Exteriores

Todo el mundo me pregunta (y le pregunta a Carlos Rodríguez Braun, que comparte conmigo la dicha y la desdicha de tener dos patrias) qué pasa en la Argentina. Por qué hay tantos líos visibles y, seguramente, invisibles. Evoquemos a Mafalda, cuando su padre, indignado, dice: "¡Esto es el acabose!", y ella responde: "Más bien es el continuose del empezose".

A ver quién es el guapo que sigue diciendo que John McCain no es un auténtico republicano: fiel a la tradición de su partido, el senador por Arizona ha intentado atraerse el voto de los negros de la manera más inútil que imaginarse quepa.

Hay muchas cosas que se pueden decir de Bill Clinton, pero es un personaje simpático y a su Gobierno lo echa de menos un creciente número de norteamericanos, hartos de Bush y de la fracasada "construcción de la democracia en Irak", la cual ya ha costado la vida de 4.000 soldados estadounidenses y más de 510.000 millones de dólares.

Mi abuelo materno accedió al máximo grado castrense por mérito profesional, no como Perón, que llegó por cuestiones políticas. Camaradas en el colegio militar, pasaron muchas horas juntos. Mi abuelo decía que su compañero, al que apreciaba, se volcó definitivamente hacia el nazi-fascismo al volver de la Italia de Mussolini.

El modelo socialdemócrata sueco que –sin llamarlo así– propone Zapatero en las Cortes anuncia desastres. Además, Z. ni se ha enterado de que los suecos –socialistas o no– lo han abandonado hace ya unos treinta años, porque su política de Todo por el Estado condujo Suecia a la quiebra. Daré un solo ejemplo: allí, el monopolio estatal de las pensiones no existe; hoy, los suecos pueden elegir entre el sistema estatal, el privado y el cooperativo o sindical.