Rafael Correa entregó el campo de Sacha a PDVSA en 2007, con la esperanza de que fuera mejor gestionado. PDVSA prometió aumentar la producción (de 46.000 barriles diarios) en alrededor de 20.000 barriles al día. Hoy, la producción ha disminuido, y esto ha obligado a los ecuatorianos a pedir una revisión del contrato.
Las condiciones originarias eran tales, que Ecuador ya ha experimentado una pérdida de alrededor de 50 millones de dólares, que podrían llegar a ser 500 de aquí a la finalización del contrato. Algunas de las pérdidas están relacionadas con dos torres de perforación aportadas por PDVSA: CPV 16 y CPV 23. Aunque sus precios, según lo prometido por PDVSA, serían más bajos que los de plataformas petrolíferas de contratistas internacionales como Helmerich & Payne, mostraron ser mucho menos eficientes: con ellas se requiere el doble de tiempo para perforar un pozo, y se tarda el doble en trasladarlas. Para empeorar las cosas, en enero de este año una de ellas colapsó, lastimando a uno de los trabajadores.
Los costos bajos eran una ilusión
En 2010, PDVSA recibió 12 millones de dólares por el uso de las plataformas. Esto equivale a un costo diario de alrededor de 30.000 dólares, aunque se había prometido que no superaría los 8.300. Esto ya no era una ganga, sino un monto equivalente a lo usual en el sector. Cuando esto se combina con la falta de eficiencia, obtenemos un resultado considerablemente perjudicial para Ecuador.
Sin embargo, en el sector del refino, Venezuela sale perdiendo.
Según Petroecuador, el intercambio de petróleo crudo por productos refinados de Venezuela ha sido altamente ventajoso para Ecuador. Una suerte de regalo venezolano de alrededor de 250 millones de dólares en estos tres años de intercambio; un intercambio que fue una decisión política de Hugo Chávez, para mantener a Rafael Correa bajo su influjo.
Hay poca o nula transparencia en esta transacción. Incluso hay dudas de si los envíos de petróleo crudo de Ecuador han llegado efectivamente a Venezuela. Puede que hayan sido parcialmente desviados a otros países, vendidos en el mercado abierto por medio de empresas comercializadoras como Trafigura. Esta empresa estuvo relacionada con el notorio bucanero Marc Rich, y ha sido asociada a escándalos de mercadeo en el pasado. Un contratista favorito de PDVSA, Wilmer Ruperti, fue en tiempos representante de Trafigura en Venezuela.
El rendimiento de PDVSA en Ecuador ha sido mediocre, en el mejor de los casos, y un buen ejemplo de ciegos que conducen a ciegos. Este caso es muy ilustrativo de por qué un país debería acudir a verdaderos profesionales para que ayuden, en vez de establecer relaciones técnicas y comerciales basadas en una ideología política.
© El Cato
GUSTAVO CORONEL, director de PDVSA entre 1976 y 79, representante en Venezuela de Transparencia Internacional entre 1996 y 2000 y autor del estudio "Corrupción, administración deficiente y abuso de poder en la Venezuela de Hugo Chávez", publicado por el Cato Institute.