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COREA DEL NORTE

La Unión Soviética del siglo XXI

Corea del Norte es, junto con Cuba, el gran exponente actual de la miseria que genera el comunismo, de la degradación a que da lugar en todos los órdenes, económico, político, social, moral, cultural...


	Corea del Norte es, junto con Cuba, el gran exponente actual de la miseria que genera el comunismo, de la degradación a que da lugar en todos los órdenes, económico, político, social, moral, cultural...
Kim Jong Il.

El régimen de Pyongyang es una herencia del pasado de la que cuesta librarse; y es que siempre ha habido mecenas que han patrocinado este tipo de regímenes liberticidas.

Actualmente, es el mal entendido pragmatismo de China lo que permite que Corea del Norte siga siendo una amenaza. Con su doctrina del apaciguamiento (interesado), Pekín ha logrado que las dictaduras regionales le rindan pleitesía, pues todas ellas comparten el rasgo de que niegan derechos humanos y libertades fundamentales. Con su capitalismo de Estado, China ha logrado que la comunidad internacional la considere un actor internacional de primer orden, si bien más temido que respetado.

El comunismo perdura en América Latina y en Asia, bien travestido de populismo (Venezuela, Bolivia, Nicaragua), bien recurriendo a parches y más parches que no le hacen perder su natural fisonomía (Cuba). Sin embargo, puede que sea en Corea del Norte donde mejor se capte la doctrina impulsada por Marx y Lenin, y llevada hasta sus últimas consecuencias por Stalin.

En efecto, en Corea del Norte se dan todas aquellas circunstancias que muestran que el comunismo es una ideología tan disfuncional como tiránica. La primera de ellas, la negación de las libertades individuales. La dinastía de Kim Jong Il ha convertido a los norcoreanos en seres amorfos que no tienen otro disfrute que los desfiles militares, en los que se exalta hasta la extenuación la figura del Querido Líder.

La segunda es la pobreza. Deliberadamente, Corea del Norte no participa en el entramado económico comercial internacional; únicamente abastece de tecnología militar a todos aquellos Estados fallidos que se lo demandan. Por supuesto, la industria militar es monopolio del Estado.

En tercer lugar tenemos el hermetismo. ¿Alguien puede arrojar algún dato sobre la oposición a Kim Jong Il? Nadie. Parece no existir. Es ahí donde cobra importancia la característica del amorfismo del norcoreano señalada más arriba.

Corea del Norte es un riesgo para la comunidad internacional. Su capacidad de destrucción está más que demostrada. Cuando Kim Jong Il amenaza, lo hace en serio; no se trata de brindis al sol. Otra cosa bien diferente es que sus víctimas se dejen achantar por sus bravuconadas chantajistas, con las cuales sólo busca proveerse de balones de oxígeno que le permitan perpetuar su dictadura. Algo parecido puede decirse de los momentos de distensión con Corea del Sur; en ellos siempre subyace el mismo interés: beneficiarse de la buena voluntad del vecino para tomar aire y, en definitiva, que las cosas sigan igual.

Tarde o temprano, este régimen liberticida implosionará. El pasado, no tan lejano, nos brinda significativos casos equiparables. Por lo tanto, cualquier análisis que se haga de Corea del Norte no deberá perder de vista las hipótesis sobre el futuro. Pyongyang no podrá ocultar sus debilidades estructurales con muestras de poderío militar; por cierto, el Ejército está muy alejado de todo objetivo de carácter civil, y, como hemos visto, poco (o nada) puede hacer cuando el país afronta catástrofes naturales de primera magnitud.

 

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