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COSTA RICA

¿Nos conformaremos con ser campeones de segunda?

El pasado diciembre, durante una visita de trabajo a Chile, tuve la oportunidad de recorrer Santiago y sus alrededores... y maravillarme por el alto nivel de desarrollo que ha alcanzado esa nación andina. Chile es por mucho el país más moderno y próspero de América Latina.


	El pasado diciembre, durante una visita de trabajo a Chile, tuve la oportunidad de recorrer Santiago y sus alrededores... y maravillarme por el alto nivel de desarrollo que ha alcanzado esa nación andina. Chile es por mucho el país más moderno y próspero de América Latina.

Sin embargo, lo que encontré más sorprendente fue la actitud de los chilenos hacia su nivel de desarrollo: no se dan por satisfechos, quieren más. Prueba de ello es que la principal meta del gobierno de Sebastián Piñera es la de alcanzar un ritmo de crecimiento económico anual del 6% en la próxima década, de tal forma que en el 2020 Chile se convierta en el primer país desarrollado latinoamericano, con un nivel de ingreso per cápita similar al que tienen actualmente Portugal y Grecia. Ya los chilenos se dejaron de comparar con América Latina, y ahora pretenden tratar de tú a tú a los países mayormente desarrollados de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico).

Conformismo

Me resulta imposible no comparar este talante de los chilenos con el que predomina en amplios sectores de la clase política e intelectual de Costa Rica, donde el conformismo con ser los primeros en Centroamérica parece muchas veces la norma. Es como si estuviéramos satisfechos con ser los campeones de segunda división. La mediocridad a la que hemos llegado es tal, que en el último año los políticos criollos nos han dicho que tenemos que contentarnos con escoger lo menos malo o el peor es nada.

Costa Rica se duerme en los laureles... y se está quedando rezagada en muchas áreas críticas para el desarrollo nacional. Veamos tan solo algunos ejemplos: en facilidad de hacer negocios, Costa Rica se ubica en la posición 125 de entre 183 posibles, de acuerdo con el Banco Mundial. En materia de competitividad, nuestro país es el 56º entre 136, según el último Reporte de Competitividad Global; ahora bien, cuando se analiza únicamente el ambiente macroeconómico, este reporte nos relega a la posición 108.

En infraestructura portuaria, el informe del World Economic Forum nos coloca en la posición 132 de 136. Es decir, solo hay cuatro países con peores puertos. En tecnología y telecomunicaciones somos los undécimos entre 20 países de América Latina, según el más reciente Índice Tecnológico Latinoamericano, publicado por Latin Business Chronicle.

El porcentaje de familias bajo la línea de pobreza, que se mantuvo estabilizado en las últimas dos décadas, ha experimentado un marcado retroceso en los últimos años. En el 2007 la pobreza afectaba al 16,7% de las familias costarricenses, pero el año pasado el porcentaje fue muy superior: 21,3. Un informe reciente de la Cepal apunta:

Costa Rica se destaca como el único país [latinoamericano], entre aquellos para los que se cuenta con información, en que los indicadores de pobreza y de indigencia tuvieron un deterioro visible en 2009.

Las perspectivas nacionales se ensombrecen aún más si tomamos en cuenta que ya ni siquiera podemos presumir de ser el país más desarrollado de Centroamérica. Desde el 2004 Panamá nos supera en ingreso per cápita, y la brecha se ha venido ensanchando desde entonces.

Conforme pasa el tiempo y seguimos aletargados, se aleja cada vez más la meta de ingresar en el club de las naciones desarrolladas. Así, si el PIB per cápita creciera a un ritmo del 6%, nos tomaría 13 años alcanzar el nivel de desarrollo actual de Portugal, el país menos rico de Europa Occidental. Sin embargo, el crecimiento promedio de la última década ha sido de sólo el 2%. A este ritmo nos tomará 38 años llegar adonde está ahora Portugal.

Aumento de la inequidad

El secreto para hacer de Costa Rica un país desarrollado radica en un alto crecimiento económico que beneficie a todos los estratos sociales. Pero nuestra clase gobernante ha optado por un modelo que pretende redistribuir la riqueza por medio de políticas asistencialistas. Tenemos uno de los gastos sociales más altos de América Latina –hay 34 programas diferentes de combate a la pobreza y la desigualdad–, pero aun así la pobreza no solo no disminuye, sino que hasta crece. Según informó The Economist el pasado 9 de septiembre, Costa Rica es el tercer país latinoamericano donde más aumentó la inequidad en el período 2000-2006.

Si algo se puede concluir del primer año de la administración Chinchilla es que continuaremos por la misma senda en el próximo trienio: más asistencialismo, más gasto público y, como consecuencia, más impuestos. Chile, en cambio, apostó al crecimiento económico y ha visto su nivel de pobreza caer desde el 40% en 1990 hasta el 15% que luce hoy.

Mientras Costa Rica decide redistribuir la riqueza (y lo hace mal), Chile la genera. La interrogante es si estamos contentos con nuestra realidad. ¿Queremos ser en una generación un país desarrollado, o seguiremos conformándonos con ser los campeones de segunda división (y ya ni eso)?

Solamente nosotros tenemos la respuesta.

 

© El Cato

JUAN CARLOS HIDALGO, coordinador de Proyectos para América Latina del Cato Institute.

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