Llosa, la corrupción es síntoma de una crisis y no su causa. La causa es un sistema político laberíntico, establecido para beneficiar a una camarilla, no a la ciudadanía entera.
 
Varios de los gobiernos de países andinos simplemente no funcionan. Chávez está irresponsablemente dividiendo su país y la región. Los escándalos explotan hasta en una de las más antiguas y admiradas democracias, Costa Rica. Mientras que Chile sigue siendo el país latinoamericano más cercano a los éxitos asiáticos.
 
El Latinobarómetro 2004 mostró que la mayoría de los latinoamericanos aspiran a mejores viviendas, alimentos, educación, empleos, justicia y oportunidades. La mayoría se siente frustrada por los escasos logros de los gobiernos democráticos, y estarían dispuestos a aceptar regímenes no democráticos que les permitan alcanzar sus aspiraciones.
 
La gran pregunta es si el materialismo y deseo de desarrollo es suficiente para cambiar todas las barreras que hasta ahora lo han imposibilitado. En pocas palabras, eso significa quitar al Gobierno de las espaldas de la gente y dejar de culpar a terceros por todos los fracasos.
 
La búsqueda de chivos expiatorios al fracaso nacional y regional ha sido una especialidad de políticos e intelectuales latinoamericanos, lo cual ha garantizado la repetición y continuidad de tales fracasos. Los líderes de una nueva América Latina tendrían que mirar pragmáticamente hacia delante, no hacia atrás, fijando objetivos nacionales, no aquellos que convienen a sus compinches y compañeros de partido, trabajando por una buena educación para todos, por mejores normas de salud, por sistemas judiciales independientes que protejan a todos y no sólo a los miembros de grupos poderosos, y mejorar drásticamente la calidad del liderazgo político y el sistema gubernamental.
 
Debiera quedar claro que todas las estupendas lecciones de Hong Kong, Singapur, Taiwán, etcétera, no servirán para nada sin el decidido compromiso de efectuar reformas urgentes, fundamentales y necesarias.
 
 
© AIPE
 
William Ratliff, académico de la Hoover Institution y autor de China's Lessons for Cuba's Transition (Universidad de Miami).
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