Los candidatos eran éstos:
– Blanca Ovelar, por el Partido Colorado (PC). Esta formación ha estado en el poder, ininterrumpidamente, durante 61 años, incluidos los de la cruel dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989). Por supuesto, el PC no ha escapado a la regla enunciada por Lord Acton: "El poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente".– El general golpista Lino Oviedo. Este ex dirigente del PC ha sido acusado de participar en el asesinato del ex vicepresidente Luis María Argaña (1999).– El ex obispo católico Fernando Lugo, por la Alianza Patriótica para el Cambio. Se identifica con la Teología de la Liberación, que se presenta como una reflexión a partir de la experiencia religiosa de quienes encuentran a Cristo entre los pobres, merced al compromiso que contraen en la lucha por su liberación. En ese contexto, liberación significa destruir el sistema capitalista y reemplazarlo por una organización colectivista. Por lo tanto, en esa lucha revolucionaria por la liberación de las clases humildes todo está permitido, incluso el recurso a la violencia. No debe causar asombro, pues, la sintonía que exhiben Lugo y el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, ni que los presidentes satélites del venezolano consideren a aquél un nuevo miembro del bloque socialista.
Los adeptos a la Teología de la Liberación estuvieron muy activos en el continente americano durante las décadas 60 y 70 del siglo XX. Fue el sustrato ideológico de muchos de los grupos guerrilleros de la época. Por esta razón, las autoridades eclesiásticas declararon expresamente –por medio de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe– que dicha teología no pertenecía a la doctrina católica.
El vencedor de la contienda electoral del domingo fue Lugo. El diario El País de Madrid escribió en su editorial: "Que un obispo comprometido que colgó los hábitos hace tres años acabe en las urnas con la hegemonía más prolongada del mundo de un partido sobre un país, es en sí misma una saludable noticia. Si el país es Paraguay, es además alentadora". No compartimos tanto optimismo. Por supuesto que la alternancia en el poder es algo saludable en toda democracia. Sin embargo, el hecho de que se haya podido desplazar algo malo no quiere decir que la alternativa no pueda resultar aún peor. Las señales enviadas por el presidente electo no son muy halagüeñas.
A Lugo se le llama "el obispo de los pobres". Él se complace en proclamar que su "opción preferencial" por los "desposeídos" no es política, sino pastoral. Hay una evidente contradicción en sus palabras: su "opción preferencial", está claro, ha sido la acción política por sobre la pastoral. De lo contrario, seguiría siendo obispo. Lo cual ya delata bastante acerca de su carácter y de su honestidad intelectual.
La evidencia histórica es contundente al mostrar que todos aquellos que se proclaman amantes de los desheredados, de tanto que los aman... terminan por extender la pobreza por doquier. Pobreza para todos, salvo para ellos y sus allegados, claro.
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