Paradójicamente, los musulmanes de Estados Unidos y Gran Bretaña están hoy mucho más dominados por el extremismo islamista que sus correligionarios de diversos países musulmanes. En muchos territorios donde el Islam es mayoritario hay en marcha una batalla entre moderados y extremistas, inspirados, estos últimos, por los predicadores ultrawahabíes saudíes, los agitadores de la Hermandad Musulmana, presentes en varios países árabes, y los virulentos y volátiles partidarios del yihadismo paquistaní. En algunos lugares, desde Bosnia-Herzegovina hasta Indonesia pasando por Marruecos y Mozambique, los moderados están ganando. Aun así, las comunidades islámicas de Estados Unidos (dominadas por los saudíes) y Gran Bretaña (controladas por radicales paquistaníes) padecen bajo un régimen totalitario de control del pensamiento.
¿Qué sucede cuando los musulmanes corrientes se rebelan en América contra la dominación radical? Pues que son condenados al ostracismo y expulsados de las mezquitas; son blanco de insultos públicos y amenazas extraordinarias. Yo mismo fui hostigado en una mezquita de Long Island en 2003, como escribí en este artículo. Las mezquitas chiíes son aisladas por los "sunníes", léase entidades de control wahabí, y se ha dado parte al Centro por el Pluralismo Islámico de numerosos incidentes de expulsiones de individuos chiíes en mezquitas sunníes.
El "lobby wahabí" –un conglomerado de agrupaciones encabezadas por Hamas y el Council on American Islamic Relations (CAIR), respaldado por Arabia Saudí– controla la vida pública de muchos sunníes norteamericanos. Reclama la consideración de moderado, pero no en reconocimiento a su moderación real o a su lealtad a la tradición constitucional norteamericana. Su exigencia de reconocimiento y respeto es un ataque preventivo encaminado a protegerse de la comprensión y el entendimiento adecuado tanto de sus tácticas como de sus objetivos.
¿Y cómo reacciona la banda de CAIR cuando un activista musulmán moderado alza una voz disidente? Revela su culpabilidad: acusado de fundamentalismo, CAIR reacciona con los métodos extremistas de la amenaza y la incitación al odio.
El más reciente caso de este tipo implica a uno de los fundadores del Centro por el Pluralismo Islámico, el doctor M. Zuhdi Jasser, de Phoenix (Arizona). El doctor Jasser es una persona de modales educados y manifiestamente moderado que publica una columna en el Arizona Republic, el mayor diario de ese estado, sobre temas islámicos. Previamente, fundó el Foro Islámico Americano para la Democracia. Es, asimismo, un devoto conocedor de la religión musulmana.
Los lectores de todo el mundo han sido testigos recientemente de un despreciable espectáculo de retórica islamista dirigida contra unos dibujantes daneses, como si la fuerza espiritual de la fe fuera tan débil que unos triviales productos mediáticos de Occidente pudieran amenazarla. En comparación con el tono maligno de las imágenes empleadas por los dibujantes en la mayoría de los países árabes, el trabajo de los daneses era inocuo.
Pero Estados Unidos ha tenido más de un "caso del dibujante"; el más reciente implica a Benson, el caricaturista editorial del Arizona Republic. El Republic publicó un trabajo de Benson en el que se planteaba por qué tantas mezquitas son centros de agitación extremista. La viñeta no incluía nada ofensivo para los musulmanes moderados; simplemente, escenificaba un hecho evidente.
CAIR, que ejerce como el equivalente norteamericano de la mutawwiyyin, la policía religiosa saudí, reaccionó histéricamente, exigiendo una disculpa al Republic por publicar la viñeta de Benson. Como de costumbre, CAIR dio rienda suelta a la retórica exagerada y las exigencias injustificadas. Utilizó un tabloide local extremista que se hace pasar por un "diario de la comunidad", la Muslim Voice, con el que mantiene estrechos vínculos, para instilar el veneno contra el Republic, Benson y el doctor Jasser. La emprendieron contra éstos porque publican en el Republic y porque, en palabras de los islamistas denunciantes, "muchos musulmanes y organizaciones islámicas del Valle se sintieron ultrajados por la viñeta y los artículos publicados en el Arizona Republic Newspaper". "Uno de los autores es M. Zuhdi Jasser, que escribe unos artículos que permitieron el pobre retrato de los musulmanes elaborado de Benson". El vínculo entre Benson y el doctor Jasser es, sencillamente, que comparten opiniones rechazadas por los islamistas, incluidas las frecuentes críticas del doctor Jasser a CAIR.
En una grosera viñeta publicada por la Muslim Voice, Jasser y Benson aparecen como dos perros hambrientos que devoran a un musulmán. Curiosamente, los "musulmanes" de la ilustración, a la vez víctimas y denunciadores del Republic, son retratados con vestimenta wahabí, con unos birretes que muy poca gente lleva en gran parte del mundo islámico pero que porta todo aquel que ingresa en el culto wahabí.
La intención de la viñeta es más importante que los detalles. El objetivo de los cairitas de Phoenix es castigar al Republic por publicar una viñeta que repudian, así como silenciar al doctor Jasser. La representación de este hombre apacible y sincero como un perro malvado es el epítome del condicionamiento totalitario. Es comparable a las viñetas judeófobas de la época nazi o a las caricaturas anticatólicas y antiislámicas aparecidas en los medios serbios al comienzo de la dictadura de Slobodan Milosevic.
El editor de Muslim Voice es Maruán Ahmed, candidato a la Comisión de Relaciones Humanas de Phoenix. Sin embargo, en la página web de su diario encontramos su firma en un editorial donde se culpa a Israel de las muertes del personal americano de servicio en Irak.
¿Tiene justificación alguna el tratar a CAIR y a diarios como Muslim Voice como algo distinto de una intrusión de la ideología radical y las costumbres extremistas en la vida social de los musulmanes americanos? Se han establecido numerosos periódicos "de la comunidad" como Muslim Voice en toda Norteamérica; se distribuyen gratuitamente en las mezquitas y escuelas islámicas, y a menudo son los únicos medios leídos por los musulmanes corrientes. Simultáneamente, CAIR se sirve de su camuflaje como presunta organización en pro de los derechos civiles para forzar la sumisión política y social a los dictados de primitivos clérigos saudíes. ¿Por qué debería impulsarse esto en América?
Se ha asestado un golpe terrible a la religión islámica en América con la negativa del "establishment" religioso –incluidos CAIR, la Islamic Society of North America (ISNA) y otras entidades– a abandonar y denunciar el legado radical. Odian al doctor Jasser porque se atreve a denunciar su continua dedicación al fundamentalismo y su rechazo a seguir las normas americanas de respeto religioso y dignidad pública. Los americanos no musulmanes, así como los musulmanes moderados, deben cerrar filas en torno al doctor Jasser y asistirle en su justa lucha. El Arizona Republic debería ser elogiado por brindarle una plataforma; y debe defender a su dibujante, Benson.
El caso del doctor Jasser ilustra por qué los musulmanes americanos permanecen callados: porque el precio por hablar claro es un ataque fulminante y coordinado. En ocasiones, la ofensiva wahabí en suelo americano se acompaña de amenazas físicas: la violencia no queda excluida. Los musulmanes de nacimiento, residentes "en la comunidad", raramente vienen a América esperando encontrarse con que el Islam está en manos de los wahabíes; para el inmigrante, es inconcebible que eso se permita en Estados Unidos. Pero sucede, gracias a los saudíes.
El presidente Bush debería presionar a los saudíes para que dejen de financiar el extremismo, y los americanos corrientes deberían tachar a grupos como CAIR de la lista de respetabilidad. Son militantes con una inclinación incurable a la intimidación. Su reinado de terror psicológico en América debe terminar tan rápidamente como el derramamiento de sangre provocado en Irak por sus mentores.