Kirchner, para desligarse del inmenso tráfico de drogas a través del Aeropuerto Internacional de Buenos Aires, pidió la renuncia de las máximas autoridades de la Fuerza Aérea, responsable de la Policía Aeronáutica Nacional (PAN), con jurisdicción en el aeropuerto. Como si no hubiera sido su propia responsabilidad; además, su Gobierno, sospechosamente, subvencionaba a la empresa aérea transportadora de drogas. Luego aseguró que eliminaría la PAN para sustituirla por otra fuerza "incorrupta", pero resulta que el nuevo cuerpo está integrado por la misma gente, bajo otro nombre.
Pero en estas trampas Chávez gana a Kirchner. El canciller venezolano, que en los años 60 se dedicaba a volar oleoductos, reafirmó ante la OEA, sin aportar pruebas, que EEUU adelanta un complot para asesinar al presidente Chávez. Con semejante disparate Chávez trata de esconder que está fortaleciendo su poder militar con la compra de armamentos a Rusia: 100.000 fusiles de asalto AK-47, 40 helicópteros y 50 aviones de combate MiG 29. Además, avanza en la integración militar con Lula, que incluye desde aviones de combate, corbetas ligeras y patrulleras hasta operaciones conjuntas en el Amazonas. Se trata de la pieza central en la alianza bilateral entre Venezuela y Brasil, sellada recientemente, durante la visita de Lula a Caracas, donde el presidente brasileño aseguró que Venezuela goza de "salud democrática".
Es una extraña salud democrática bajo la que se hostiga a uno de los profesores de Derecho Constitucional más destacados de Venezuela: Tulio Alberto Álvarez, quien fue convocado para trabajar en la elaboración de la actual Constitución chavista. Tras cinco meses de trabajo, Álvarez renunció cuando el Gobierno decidió apartarse del sistema electoral de representación proporcional –tradicional en Venezuela– y reemplazarlo por el de la mayoría simple absoluta, que sirvió para que Chávez, con el 53% de los votos, tenga el 97% de las bancas.
Ahora, el teniente coronel (r) aprovechó que controla la Justicia para prohibir a Álvarez la salida del país, por haber presuntamente difamado a uno de los diputados más cercanos al poder, William Lara. Es la primera vez en la historia de Venezuela que se toma esa medida, y eso a pesar de que, según la Convención Interamericana de Derechos Humanos –de la que Venezuela es firmante–, "no se admitirá condena por difamación contra ningún ciudadano que cuestione la gestión de un funcionario público de su país".
En medio de todo esto, el nuevo presidente uruguayo, Tabaré Vázquez, amigo de Lula, Kirchner, Gutiérrez, Chávez y Castro, llega al Gobierno comprometido con la "integración regional", el Mercosur, como prioridad exterior, pero quiere "obtener reciprocidades". En otras palabras, en lugar de liberar unilateralmente a sus ciudadanos de manera que puedan comerciar con el exterior y progresar, ya está exigiendo y anunciando confrontaciones.
Así de bien va América Latina. Tanto que, según recientes datos, la inmigración hacia EEUU aumentó en un 2,3% durante 2004. Ya hay 34,2 millones de extranjeros en EEUU, de los cuales el 53% nació en América Latina, el 25% en Asia y el 14% en Europa. Del total, 13,1 millones se han hecho ciudadanos y unos 12 millones están indocumentados.
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