El extremismo lleva al extremismo. Las leyes de la física son determinantes: toda acción lleva a una reacción, y la falta de ecuanimidad de los medios, sus medias verdades y descaradas mentiras generarán tarde o temprano un efecto calamitoso, que descompondrá la que hasta ahora ha sido la democracia más libre y equilibrada del planeta.
Hoy, el New York Times no se diferencia del Pravda. Lo mismo ocurre con Newsweek, Times, MSNBC, y ni que decir de la CNN, que se ha convertido en el canal más izquierdista, proislamista y antidemocrático del cable.
La retórica prefabricada de Obama es tan frágil y carente de sustento, que no se atrevió a ser entrevistado por Sean Hannity, de Fox News, aunque éste le adelantó algunas de las preguntas que quería hacerle.
Por su parte, Oprah Winfrey no tuvo la decencia de invitar a Sarah Palin a su show, por temor a ser apabullada por la republicana. Para Ophra, igual que para Colin Powell, que era el mayor conocedor del Medio Oriente y fue el principal responsable político-militar de la guerra de Irak, así como para la mayoría afro-americana, ser negro está por encima de cualquier ideología. El racismo al revés cundirá en Norteamérica si Obama es elegido presidente. La razón está empezando a ceder ante el fanatismo del orgullo étnico.
Este fenómeno, que se ha vuelto común en los países árabes, África y Bolivia, es hasta cierto punto comprensible en el Tercer Mundo, debido a la ignorancia de sus habitantes. Mas en los Estados Unidos es una señal de alerta del sombrío futuro que se aproxima.
Si ganan los demócratas, intentarán acallar las voces de la oposición con engaños y falsedades iguales o peores a las que han estado profiriendo hasta ahora.
Si gana Obama, su relación con los terroristas árabes y con Chávez será cordial. No por nada recibió su respaldo y simpatía. Obama es de tendencia marxista, igual que su primo Raila Odinga, un feroz comunista que para disimular su extremismo se autocalifica de socialdemócrata. Actualmente ocupa el cargo de primer ministro de Kenia.
Odinga bautizó a su hijo con el ridículo nombre de Fidel Castro Odinga, en honor a su ídolo cubano. Se comenta que durante su despiadada carrera política prendió fuego a una iglesia, en la que incineró vivas a más de 20 personas, incluidos niños. Sus actividades postelectorales causaron la muerte de más de 1.500 personas y el desplazamiento de 600.000. Su original lema de campaña fue: "La plataforma para el cambio". Cuando asumió el poder, recibió una llamada telefónica de felicitación de su primo norteamericano; de Barack.
Los demócratas, que se caracterizaban por defender las libertades individuales, especialmente la de expresión, sin restricciones, están cavando su propia tumba al abusar de ese preciado derecho, ofuscando la verdad.
Es que los pueblos no mueren, se suicidan. La caída de las grandes potencias siempre estuvo precedida por su decadencia ética y moral. Y el Partido Demócrata está obrando inmoralmente en todos los frentes, principalmente en el mediático.
Los demócratas han propagado una publicidad contra Bush tan desmedida que creen que si los republicanos dejan el poder, el mundo va a desarrollar un intenso e irrefrenable amor por los estadounidenses. No logran percibir que los que odian a los norteamericanos los odian a todos por igual. Para los antiamericanos no hay contrastes entre demócratas y republicanos, ni siquiera saben qué los diferencia.
Asimismo, el Partido Demócrata está involucrado en el fraude electoral, como se descubrió en su organización afiliada Acorn, y está explotando la catástrofe económica global a base de adjudicársela íntegramente a Bush, por más que los mercados se muevan según sus propias reglas. Con Obama, la crisis financiera se agudizará, porque el arrogante senador es un parlamentario principiante de pésimo currículo en la toma de decisiones y no es un sujeto confiable para Wall Street.
La inexperiencia de Obama no será desaprovechada por los enemigos de los Estados Unidos. Al próximo presidente le esperan con los brazos abiertos Al Qaeda, Hezbolá y Hamás, así como Ahmadineyad, Chávez y los otros hooligans. La aspiración de Obama de confraternizar con esas agrupaciones criminales y esos individuos perturbados será el ticket de ingreso a la carnicería nuclear.