Recientemente tuve ocasión de conversar con él. Esto es lo que dio de sí la entrevista.
¿Se quedará en España?
Mi mujer y yo estamos deseando que las autoridades españolas acepten mi solicitud, para así ponernos a trabajar y establecernos. El proceso puede durar hasta ocho meses.
¿Qué cargos políticos desempeñó en Cuba?
Me hice miembro del Partido Comunista en la universidad, y desde que me gradué –en Relaciones Internaciones, en 1981– he trabajado en el Ministerio de Relaciones Exteriores. Estuve en la Oficina Cultural de Cuba en México a las órdenes de Miguel Cossío Woodward, quien posteriormente se exilió. En 1989 fui destinado a Angola, en calidad de ayudante del jefe de la misión militar de mi país. Entre 1991 y 1994 me ocupé de las relaciones con el Caribe desde la sede del Ministerio en La Habana. Entonces regresé a Méjico, como primer secretario de la oficina consular, y un año después me destinan a París, donde represento a Cuba en el Consejo Ejecutivo de la Unesco. En 2006 me nombran consejero político de la embajada y jefe de la oficina consular de Mozambique.
¿En que consistían sus actividades con los exiliados?
En Mozambique hay una comunidad de unos 140 cubanos, la mayoría desertores llegados a partir de los años 70. Cuba tiene un acuerdo con Mozambique en virtud del cual los que se nieguen a regresar no pueden trabajar en el país africano. Algunos están en una situación desesperada, así que yo me dediqué a redactar avales y recomendaciones para que obtuvieran empleos. Lo hice de forma gratuita y por múltiples razones; fundamentalmente humanitarias: porque todo el mundo tiene derecho a ganarse la vida, con independencia de sus ideas, y también políticas: porque no se le puede negar a un cubano su nacionalidad y considerarle un proscrito o un traidor por razones ideológicas. Son derechos que figuran en la Carta de Derechos Humanos, que Cuba ha suscrito.
Una Carta de Derechos Humanos que casi nadie conoce en Cuba...
El Gobierno cubano no difunde ese documento. Como muchos de los artículos se violan, la Carta no se da a conocer. Sólo se puede acceder a ella a través de internet, pero en Cuba no está a disposición de los particulares, sino de las instituciones del Estado. Tener internet o antenas para ver canales de televisión internacional es ilegal en Cuba, lo mismo que en Irán. Sin embargo, algunas personas las obtienen de forma clandestina; incluso se las arreglan para acceder a la Red. Ni siquiera Radio Martí llega de forma regular, debido a las interferencias.
¿Cómo ha evolucionado la política exterior del régimen?
Actualmente, Cuba no puede permitirse instigar ni apoyar procesos revolucionarios en el exterior, así que se limita a aliarse con los Gobiernos populistas de la región. Por ejemplo, las relaciones que mantiene hoy Cuba con Venezuela superan las que Castro mantuvo con la URSS, tanto en el aspecto económico como en otros.
¿Qué actividades llevan a cabo las embajadas de Cuba contra los exiliados?
Todas las embajadas cubanas tienen como misión contrarrestar las acciones de los disidentes y neutralizarlos, sea donde sea. Para esto se usan las diferentes asociaciones y grupos de solidaridad con el régimen. Estos grupos reciben instrucciones de la embajada y realizan las tareas que Cuba les dicta. La embajada les indica lo que tienen que hacer, y cómo llevar a cabo estas acciones. La gran mayoría de los grupos de solidaridad del mundo reciben indicaciones de las autoridades cubanas.
¿Esto también incluye a partidos políticos?
El Gobierno cubano tiene muchos simpatizantes en el exterior, que lo apoyan de modos diferentes. Eso no se puede desconocer. Existen simpatizantes en los partidos de cualquier tendencia, aunque algunos se inclinan más que otros, por afinidad ideológica. Recuerde las excelentes relaciones que el régimen de Franco mantuvo con Castro. Casi siempre, los intereses económicos se sobreponen a los políticos y los condicionan.
¿Podríamos hablar de casos de doble lealtad?
Hay gente muy comprometida con el sistema. Algunos estudiaron en Cuba, otros están casados con cubanos, y todos son afines al comunismo. Las embajadas de Cuba se benefician de un flujo constante de información suministrada por ciudadanos extranjeros.
¿Podría darme algún nombre, al menos en México y en Francia, países en los que usted estuvo destinado?
Conozco casos, y le garantizo que eso existió y todavía existe. Tengo nombres de asociaciones y personas, pero por el momento prefiero reservarme esa información, que no es poca.
¿Cuándo comenzaron sus actividades a favor de los exiliados?
En mi primera etapa en México, en 1984. Yo tenía relaciones con artistas e intelectuales cubanos residentes en aquel país. En aquel entonces eran intercambios de conocimiento y de criterios propiciados por el propio consejero cultural, Miguel Cossío Woodward, un hombre muy importante, que fue secretario del presidente de la república y asesor del ministro de Cultura y que acabó exiliándose. Como segundo de él, participé en muchas de las actividades que organizaba.
Algo que en Cuba puede costar muy caro...
El mero contacto con la disidencia puede suponer una condena de al menos cinco años; y según lo que uno haya hecho, la condena puede llegar a los 20. Por cenar en casa de un exiliado puedo terminar en la cárcel, además de ser expulsado del partido, del Ministerio, etcétera. Mi vida terminaría, como ha terminado desde que estoy aquí.
Esas actividades, ¿fueron fruto de un desacuerdo previo con el sistema político de su país?
No se puede tener a la gente encerrada en una urna de cristal. Cuando el Gobierno toma la decisión de no permitir que un pueblo tenga información, cuando le niega que conozca cosas como la Carta de los Derechos Humanos, es por algo. Esto hace pensar qué puede haber detrás de todo eso.
¿Había otros miembros del Partido que compartieran sus inquietudes en aquellos momentos?
Le puedo decir que durante la perestroika de Gorbachov, en la segunda mitad de los años 80, muchos dirigentes quisieron sumarse a ella. Hubo una división, y multitud de funcionarios estaban dispuestos a seguir el camino de liberalización puesto en marcha en Rusia. Todos ellos fueron separados de sus cargos y apartados del poder. Hubo purgas e instrucciones para que todo el que oliera a perestroika fuera cesado.
¿Fue el proceso contra el general Ochoa y el coronel De la Guardia parte de esa purga?
Se trató de un escarmiento preventivo dirigido contra los mandos militares y contra la población. El mensaje era que: todo aquél que se aparte de la línea del Gobierno acabará como ellos, fusilado. Así lo percibí yo, y así lo vio el pueblo.
¿Existe actualmente división en el Ejército o en el Partido?
En Cuba hay miles de problemas. El salario no alcanza para vivir y satisfacer las necesidades mínimas de alimentación. Tras la últimas tormentas tropicales, la zona oriental se encuentra en una situación crítica de abastecimiento de alimentos. Hay serios problemas con el transporte, con la vivienda. Faltan médicos y medicinas. Faltan profesores, no hay posibilidad de garantizar una enseñanza eficaz. Sin embargo, la Seguridad del Estado y los servicios de inteligencia funcionan como un reloj suizo. No les faltan recursos, incluso les sobran, y el pueblo y los mandos militares lo saben.
Con esto le quiero decir que cualquiera que se salga de la línea sabe lo que le espera, desde muchos años de prisión hasta el fusilamiento. Esto inhibe y limita cualquier acción contraria al régimen, que supone un riesgo para la propia vida. No obstante, sí que hay mucha gente en las altas esferas preocupada por la miseria, el hambre y la pobreza del pueblo, y que tiene ideas propias.
¿Miseria, a pesar de la ayuda de Venezuela?
La ayuda de Venezuela es vital, pero no suficiente. Esta ayuda, por ejemplo la del petróleo, ha sido fundamental para el mantenimiento del régimen. Pero aun así la situación del país es muy grave.
Pinta un retrato muy sombrío de Cuba. Una sociedad estrangulada por los gastos que conlleva el mantenimiento de la familia Castro en el poder.
La situación es un desastre. La zafra azucarera, que en el pasado fue la primera entrada de divisas, ha pasado de seis o siete millones de toneladas a menos de un millón y medio. No hay financiación ni para comprar abonos y herbicida, y menos aún para el transporte de la caña. No hay salarios que estimulen a los trabajadores. Los campesinos tienen que vender su producción al Estado a precios irrisorios. A duras penas cumplen con sus obligaciones frente al Estado, y la venta en los mercados libres, si es que sobra algo, es muy difícil por los problemas de transporte. Hay casos en que cosechas enteras se echan a perder porque el Estado no las recoge.
Tiene que haber una ruptura, porque hasta el momento lo que se ha hecho no ha producido resultados. Vamos hacia atrás, no hacia delante, y esto no se reconoce. El régimen habla de logros, dice que el país creció un 10%. Son cifras inventadas para engañar a personas que no viven en Cuba. El pueblo lo que aprecia es que cada vez tiene más hambre.
¿Cuál es el escenario más probable tras la muerte de Fidel Castro?
La enfermedad de Fidel Castro es un secreto de Estado más. Como en otros muchos asuntos, casi nadie tiene información al respecto. En ausencia de Castro, su hermano Raúl se haría con el poder. El directorio que Castro ha designado no tiene poder decisorio. Cuba continuará teniendo un sistema político unipersonal.
La gran interrogante es qué pasará después de Raúl. Para mí, está muy claro que él heredará el poder de su hermano y seguirá una línea continuista. Que nadie se llame a engaños: la posibilidad de una apertura, de pluripartidismo y elecciones libres, se abrirá después de Raúl Castro. Sin embargo, hay que prestar atención a los movimientos sociales.
¿Hay posibilidad de que los cambios se produzcan desde abajo?
El problema de la disidencia es que no hay un líder reconocido por todos. Además, durante mucho tiempo la disidencia exterior y la interior no han actuado de forma combinada. Ha sido un fracaso que ha hecho perder múltiples oportunidades por no tener claro el contexto. Por ejemplo, cuando se desmembró el campo socialista y desapareció la URSS. Entonces se perdió una gran oportunidad por la falta de un plan de acción.
En este sentido, ¿ha sido la política de los EEUU contraproducente?
La política de los Estados Unidos ha estado dirigida fundamentalmente hacia una parte de la disidencia y no hacia el pueblo. Ésa es la esencia de su fracaso. Hay que configurar una estrategia en la que el pueblo cubano tenga confianza y en la que tome parte, para que participe de este cambio. Mientras se desconozca al pueblo cubano y éste no sea protagonista, no se podrá hacer nada.
¿En qué parte del pueblo existe ese germen que pudiera provocar un cambio?
El problema de Cuba es que el régimen no va a permitir un Lech Walesa. Ni siquiera los trabajadores por cuenta propia pueden hacer nada. No están organizados, y no hay propiedad privada. En estos momentos, la única posibilidad reside en los estudiantes universitarios, que están llevando a cabo una labor de resistencia que se desconoce internacionalmente. Más de 5.000 estudiantes han firmado una declaración por la autonomía universitaria, algo muy importante y que, sin embargo, no ha trascendido.
La juventud es el factor fundamental para el cambio. Esa resistencia se nota en la calle. Por ejemplo, muchos jóvenes visten diferente y llevan símbolos patrios norteamericanos para marcar su oposición. También están al corriente de lo que sucedió en Venezuela. La oposición universitaria a Chávez ha sido muy importante, y la información ha conseguido difundirse por canales extraoficiales.
¿Qué opina de la política de cooperación con el régimen que sigue el actual Gobierno de España? ¿Es preferible a la presión que ejercen otros países europeos?
No se puede dejar de hacer presión. Si no se hace presión y se convive con el régimen, esto equivale a aceptar al patito feo de la comunidad internacional. Cooperar con el Gobierno de Cuba no es bueno.
El diálogo debe realizarse sobre la exigencia de que se produzca un cambio. Una relación que implique la presión hacia un cambio democrático, y siempre teniendo en cuenta a la disidencia. No se puede hacer política hacia Cuba sin tener en cuenta a los disidentes.
¿Pueden el turismo y, en general, la entrada de extranjeros tener algún efecto político o social en Cuba?
La población está muy limitada a la hora de compartir con el turista. El Gobierno y el Partido, y así lo han hecho saber, no ven con agrado que el turista se relacione con el pueblo. Si un turista se relaciona con una persona cubana, ésta es vista como una prostituta. Se trata de desprestigiar la imagen del cubano que se relacione con extranjeros. Y como existe tanta prostitución debido a la pobreza, cualquier relación con foráneos se relaciona con el "dinero mal habido". Es una barrera muy difícil de romper.
ANTONIO GOLMAR, politólogo y miembro del Instituto Juan de Mariana.