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ORIENTE MEDIO

Salam Fayad: ¿el Ben Gurión palestino?

No es seguro que a los palestinos les guste demasiado la analogía, pero su primer ministro, el Dr. Salam Fayad, ha sido comparado varias veces con el fundador del Estado de Israel, David Ben Gurión.


	No es seguro que a los palestinos les guste demasiado la analogía, pero su primer ministro, el Dr. Salam Fayad, ha sido comparado varias veces con el fundador del Estado de Israel, David Ben Gurión.

La comparación ha sido aireada en distintas ocasiones, sobre todo en la prensa israelí, así que está claro que la intención es elogiar el desempeño de Fayad al frente del Gabinete palestino. Y es que a Ben Gurión, más allá de las discrepancias internas y las discusiones políticas tan propias de Israel en todos los temas clave, se le recuerda no sólo como aquél que declaró la independencia: cuando un israelí habla de David Ben Gurión, está pensando en una figura cuyas determinación, inteligencia y visión hicieron posible –entre otros factores, claro está– la creación de Israel.

En un artículo titulado "¿Ben Gurión en árabe?", el historiador y comentarista Gadi Taub escribió que Fayad se comporta "como quien lleva bajo el brazo un libro de Ben Gurión". Además, vaticinó: "Es probable que Fayad logre para los palestinos algo similar a lo que consiguió Ben Gurión para los judíos". La alusión es clara al Estado independiente, un proyecto para el cual Fayad ha estado trabajando intensamente en los últimos tiempos.

Contrariamente a lo que suele publicarse, el Dr. Fayad no ha exhortado jamás a declarar unilateralmente la independencia de Palestina. Pero se tiende a atribuirle la idea, dado que ha declarado repetidas veces: "Los palestinos debemos estar prontos para el Estado propio a fines del 2011". Cuando lanzó la idea, la presentó como un proyecto a dos años vista. Fue en agosto del año pasado, así que para agosto del que viene todo debería estar listo.

El Dr. Ghasan Jatib, jefe de la Oficina de Prensa del Gobierno palestino, aclaró a esta cronista: "Nuestro primer ministro dijo que hay que trabajar por el Estado y tener las cosas prontas, pero no llamó a una declaración unilateral". De fondo están las reiteradas declaraciones del presidente, Mahmud Abbás, contra un paso de ese tipo.

Salam Fayad.Para Fayad, prepararse para tener un Estado propio consiste en tener listas las infraestructuras, las instituciones; a la gente. Es por eso que ha inaugurado ya más de mil proyectos especiales en distintas partes de Cisjordania. "Una característica muy singular de su trabajo es que llega a las aldeas más remotas, está presente en todos los sitios, y así el pueblo todo se siente parte del desarrollo", explica Jatib.

En los dos últimos años han sido invertidos más de 150 millones de dólares en la construcción de cientos de escuelas, clínicas, bibliotecas y nuevas instalaciones gubernamentales y municipales. Además, se ha mejorado la infraestructura relacionada con el suministro eléctrico, el abastecimiento de agua y el alcantarillado, así como algunas carreteras. "Hay mucho por hacer, está claro, pero el Dr. Fayad no cesa de trabajar", dice Jatib.

"Hay decenas de millones de personas en el mundo que se enorgullecen de ser servidores públicos, pero el Dr. Salam Fayad es, aparentemente, el único que se levanta cada mañana y va a trabajar para construir un Estado para su pueblo", escribió el analista político del matutino israelí Haaretz Akiva Eldar, en un artículo publicado en febrero bajo el título "Un día con el Ben Gurión palestino". En el propio texto ya no vuelve a mencionar al fundador de Israel, pero destaca la labor concreta desarrollada por Fayad, los desafíos que se plantea y lo práctico de su enfoque.

Fayad (...) no llama a la celebración de conversaciones de paz, a la resistencia violenta a la ocupación, ni siquiera a la desobediencia civil. Ese es el negociado del presidente, Mahmud Abbas. Sus armas son la responsabilidad, la eficiencia, la transparencia... y, por sobre todo, la paciencia. Mucha paciencia.

Después de que esas líneas fueran escritas sí se ha oído a Fayad hacer pronunciamientos políticos claros sobre las negociaciones de paz; así, ha afirmado estar en contra de la vuelta a la mesa de conversaciones si Israel construye en los asentamientos, incluso ha llamado a boicotear los productos israelíes originarios de los asentamientos. El tema, de más está decir, es polémico. El boicot, promovido en gran medida por el propio Fayad –que fue fotografiado frente a casas particulares entregando hojas explicativas de cómo cerciorarse de que no se está comprando ninguno de esos productos–, ha molestado incluso a gente que considera que los asentamientos deben ser desmantelados. Pero eso no ha desdibujado la impresión general de que Fayad no es un político de los que se quedan en los grandes pronunciamientos políticos, altisonantes, sino que trabaja muy en serio, en la práctica, en el terreno, para avanzar positivamente hacia la consecución del Estado palestino, haciendo lo imprescindible para que, llegado el momento, éste pueda funcionar. Por eso, por los avances que bajo su mando ha registrado la economía, por su lucha contra la corrupción, por su labor en materia de seguridad, la gente considera que lo está haciendo bien.

Esto no significa, sin embargo, que se haya convertido en una figura carismática. "Pero está aprendiendo a ser político", nos confirma el Dr. Samir Huleile, director de un importante conglomerado económico y empresarial palestino. "Es un proceso, porque él no nació político", aclara; y agrega: "No creo que a Fayad le guste que le comparen con Ben Gurión, ya que Ben Gurión era un animal político y él es un economista llegado de las finanzas internacionales".

Precisamente por eso, por ese trasfondo tan diferente, es que Michael Bar Zohar, ex diputado laborista, biógrafo de Ben Gurión, nos dice que considera "una verdadera tontería" compararlos. "No veo relación alguna entre Ben Gurión y Salam Fayad", dice tajantemente, casi sorprendido por nuestro planteamiento. "El primer ministro palestino es un tecnócrata, un economista, no un líder público que creció en el seno de su pueblo. No tiene electorado propio, no tiene fuerzas propias". Por temor a ser mal interpretado, Bar Zohar añade:

Aclaro: está haciendo cosas buenas, es una buena persona y le apreciamos mucho, pero eso no tiene nada que ver con la comparación con Ben Gurión. No es el líder de los palestinos, y tampoco lo será, porque es moderado, no es carismático y no tiene la fuerza necesaria para liderar al pueblo.

Es cierto que los trasfondos son distintos, pero lo cierto es que, en el plano político, Fayad ya está teniendo mucho más éxito que antes. La gente habla bien de él en la calle, y su oficina se encarga de proyectar su imagen política. Insistimos ante Bar Zohar y le comentamos que, al parecer, la comparación que suele hacerse con Ben Gurión no se refiere a los orígenes de ambos, sino a su manera de hacer las cosas al objeto de garantizar el desarrollo necesario para que la independencia, cuando llegue, pueda funcionar. Pero Bar Zohar sigue siendo escéptico:

Ben Gurión tenía una visión general, no sólo económica (...) Es indudable que Fayad hace cosas importantes, pero el problema es que no sé si su público sabe reconocerlo. Y ese público suele votar en forma menos racional y más emocional.

Según el ya citado Eldar, en una cena celebrada meses atrás, con el gobernador del Banco Central de Israel como anfitrión, el presidente Shimon Peres se refirió a Fayad como "el Ben Gurión palestino". Cabe recordar que Peres fue, en su juventud, uno de los más cercanos colaboradores de Ben Gurión.

Más allá de las comparaciones históricas, la cuestión clave es que Fayad parece haber comprendido que el futuro palestino dependerá de que los palestinos trabajen por sí mismos, con un encuadre positivo. Las décadas perdidas en la lucha violenta no llevaron a nada más que a un mayor sufrimiento.

En el informe anual del gobierno de Fayad continúan presentes elementos muy característicos de la retórica habitual palestina, como el culpar a Israel de casi todo y el hacer caso omiso del hecho de que fue el terrorismo, en gran medida, lo que llevó a Israel a tomar medidas de seguridad que, inevitablemente, afectaron también a gentes no involucradas en el terror. Pero hay un elemento positivo claro en el nuevo enfoque: la convicción de que no será por las armas que se logre la independencia palestina, sino negociando y trabajando con determinación para alcanzarla.

Quizás lo más significativo aquí sea recordar una conversación que mantuvimos años atrás con un joven palestino de tan solo 18 años frente a la Muqata, el cuartel general de Yaser Arafat, en Ramala. El líder palestino, el único al que este jovencito conocía, el único que había regido los destinos de su pueblo desde que él tenía memoria, acababa de fallecer. Palestinos de toda Cisjordania llegaban en ómnibus especiales, simplemente para hacer acto de presencia. Conversamos con bastantes para captar sus sentimientos y comprender qué sentían; nuestro joven fue uno de ellos: alto, corpulento pero con una cara propia de su edad, había llegado desde Jenín.

Tenía los ojos llenos de lágrimas mientras hablaba de Arafat, que, según decía, era como "un padre" para los palestinos. Tras varios minutos de conversación, le preguntamos si querría que su sucesor se le pareciera. Entonces, el joven se secó las lágrimas y dijo, sin dudar ni un minuto:

No, para nada. Arafat era para la revolución. Para llegar al Estado independiente precisamos otra cosa.

 

© Semanario Hebreo/Por Israel.

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