A muchos se les encendieron las luces de alarma el pasado 22 de febrero, cuando Brown y otros cuatro senadores republicanos: Olympia Snowe y Susan Collins (Maine), Christopher Bond (Missouri) y George Voinovich (Ohio), rompieron la disciplina de voto que tan esforzadamente intenta preservar el líder de la minoría republicana, Mitch McConnell, y votaron a favor de la tramitación de una ley de empleo, presentada por los demócratas y con un coste de 15.000 millones de dólares, que, en opinión de muchos expertos, será inútil porque no ataca las verdaderas causas de la crisis y no supone más que otra orgía de gasto.
Cuando Brown fue elegido senador, muchos cayeron inmediatamente enamorados de él; incluso hubo entre las filas conservadoras quien adelantó que el ticket republicano perfecto para 2012 sería el formado por aquél y Sarah Palin. Sin dejar de reconocer los méritos de Brown, otros en cambio alertaron de que ni es oro todo lo que reluce, ni Brown es un conservador tan impecable como lo puede ser Jim DeMint, por ejemplo. Cabe resaltar que a Brown no lo respaldo expresamente el movimiento Tea Party en pleno durante su campaña electoral, por más que algunos de sus integrantes sí lo hirvieran e incluso recaudaran fondos para él; otros, en cambio, pedían a la gente que primero se informara bien y después votara en consecuencia.
El historial de Scott Brown demuestra que es un conservador en materia fiscal pero que para nada lo es en cuestiones sociales; en este último campo está más cerca de los liberales (en terminología norteamericana) que de los conservadores, especialmente en asuntos esenciales tales como el aborto o el matrimonio homosexual. Por otro lado, está fuera de toda duda que es de Massachusetts, con todo lo que eso implica, ya sea uno republicano o demócrata.
"Me llamo Scott Brown, soy de Wrentham, conduzco una camioneta y no soy el senador de nadie, sino el vuestro". Lo que para muchos no fue más que una frase perfecta para cerrar su discurso de la victoria, para otros fue algo que les dio que pensar: Brown no se iba a enfrentar a la opinión pública de un estado que sigue siendo predominantemente liberal y que, tal y como he apuntado al principio, en absoluto se ha vuelto conservador.
Lejos de ser, junto a Palin, la gran esperanza del movimiento conservador, ya está claro que Brown va a ser un senador independiente que en algunas ocasiones se ganará los aplausos de los conservadores y en otras será objeto de sus iras. Por supuesto, semejante proceder no va a asegurarle por mucho tiempo más el apoyo de quienes tan prontamente le destinaron a ocupar un puesto en el ticket republicano de 2012, error más que comprensible, dada la excitación del momento, pero que no debería ofuscar a quienes entiendan que un conservador ha de serlo tanto en lo económico como en lo moral.
Brown podría ser perfectamente el candidato a vicepresidente en un ticket encabezado por Mitt Romney, pero nunca en uno encabezado por Palin. De hecho, y en vista de cómo Romney está apoyando a su paisano, algunos piensan si no será justamente eso lo que tiene en mente para llegar a los votantes republicanos menos conservadores sin perder por ello el apoyo de los más liberales. Sería una buena estrategia, sin duda; pero tendría un punto débil: para ello debería ganar antes la candidatura republicana; y eso no va a suceder, porque será Palin quien lo haga. Y su candidato a vicepresidente será Rick Perry, el actual gobernador de Texas. ¿Que si estoy seguro? You betcha!
© Semanario Atlántico
BOB MOOSECON, autor del blog Conservador en Alaska.
Cuando Brown fue elegido senador, muchos cayeron inmediatamente enamorados de él; incluso hubo entre las filas conservadoras quien adelantó que el ticket republicano perfecto para 2012 sería el formado por aquél y Sarah Palin. Sin dejar de reconocer los méritos de Brown, otros en cambio alertaron de que ni es oro todo lo que reluce, ni Brown es un conservador tan impecable como lo puede ser Jim DeMint, por ejemplo. Cabe resaltar que a Brown no lo respaldo expresamente el movimiento Tea Party en pleno durante su campaña electoral, por más que algunos de sus integrantes sí lo hirvieran e incluso recaudaran fondos para él; otros, en cambio, pedían a la gente que primero se informara bien y después votara en consecuencia.
El historial de Scott Brown demuestra que es un conservador en materia fiscal pero que para nada lo es en cuestiones sociales; en este último campo está más cerca de los liberales (en terminología norteamericana) que de los conservadores, especialmente en asuntos esenciales tales como el aborto o el matrimonio homosexual. Por otro lado, está fuera de toda duda que es de Massachusetts, con todo lo que eso implica, ya sea uno republicano o demócrata.
"Me llamo Scott Brown, soy de Wrentham, conduzco una camioneta y no soy el senador de nadie, sino el vuestro". Lo que para muchos no fue más que una frase perfecta para cerrar su discurso de la victoria, para otros fue algo que les dio que pensar: Brown no se iba a enfrentar a la opinión pública de un estado que sigue siendo predominantemente liberal y que, tal y como he apuntado al principio, en absoluto se ha vuelto conservador.
Lejos de ser, junto a Palin, la gran esperanza del movimiento conservador, ya está claro que Brown va a ser un senador independiente que en algunas ocasiones se ganará los aplausos de los conservadores y en otras será objeto de sus iras. Por supuesto, semejante proceder no va a asegurarle por mucho tiempo más el apoyo de quienes tan prontamente le destinaron a ocupar un puesto en el ticket republicano de 2012, error más que comprensible, dada la excitación del momento, pero que no debería ofuscar a quienes entiendan que un conservador ha de serlo tanto en lo económico como en lo moral.
Brown podría ser perfectamente el candidato a vicepresidente en un ticket encabezado por Mitt Romney, pero nunca en uno encabezado por Palin. De hecho, y en vista de cómo Romney está apoyando a su paisano, algunos piensan si no será justamente eso lo que tiene en mente para llegar a los votantes republicanos menos conservadores sin perder por ello el apoyo de los más liberales. Sería una buena estrategia, sin duda; pero tendría un punto débil: para ello debería ganar antes la candidatura republicana; y eso no va a suceder, porque será Palin quien lo haga. Y su candidato a vicepresidente será Rick Perry, el actual gobernador de Texas. ¿Que si estoy seguro? You betcha!
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BOB MOOSECON, autor del blog Conservador en Alaska.