La noticia, cuando se lee con detenimiento, nos puede dar unas cuantas pistas que nos ayudarán a comprender la evolución ideológica de la sociedad norteamericana, mucho más allá de la tan manida tesis de la polarización creciente entre conservadores y liberales (que podríamos traducir mejor por izquierdistas).
El primer dato es el de la adscripción ideológica de los estadounidenses: un 40% se declara conservador; un 36, moderado, y un 21, liberal. Una mirada más atenta a los datos nos muestra que, desde 1992, los conservadores y los liberales han crecido cuatro puntos, mientras los moderados han caído siete. Pero esta evolución no ha sido lineal: los liberales, que alcanzan sus cotas más bajas a mediados de los noventa, alcanzan su máximo en 2008 y retroceden un punto en 2009. Por su parte, los conservadores se sitúan entre el 37 y el 38% a lo largo de casi toda la serie, con un pico del 40% en 2003 y 2004 (coincidiendo con la segunda mitad del primer mandato de George W. Bush) y un fuerte repunte de tres puntos en 2009, que pocos pronosticaban hace poco más de un año, y que los colocan en sus niveles más altos. Por su parte, el declinar de los moderados es lento pero constante desde 1996.
Más que polarización, lo que la serie histórica de Gallup nos muestra es un país claramente escorado hacia las ideas conservadoras, con un bloque importante de moderados declinando lentamente y un grupo de liberales que crece pero sigue siendo claramente minoritario.
En cuanto al fuerte crecimiento de los conservadores –tres puntos– en 2009, Gallup nos dice que se debe al incremento abrupto de independientes que se declaran conservadores: cinco puntos, del 30 al 35%. Los republicanos que se consideran conservadores han pasado del 70 al 71%, y los demócratas conservadores están estancados en un 21%. Estos datos son especialmente preocupantes para Obama, pues no son los republicanos quienes están protagonizando el cambio, sino aquellos que no se identifican necesariamente con ninguno de los dos grandes partidos y que han iniciado un trasvase hacia posiciones conservadoras.
Ya con más detalle, Gallup discrimina, dentro de los conservadores, entre muy conservadores y conservadores a secas; lo mismo hace con los liberales. Pues bien: el crecimiento conservador no se registra entre quienes se declaran conservadores, que incluso pierden un 1% desde 2000 –del 32 al 31%–, sino entre los que se definen como muy conservadores, que pasan del 6 al 9%. El tabú de presentarse como muy conservador se ha debilitado fuertemente en Estados Unidos a lo largo de la presente década, y cada vez son más quienes se definen así, sin complejos.
En cuanto al comportamiento de los que se identifican con uno de los dos grandes partidos, los republicanos son cada vez más conservadores: de un 62 a un 71% en los últimos nueve años. Por su parte, tal y como era de esperar, los demócratas son cada vez más liberales: de un 29 a un 38% desde 2000, si bien el grupo más numeroso dentro de los demócratas vuelve a ser en 2009 el de los moderados, con un 39%, con lo que recupera el liderazgo perdido dentro del partido el año de la elección de Obama. Los conservadores demócratas, una especie no tan rara hace cincuenta años, siguen su lento declinar, pero aún no son irrelevantes: representan el 21% del total de los demócratas.
Lo esencial está dicho: crecimiento conservador intenso –además, de quienes se dicen muy conservadores–, tendencia creciente de los independientes a definirse como conservadores y mayoría social sólida de conservadores y moderados. Este estado sociológico de cosas está torciendo muchos pronósticos y ayudando a comprender qué ocurrió en Virginia y Nueva Jersey, o qué acaba de ocurrir en Massachusetts.
© Fundación Burke
El primer dato es el de la adscripción ideológica de los estadounidenses: un 40% se declara conservador; un 36, moderado, y un 21, liberal. Una mirada más atenta a los datos nos muestra que, desde 1992, los conservadores y los liberales han crecido cuatro puntos, mientras los moderados han caído siete. Pero esta evolución no ha sido lineal: los liberales, que alcanzan sus cotas más bajas a mediados de los noventa, alcanzan su máximo en 2008 y retroceden un punto en 2009. Por su parte, los conservadores se sitúan entre el 37 y el 38% a lo largo de casi toda la serie, con un pico del 40% en 2003 y 2004 (coincidiendo con la segunda mitad del primer mandato de George W. Bush) y un fuerte repunte de tres puntos en 2009, que pocos pronosticaban hace poco más de un año, y que los colocan en sus niveles más altos. Por su parte, el declinar de los moderados es lento pero constante desde 1996.
Más que polarización, lo que la serie histórica de Gallup nos muestra es un país claramente escorado hacia las ideas conservadoras, con un bloque importante de moderados declinando lentamente y un grupo de liberales que crece pero sigue siendo claramente minoritario.
En cuanto al fuerte crecimiento de los conservadores –tres puntos– en 2009, Gallup nos dice que se debe al incremento abrupto de independientes que se declaran conservadores: cinco puntos, del 30 al 35%. Los republicanos que se consideran conservadores han pasado del 70 al 71%, y los demócratas conservadores están estancados en un 21%. Estos datos son especialmente preocupantes para Obama, pues no son los republicanos quienes están protagonizando el cambio, sino aquellos que no se identifican necesariamente con ninguno de los dos grandes partidos y que han iniciado un trasvase hacia posiciones conservadoras.
Ya con más detalle, Gallup discrimina, dentro de los conservadores, entre muy conservadores y conservadores a secas; lo mismo hace con los liberales. Pues bien: el crecimiento conservador no se registra entre quienes se declaran conservadores, que incluso pierden un 1% desde 2000 –del 32 al 31%–, sino entre los que se definen como muy conservadores, que pasan del 6 al 9%. El tabú de presentarse como muy conservador se ha debilitado fuertemente en Estados Unidos a lo largo de la presente década, y cada vez son más quienes se definen así, sin complejos.
En cuanto al comportamiento de los que se identifican con uno de los dos grandes partidos, los republicanos son cada vez más conservadores: de un 62 a un 71% en los últimos nueve años. Por su parte, tal y como era de esperar, los demócratas son cada vez más liberales: de un 29 a un 38% desde 2000, si bien el grupo más numeroso dentro de los demócratas vuelve a ser en 2009 el de los moderados, con un 39%, con lo que recupera el liderazgo perdido dentro del partido el año de la elección de Obama. Los conservadores demócratas, una especie no tan rara hace cincuenta años, siguen su lento declinar, pero aún no son irrelevantes: representan el 21% del total de los demócratas.
Lo esencial está dicho: crecimiento conservador intenso –además, de quienes se dicen muy conservadores–, tendencia creciente de los independientes a definirse como conservadores y mayoría social sólida de conservadores y moderados. Este estado sociológico de cosas está torciendo muchos pronósticos y ayudando a comprender qué ocurrió en Virginia y Nueva Jersey, o qué acaba de ocurrir en Massachusetts.
© Fundación Burke