
ISRAEL
¡Basta ya de intoxicar con el legado de Isaac Rabin!
Me he venido resistiendo a expresar públicamente mi opinión sobre el sensible asunto del legado de Isaac Rabin. Hasta ahora. Y es que me enfurece la manera cínica, incluso obscena, en que la memoria del primer ministro asesinado se ha transformado en un culto que tiene por objeto promover unos objetivos políticos a los que él se opuso firmemente, incluso en pleno proceso de Oslo.