Parece que aún estamos lejos de tan funestas consecuencias, pero ¿por qué jugar con fuego? Ahora las economías operan de manera diferente, y la imposición de barreras destruye el funcionamiento de empresas que importan componentes de subsidiarias radicadas en otros países. Eso no era así en los años 30. Hoy, la producción es global, y a menudo la unidad de producción local depende de insumos importados de una subsidiaria radicada en ultramar.
No obstante, en América Latina la crisis está poniendo de manifiesto las convicciones hostiles al comercio de algunos gobiernos. Si bien el presidente Lula visita a Obama para que abandone sus tendencias proteccionistas, Argentina y Uruguay ya realizan maniobras que violan tanto la letra como el espíritu de su asociación comercial en Mercosur. Así, Montevideo comenzó a aplicar una tasa consular del 2% a todas las importaciones, incluyendo las que provienen de Argentina, aunque el tratado no lo permite. Por otro lado, Uruguay y Brasil se quejan de que Argentina exige licencias especiales de importación para productos textiles y cueros que deberían emitirse en 60 días pero tardan mucho más.
Esto se suma a las manipulaciones cambiarias. Mientras Brasil denuncia el proteccionismo global, acelera la devaluación del real. Argentina sigue los mismos pasos. Todo ello bajo la presión de industriales locales que suelen ver en las subas arancelarias y las devaluaciones la solución para todos los problemas económicos.
Pocos son los que se preocupan de ganar competitividad reduciendo costes, y encima los gobiernos no los apoyan reduciendo impuestos y regulaciones. El precio de tales políticas no se puede ocultar, y daña el poder adquisitivo de los salarios. Para proteger a unos pocos se empobrece a todos, especialmente a los más débiles.
Bajo la excusa de velar por los más desposeídos, esas políticas progresistas son diseñadas para beneficiar a determinados sectores... a costa de todos los demás.
© AIPE
MARTÍN KRAUSE, director del Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados (Argentina).
IBEROAMÉRICA
Proteccionismo: aprendamos de la historia
Seríamos necios si no aprendiéramos las lecciones de la historia. La depresión de los años 30 fue tan prolongada y grave por la actitud proteccionista de los países que buscaron salvar a los fabricantes locales imponiendo barreras a la importación. Así, las economías se fueron aislando, las tensiones aumentaron y terminó cumpliéndose en 1939 lo previsto por el economista francés Federico Bastiat: "Si los bienes no cruzan las fronteras lo harán los soldados".
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