La izquierda peronista está encarnada en Kirchner y su esposa, misterioso bicho bifronte con aspiraciones nacionalizadoras y buena relación con el chavismo, el castrismo y otros ismos de igual indefinición. Lo que mal se llama "la derecha" tiene sus rostros más notables en Francisco de Narváez y en Carlos Reutemann, ex gobernador de Santa Fe. Ellos mismos no se llaman "derecha", cosa que les haría perder muchos votos porque Argentina, como otros países, es sociológicamente de izquierdas. Y sólo son de derechas, en la consideración de los argentinos, porque De Narváez ha centrado toda su campaña en la provincia de Buenos Aires en el problema de la seguridad y porque Reutemann gobernaba su provincia cuando tuvo lugar el célebre corralito y se llevó la palma represiva en los disturbios subsiguientes, con el mayor número de muertos de todo el país. No son de derechas: tienen espíritu policial.
¿Son de izquierdas? Tampoco. Sólo tienen espíritu policial. Espíritu policial mafioso, que es lo característico del país desde hace décadas. No se sabe qué quieren hacer en términos políticos, salvo buenos negocios personales, pero sí se sabe que quien se oponga a ellos tendrá un negro destino por delante.
Desde el punto de vista del orden interior, los Kirchner llevan cinco años en el poder sin demasiadas tragedias: el punto más oscuro es la desaparición de Julio López, militante peronista de base que ya había sido desparecido en los años de la dictadura y que fue secuestrado cuando iba a declarar contra un comisario acusado de crímenes contra la humanidad. Y lo más probable es que, en este caso, el gobierno no sea responsable del desaguisado y que, una vez más, los incontables elementos corruptos de la policía de la provincia de Buenos Aires hayan actuado al margen de cualquier legalidad para salvar sus partes traseras.
Los Kirchner, me he cansado de decirlo en esta página, no son buenos gobernantes ni gente de fiar, pero la oposición –"peronistas disidentes", se hacen llamar ellos mismos– es infinitamente peor.
Los resultados de ayer no son buenos para nadie. Ningún candidato no peronista hizo una elección notable, con la excepción de vicepresidente de la Nación, Julio Cobos, que procede del sector de los denominados "radicales K", es decir, de los que pactaron con los Kirchner, dando la puntilla a la vieja Unión Cívica Radical, que había empezado a deteriorar el propio Raúl Alfonsín mediante sus pactos con Carlos Menem.
Cobos, personaje oscuro y mediocre, saltó a la fama al votar contra el gobierno del que forma parte en la sesión legislativa dedicada a la cuestión del campo, esto es, contra la decisión de los Kirchner de cobrar impuestos previos a la exportación de carne y granos. Fue una actitud decente, que Cobos asumió con miedo porque su voto era el del desempate y la responsabilidad era muy grande. Esto le ha dado una gran popularidad y hasta le ha puesto en la carrera presidencial, y ayer hizo con su Frente Cívico una gran elección en su provincia, Mendoza. Nadie tiene una idea clara de lo que pretende Cobos, pero si un día llegara al gobierno no tendría más fuerza de la que tuvo en su día Fernando de la Rúa.
La ley histórica dicta que los no peronistas que llegan a la presidencia no terminan su mandato. Hasta Alfonsín transmitió el poder a Menem antes de lo debido, después de haber sufrido en sus carnes el poder de esa oposición, que controla por completo los sindicatos, con lo que puede convertir en un infierno de huelgas la vida de cualquiera, y una parte importante del juego financiero, lo que le permite desatar, como hizo con Alfonsín, un proceso hiperinflacionario al que ningún presidente puede sobrevivir.
Por el momento, no hay opciones. El seudoliberal Macri ha jugado, mal, a una política de pactos con los nuevos triunfadores, en quienes ve lo que Adolfo Bioy Casares llamaba el "peronismo fino". No obstante, ayer salió reforzado en la Capital Federal, lo que le da aire suficiente para presentarse a las presidenciales. Elisa Carrió, del Acuerdo Cívico, en su cierre de campaña sentenció a Cobos diciendo que como candidato a la máxima magistratura en 2011 prefiere a Binner, socialista y actual gobernador de Santa Fe. Cuando Binner no tiene la menor posibilidad y acaba de perder en su propia casa ante Reutemann. Postura suicida la de Carrió. ¿Pero es que hay alguna que no sea suicida en aquel país
Ahora, el peronismo oficial queda en minoría en las cámaras. Ya no podrá mandar de forma inconsulta o dependiendo de un único voto. Tendrá que consensuar. Con los otros peronistas, claro. En cierto sentido, las elecciones de ayer representaron un vuelco interno en el movimiento. Pero ellos siguen mandando.
Los pueblos, como los hombres, tienen que hacerse cargo de su propio destino.
vazquezrial@gmail.com
www.vazquezrial.com
¿Son de izquierdas? Tampoco. Sólo tienen espíritu policial. Espíritu policial mafioso, que es lo característico del país desde hace décadas. No se sabe qué quieren hacer en términos políticos, salvo buenos negocios personales, pero sí se sabe que quien se oponga a ellos tendrá un negro destino por delante.
Desde el punto de vista del orden interior, los Kirchner llevan cinco años en el poder sin demasiadas tragedias: el punto más oscuro es la desaparición de Julio López, militante peronista de base que ya había sido desparecido en los años de la dictadura y que fue secuestrado cuando iba a declarar contra un comisario acusado de crímenes contra la humanidad. Y lo más probable es que, en este caso, el gobierno no sea responsable del desaguisado y que, una vez más, los incontables elementos corruptos de la policía de la provincia de Buenos Aires hayan actuado al margen de cualquier legalidad para salvar sus partes traseras.
Los Kirchner, me he cansado de decirlo en esta página, no son buenos gobernantes ni gente de fiar, pero la oposición –"peronistas disidentes", se hacen llamar ellos mismos– es infinitamente peor.
Los resultados de ayer no son buenos para nadie. Ningún candidato no peronista hizo una elección notable, con la excepción de vicepresidente de la Nación, Julio Cobos, que procede del sector de los denominados "radicales K", es decir, de los que pactaron con los Kirchner, dando la puntilla a la vieja Unión Cívica Radical, que había empezado a deteriorar el propio Raúl Alfonsín mediante sus pactos con Carlos Menem.
Cobos, personaje oscuro y mediocre, saltó a la fama al votar contra el gobierno del que forma parte en la sesión legislativa dedicada a la cuestión del campo, esto es, contra la decisión de los Kirchner de cobrar impuestos previos a la exportación de carne y granos. Fue una actitud decente, que Cobos asumió con miedo porque su voto era el del desempate y la responsabilidad era muy grande. Esto le ha dado una gran popularidad y hasta le ha puesto en la carrera presidencial, y ayer hizo con su Frente Cívico una gran elección en su provincia, Mendoza. Nadie tiene una idea clara de lo que pretende Cobos, pero si un día llegara al gobierno no tendría más fuerza de la que tuvo en su día Fernando de la Rúa.
La ley histórica dicta que los no peronistas que llegan a la presidencia no terminan su mandato. Hasta Alfonsín transmitió el poder a Menem antes de lo debido, después de haber sufrido en sus carnes el poder de esa oposición, que controla por completo los sindicatos, con lo que puede convertir en un infierno de huelgas la vida de cualquiera, y una parte importante del juego financiero, lo que le permite desatar, como hizo con Alfonsín, un proceso hiperinflacionario al que ningún presidente puede sobrevivir.
Por el momento, no hay opciones. El seudoliberal Macri ha jugado, mal, a una política de pactos con los nuevos triunfadores, en quienes ve lo que Adolfo Bioy Casares llamaba el "peronismo fino". No obstante, ayer salió reforzado en la Capital Federal, lo que le da aire suficiente para presentarse a las presidenciales. Elisa Carrió, del Acuerdo Cívico, en su cierre de campaña sentenció a Cobos diciendo que como candidato a la máxima magistratura en 2011 prefiere a Binner, socialista y actual gobernador de Santa Fe. Cuando Binner no tiene la menor posibilidad y acaba de perder en su propia casa ante Reutemann. Postura suicida la de Carrió. ¿Pero es que hay alguna que no sea suicida en aquel país
Ahora, el peronismo oficial queda en minoría en las cámaras. Ya no podrá mandar de forma inconsulta o dependiendo de un único voto. Tendrá que consensuar. Con los otros peronistas, claro. En cierto sentido, las elecciones de ayer representaron un vuelco interno en el movimiento. Pero ellos siguen mandando.
Los pueblos, como los hombres, tienen que hacerse cargo de su propio destino.
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