El primero de esos nuevos amigos es de Nueva York, se llama Doug Hoffman y, aunque finalmente no ganó las elecciones correspondientes a la Cámara de Representantes, su mera candidatura por un tercer partido, el Conservador, supuso una seria llamada de atención al Partido Demócrata, que interpretó acertadamente la contienda como un referéndum sobre el presidente Obama. Y es que no deja de sorprender el hecho de que alguien como Hoffman, una persona sin experiencia política anterior, se planteara siquiera saltar a la palestra para hacer frente no sólo a Bill Owens, el candidato demócrata, también a Deirdre Scozzafava, la candidata republicana, dos políticos cuyas posturas coincidían tanto que resultaban indistinguibles el uno del otro. Pero gracias a la valentía de Hoffman, que pronto contó con el apoyo del movimiento Tea Party, así como con el respaldo expreso de Sarah Palin, tan poco dada a anteponer los intereses de partido a las cuestiones de principios, las elecciones en Nueva York fueron una sorpresa mayúscula, al concluir con la victoria de Owens por tan sólo 2,3 puntos de diferencia sobre Hoffman, eso sin contar con la bochornosa retirada de la candidata republicana cuando estaba a 15 y 16 puntos de diferencia de sus rivales.
El segundo de los nuevos amigos del presidente es de Massachusetts, se llama Scott Brown y todos sabemos que conduce una camioneta, y a mucha honra. Brown salió victorioso de las elecciones convocadas para cubrir la vacante dejada en el Senado por el difunto Ted Kennedy. Y lo hizo gracias a que supo recordar a sus conciudadanos que ése no era "el escaño de Ted Kennedy", ni "el escaño del Partido Demócrata", sino un escaño de todos los habitantes del estado. Obama demostró haber tomado buena nota de lo sucedido en Nueva York y, ante la posibilidad de que su candidata, Martha Coakley, pudiera perder, hizo una aparición estelar en Boston; pero la magia presidencial ya no causa el efecto de antaño y el resultado fue una derrota sonada, más que nada por tratarse de Massachusetts, el más azul de los estados azules.
Por si fueran pocos, ahora tenemos un tercer amigo; éste es de Wisconsin, se llama Sean Duffy y pretende desalojar de su puesto en la Cámara de Representantes ni más ni menos que al autor de la ley de estímulo, David Obey. De nuevo contando con el apoyo del movimiento Tea Party y el respaldo explícito de Sarah Palin, Duffy es otro de esos que quieren tanto a su país que no pueden consentir que su presidente lo arruine sin haberle dicho antes: "Señor: ése no es el camino. Rectifique, por favor".
Hoffman, Brown, Duffy... No serán las únicas amistades que hará Obama en el tiempo que falta hasta las elecciones del próximo noviembre. Cada vez más, los estadounidenses sienten que existen motivos para dar un paso al frente y presentarse a las elecciones, ya sean locales, estatales o nacionales. Y no se trata de profesionales de la política, sino de personas normales y corrientes que tienen una idea clara de cuál es el futuro que desean para sus hijos; futuro que ven amenazado por parte de unos políticos que se creen que lo saben todo sólo porque pueden exhibir un título de la Ivy League, mientras que los demás vivirían "aferrados a sus armas y a su religión". A las armas y a la religión, tal vez no, pero a la fe y a la verdad sí. Y cada vez hay más norteamericanos dispuestos a seguir el consejo de Sarah Palin y no permitir que nadie les diga que se sienten y se callen, tal y como ya han hecho Hoffman, Brown, Duffy... y aún harán muchos más, cuyos nombres ya iremos conociendo. Serán personas que siempre estarán dispuestas a ayudar al presidente de su país a tomar el buen camino. No les quepa la menor duda.
© Semanario Atlántico
BOB MOOSECON, autor del blog Conservador en Alaska.
El segundo de los nuevos amigos del presidente es de Massachusetts, se llama Scott Brown y todos sabemos que conduce una camioneta, y a mucha honra. Brown salió victorioso de las elecciones convocadas para cubrir la vacante dejada en el Senado por el difunto Ted Kennedy. Y lo hizo gracias a que supo recordar a sus conciudadanos que ése no era "el escaño de Ted Kennedy", ni "el escaño del Partido Demócrata", sino un escaño de todos los habitantes del estado. Obama demostró haber tomado buena nota de lo sucedido en Nueva York y, ante la posibilidad de que su candidata, Martha Coakley, pudiera perder, hizo una aparición estelar en Boston; pero la magia presidencial ya no causa el efecto de antaño y el resultado fue una derrota sonada, más que nada por tratarse de Massachusetts, el más azul de los estados azules.
Por si fueran pocos, ahora tenemos un tercer amigo; éste es de Wisconsin, se llama Sean Duffy y pretende desalojar de su puesto en la Cámara de Representantes ni más ni menos que al autor de la ley de estímulo, David Obey. De nuevo contando con el apoyo del movimiento Tea Party y el respaldo explícito de Sarah Palin, Duffy es otro de esos que quieren tanto a su país que no pueden consentir que su presidente lo arruine sin haberle dicho antes: "Señor: ése no es el camino. Rectifique, por favor".
Hoffman, Brown, Duffy... No serán las únicas amistades que hará Obama en el tiempo que falta hasta las elecciones del próximo noviembre. Cada vez más, los estadounidenses sienten que existen motivos para dar un paso al frente y presentarse a las elecciones, ya sean locales, estatales o nacionales. Y no se trata de profesionales de la política, sino de personas normales y corrientes que tienen una idea clara de cuál es el futuro que desean para sus hijos; futuro que ven amenazado por parte de unos políticos que se creen que lo saben todo sólo porque pueden exhibir un título de la Ivy League, mientras que los demás vivirían "aferrados a sus armas y a su religión". A las armas y a la religión, tal vez no, pero a la fe y a la verdad sí. Y cada vez hay más norteamericanos dispuestos a seguir el consejo de Sarah Palin y no permitir que nadie les diga que se sienten y se callen, tal y como ya han hecho Hoffman, Brown, Duffy... y aún harán muchos más, cuyos nombres ya iremos conociendo. Serán personas que siempre estarán dispuestas a ayudar al presidente de su país a tomar el buen camino. No les quepa la menor duda.
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BOB MOOSECON, autor del blog Conservador en Alaska.