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ESTADOS UNIDOS

Obama se rodea de abortistas radicales

Tras los primeros titubeos y fracasos en materia de nombramientos, el presidente Obama parece estar adoptando un criterio claro y previsible: nombrar a personas destacadas por su defensa a ultranza del aborto. Por un lado tenemos a la gobernadora de Kansas, Kathleen Sebelius, en la Secretaría de Salud; por el otro, a Nancy DeParle, al frente de la Oficina de la Casa Blanca para la Reforma de la Sanidad.

Tras los primeros titubeos y fracasos en materia de nombramientos, el presidente Obama parece estar adoptando un criterio claro y previsible: nombrar a personas destacadas por su defensa a ultranza del aborto. Por un lado tenemos a la gobernadora de Kansas, Kathleen Sebelius, en la Secretaría de Salud; por el otro, a Nancy DeParle, al frente de la Oficina de la Casa Blanca para la Reforma de la Sanidad.
Barack Obama y Nancy DeParle.
Al anunciar estos dos nombramientos, Obama insistió en que Sebelius y DeParle trabajarían codo con codo para impulsar la reforma de la Sanidad.

Ambas tienen en común un historial abortista radical: cuando trabajaba como directora de la Administración Financiera de Sanidad en el Gabinete Clinton, DeParle se negó a aprobar el plan de salud infantil impulsado por el gobernador de Virginia –James Gilmore– porque no preveía financiación para que las mujeres con escasos recursos pudieran abortar gratis. Sebelius, por su parte, atesora el dudoso honor de conseguir que los tres últimos obispos de Kansas hayan tenido que emitir notas en su contra. Esta campeona abortista no puede mostrar una sola votación en la que haya limitado el acceso al aborto.

Estas dos designaciones se añaden a la quizá menos conocida pero muy significativa e influyente de Dawn Johnsen como directora de la Oficina de Consejo Legal del Departamento de Justicia, la asesoría legal del presidente y de todos los ministerios y agencias dependientes del Ejecutivo. Johnsen es conocida porque ha sido directora legal del National Abortion and Reproductive Rights Action League (Naral), y siempre se ha mostrado como una ardiente defensora de lo que ella llama "libertad reproductiva" (un concepto igual de evanescente que el de "justicia reproductiva" del que hablaba el senador Obama).

Entre las múltiples tomas de posición de Johnsen destaca la plasmada en un artículo publicado en Slate en enero de 2006, en el que se lamentaba del cierre de algunos centros abortistas y de las restricciones que algunos estados han ido aplicando al aborto. Otro discurso muy clarificador acerca de lo que piensa Johnsen es el que dio en enero de 2008 ante la American Constitution Society, titulado "A Progressive Agenda for Women's Reproductive Health and Liberty on Roe v. Wade's Thirty-Fifth Anniversary", en el que afirmaba:
Los progresistas deberíamos mirar a largo plazo y formular objetivos ambiciosos, conformados por un compromiso ideológico profundo y no sujetos a las presentes realidades (...) La agenda progresista debería aspirar a proteger la libertad reproductiva genuina y la salud reproductiva para todos. Sugiero, para la consecución de ese objetivo, tres estrategias prioritarias para presionar a los tribunales a fin de que invaliden toda restricción al aborto: primero, hay que concentrarse en persuadir a la gente de que den apoyo a las opciones reproductivas a través de la acción política; segundo, debemos centrar nuestros esfuerzos en las restricciones al aborto presentes o futuras; finalmente, hemos de situar el aborto entre el conjunto de políticas progresistas necesarias para contar con una salud y una libertad reproductiva genuinas.
Pero quizás lo que ha suscitado más criticas ha sido su equiparación del embarazo con la esclavitud, algo en lo viene incidiendo desde hace tiempo, pues ya utilizó ese argumento en 1989 en una demanda ante el Tribunal Supremo: cualquier restricción que haga el aborto menos accesible es, en su opinión, equivalente a una "servidumbre involuntaria", pues "exige que la mujer provea un servicio físico continuo al feto". En su opinión, el embarazo forzado por el Estado, que no permitiría abortar, viola durante nueve meses la enmienda decimotercera a la Constitución norteamericana, que prohíbe la esclavitud.

El perfil de Obama se va aclarando con la elección de su equipo de gobierno, y hasta el momento de modo muy preocupante. Hace poco más de un año, el actual presidente de EEUU declaraba que no conocía a nadie que fuera pro-aborto; quizás no conocía aún a Johnsen, o quizás pensó que era mejor adoptar un perfil moderado para, una vez en el poder, desplegar su verdadera agenda.


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