
Un estudio prospectivo de Price Waterhouse señala que en el año 2050 la economía mexicana será la séptima más grande, con un PIB absoluto superior al de tres de las grandes economías europeas: Gran Bretaña, Francia e Italia. ¿Sorprende? No debería, dado lo grande que es México en términos geográficos y poblacionales. Lo que debería sorprender es que su economía no sea ya más grande que la de esos tres países; pero no sorprende por nuestro muy mediocre desempeño en estos últimos treinta años.
Por otra parte, ¿es tan relevante el medir el tamaño de una economía en función de su PIB absoluto? En 2009, y teniendo en cuenta la paridad del poder de compra (PPC), el PIB de EEUU fue de 14 billones de dólares; el de China, de 9,1; el de Japón, de 4,1; el de la India, de 3,8; el de Alemania, de 3, y el de México, de 1,5. Ahora bien, los datos de PIB por habitante (PPC) son muy distintos: EEUU, 46.400 dólares; China, 6.500; Japón, 32.600; la India, 3.100; Alemania, 34.200, y México, 13.200.
Con la información anterior, queda claro que lo relevante en realidad no es el valor absoluto del PIB, sino el PIB por habitante. El PIB chino, en valor absoluto, equivale al 70% del estadounidense, mientras que el PIB por habitante de EEUU es siete veces superior al de China. El PIB chino es tan grande –el segundo mayor del mundo– porque China es el segundo país más extenso (después de Rusia) y el más poblado. México es, en valores absolutos, la decimocuarta economía del planeta, pero en PIB por habitante ocupa el 70º lugar.
Es claro que la economía mexicana seguirá ganando tamaño en términos absolutos, por dos razones fundamentales: su población seguirá creciendo y cada vez más gente se incorporará a su mercado laboral, mientras que los tres países europeos señalados experimentarán un estancamiento demográfico, que a su vez dará por resultado un envejecimiento de su población. Pero, nuevamente, lo relevante no es esto, sino si el PIB por habitante, como una primera aproximación al nivel de desarrollo económico, experimentará un incremento sostenido.
Y es aquí donde está el meollo del asunto. La clave –es necesario insistir– se centra en hacer reformas que deriven en una mayor inversión y en el incremento de la productividad de los factores de la producción. El PIB por habitante está estancado, precisamente, porque la productividad no se ha incrementado.
O hacemos ya los cambios estructurales necesarios, o de nada servirá que lleguemos a ser la séptima economía más grande del mundo.
© El Cato
ISAAC KATZ, investigador y catedrático del Instituto Autónomo de México.