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IRÁN

Nucleoteísmo

Hay una preocupación universal por comprender las actividades de Irán en la esfera nuclear, así como las declaraciones del presidente del país acerca de la destrucción de Israel. Para el observador occidental, esto plantea varias preguntas difíciles: ¿Cómo es que los iraníes no escuchan las poderosas voces que exigen el cese de su programa nuclear? ¿Cómo no ven la progresión de los pasos dados para actuar contra ellos? ¿Cómo es que no temen un destino similar al de Sadam Husein?

Hay una preocupación universal por comprender las actividades de Irán en la esfera nuclear, así como las declaraciones del presidente del país acerca de la destrucción de Israel. Para el observador occidental, esto plantea varias preguntas difíciles: ¿Cómo es que los iraníes no escuchan las poderosas voces que exigen el cese de su programa nuclear? ¿Cómo no ven la progresión de los pasos dados para actuar contra ellos? ¿Cómo es que no temen un destino similar al de Sadam Husein?
Mahmud Ahmadineyad, presidente de Irán.
Y si escuchan y ven y comprenden todo ello, ¿qué les mueve a persistir en esa vía, más problemática cada día que pasa? ¿Y qué mueve al presidente Ahmadineyad, en una situación tan compleja, a hacer declaraciones sobre "un mundo sin Israel" y la "transferencia de Israel a Europa"? ¿Están desvinculadas estas proclamas de la situación política de Irán en el mundo debido a su programa nuclear? Y, sobre todo, ¿cómo puede uno entender a los iraníes?
 
Las respuestas son simples una vez entendemos a fondo el pensamiento de los ayatolás que llevan gobernando Irán desde la revolución de Jomeini, en 1979. Para ello debemos introducir una explicación del concepto árabe de "Wilayat al Faqih", que significa "Gobierno del Hombre de [la] Fe [verdadera]" e implica que el Hombre de Fe debe dominar todas las áreas de la vida nacional, incluidas aquellas que carecen de conexión evidente con la religión, como la economía, la política exterior, la investigación y el desarrollo, la salud, la educación, las finanzas, etcétera.
 
Según el principio de Wilayat al Faqih, todas estas áreas deben estar bajo el control del Hombre de Fe porque goza de iluminación divina, lo cual le dota de la comprensión de los caminos de Dios en el mundo; la Deidad ilumina su camino y guía sus pasos y decisiones. Así, todas las decisiones del Hombre de Fe son correctas. Es infalible, está dotado de Isma (infalibilidad), que le protege del error y le convierte en el ser humano perfecto. Se deduce que todos los hombres, no sólo los musulmanes, deben obedecerle y acatar sus órdenes.
 
El ayatolá Jomeini.El Wilayat al Faqih quedó establecido en Irán tras la revolución de Jomeini, en 1979. Todos los procedimientos del país, tanto en la esfera interna como en la externa, son modelados según dicho principio. Por lo que hace a la cuestión nuclear, la lógica iraní es así: "Si Alá nos dio la capacidad de desarrollar armas nucleares, y si decidimos que debemos llevar a cabo tal desarrollo, entonces esa decisión no puede ser incorrecta, porque Alá ilumina nuestro camino y nos guía en la decisión correcta. La decisión de proceder al desarrollo nuclear no es nuestra, sino divina; nuestra aportación consiste simplemente en llevarla a cabo. Si pusiéramos término al desarrollo de nuestra capacidad nuclear seríamos culpables de violar una orden divina".
 
La actitud de los ayatolás iraníes ante la presión que ejercen sobre ellos europeos y americanos es negativa de necesidad. El iraní se pregunta constantemente: "¿Quién eligió a estos infieles para que nos digan qué hacer y qué no hacer? ¿Desde cuándo tienen estos tipos deshonrados el derecho a exigirnos que desafiemos las decisiones de Alá que hemos aceptado? ¿Con qué derecho, especialmente tras haber abandonado su propia fe cristiana, intentan imponernos sus opiniones irreligiosas?".
 
Y ya que la presión diplomática sobre Irán no es legítima, Irán tiene todo el derecho a engañar a los europeos y a los americanos con aquello que sea necesario para encubrir su programa nuclear. Este engaño no se ve como pecaminoso porque la presión exterior se dirige contra Alá y Sus decisiones; así pues, Irán tiene un poder divino para oponerse de cualquier manera a las presiones.
 
Es esta completa despreocupación por Occidente, y particularmente por las exigencias occidentales a Irán, lo que mueve a Ahmadineyad a hacer declaraciones que, como bien sabe, desafían completamente el ethos occidental. Las últimas se dirigen contra Israel, al que ve como una colonia europea, un implante infiel en el corazón del mundo islámico. No ve ninguna diferencia entre el establecimiento de Israel, en violación de lo decidido por Alá, y los dictados antiiraníes, que además se oponen a las órdenes de Alá.
 
Como musulmán chií, está obligado a hacer todo lo que esté en su mano para erradicar la infiel presencia judeocristiana en Palestina, así como para incrementar el poderío de su país. Ve cómo Alá, en su gracia y misericordia, ha dotado a los musulmanes iraníes chiíes de la capacidad de desarrollar armas nucleares.
 
En la visión de los ayatolás, un Irán con armas nucleares será un instrumento en manos de Alá para imponer el Islam al mundo entero. Y ellos, los ayatolás, han sido elegidos por Alá para llevar a cabo Su misión.
 
Esta lógica islámica es difícil de comprender para la mentalidad occidental, ya que lleva a Alá, Sus deseos e intenciones a los dominios de la planificación política y al mismísimo reactor de energía nuclear. El ayatolá iraní, por su parte, no puede comprender cómo se puede llegar a las decisiones correctas sin situar en la cúspide de la pirámide decisoria a Alá, que habla por medio del Corán y la tradición oral (el Hadith). Estas fuentes son interpretadas por el Faqih, el Hombre de Fe (obviamente, de la secta chií).
 
De acuerdo con esta perspectiva, cualquier decisión opuesta a las intenciones de Alá es nula y carece de efecto, no es legítima y no debe ser seguida. Hay que tener en cuenta que existen eruditos chiíes que no aceptan la doctrina del Wilayat al Faqih, pero los iraníes hacen caso omiso de sus opiniones.
 
He aquí la lógica iraní, y lo que mueve a los ayatolás. Ninguna negociación, ninguna presión puede cambiar la decisión de Alá ejecutada por los ayatolás. Sólo si el mundo occidental logra llevarles al borde del abismo, y les amenaza con empujarlos, Alá les autorizará a cambiar su modo de pensar. Cada día que pasa con el programa nuclear en marcha es para ellos una prueba de que Alá les sigue conduciendo por la senda correcta. ¿Cómo, si no, podría ser que estuvieran haciendo progresos en su programa divino?
 
 
Mordejai Kedar, profesor de la Universidad de Bar Ilán (Israel) e investigador asociado en el Begin-Sadat Center for Strategic Studies.
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