CRÓNICAS COSMOPOLITAS
Musa Dagh
Se llama Nina Dastakián y Paronián, más armenia tu meurs, se dice en francés coloquial ("imposible", se diría en Lavapiés). Es el nombre de mi mujer. Sin embargo, y como siempre, las cosas resultan algo más complicadas, porque su padre, Sergio Abramovitch Dastakián, tenía una madre rusa y era rubio de ojos azules. Estos datos familiares tienen una importancia muy relativa, pero me sirven para precisar que su pinta británica le salvó la vida cuando, en 1915, en Bakú y otros lugares, los azeríes se dedicaban a masacrar a los armenios. Para los matones azeríes, a primera vista, un rubio con ojos azules no podía ser armenio.