Tocqueville quedó vivamente impresionado por el espectáculo que se presentaba frente a su penetrante mirada. Veía que, a pesar de no ser los norteamericanos más inteligentes ni más íntegros que los habitantes de otras partes del mundo, la prosperidad brotaba incontenible y parecía envolverlo todo.
Llegó a la conclusión de que esa fuerza impetuosa tenía su origen en la descentralización administrativa, cuya figura emblemática era la comuna. Allí, la participación ciudadana era una realidad palpitante. La gente común resolvía localmente los asuntos comunitarios que les concernían directamente, incluso manejando recursos públicos.
Con increíble perspicacia observó –para mostrar la diferencia entre la centralizadora Francia y los EEUU– que los franceses, cuando tenían un problema, enseguida creaban una comisión; en cambio, los angloamericanos espontáneamente formaban una asociación. Así, en los países latinos los burócratas succionan y paralizan las energías creadoras, mientras que los norteamericanos se reúnen en forma voluntaria y solucionan el problema, y luego cada uno para su casa.
Los gobernantes uruguayos, desde fines del siglo XIX, han sentido una fascinación irresistible por Francia. De ella copiaron el positivismo y el centralismo administrativo. Pero como la nueva onda latinoamericana para "legitimarlo" todo es recurrir a la "participación ciudadana", vemos en acción diferentes estrategias. Lo que tienen en común es que no son más que parodias de auténticas descentralizaciones.
El Gobierno uruguayo tiene proyectado elaborar una nueva ley de educación. Acorde con los tiempos que corren, ha decidido recolectar propuestas y opiniones en todo el país. Para ello, el Ministerio de Educación y Cultura creó la Comisión Organizadora del Debate Educativo.
La comisión está integrada por representantes del Consejo Directivo Central (Codicen), de la Administración Nacional de Educación Pública, de la universidad estatal, de las instituciones de enseñanza privada, de los gremios estudiantiles y docentes, así como por miembros del Ministerio. Su cometido es coordinar el debate y elaborar un documento con las bases de lo que se recoja de la discusión.
El debate exhibe las abismales diferencias que existen entre el sector privado y el público con relación a la educación. El rector de una universidad privada sostuvo que nuestro sistema educativo está "desajustado" a la realidad actual, donde la riqueza más valiosa es el "capital humano". Señaló que para mejorar la calidad de vida de los habitantes hay que "empoderarlos". Y que para ello es "fundamental" la enseñanza del inglés y el acceso a internet. Afirmó que el objetivo tenía que ser formar personas que pudieran ser "dueñas de su vida".
En cambio, para el asesor ministerial que debatía con él Uruguay tiene una "vocación agropecuaria", así que lo que debe ser fomentado es la educación agraria. Expresó que discrepaba con las expresiones "sociedad del conocimiento" y "poder" utilizadas por el rector. Opinó que a la palabra "poder" la situaría "en cuarto o quinto lugar, por debajo de otras expresiones de los resultados de un proceso educativo".
Asimismo, el presidente del Codicen, en un encuentro con docentes y padres, declaró que la educación pública uruguaya es de "baja calidad". Explicó que para corregir ese problema se crearon varias comisiones en áreas como la educación rural, la educación sexual, la historia reciente y la enseñanza de lenguas. Entonces, varios de los padres presentes reclamaron la inclusión del inglés en los liceos donde estudian sus hijos. El jerarca dijo estar de acuerdo con la importancia de un segundo idioma, pero precisó que la elección de la segunda lengua que se enseñe en los liceos "deberá ser una decisión soberana, que tomará Uruguay en base a los aportes de la sociedad".
Entonces, ¿participación ciudadana real o simple parodia gubernamental?
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