La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) vaticina que la región continuará creciendo por sexto año consecutivo, esta vez alrededor del 5%. Impulsadas por los altos precios de las materias primas en los mercados internacionales, las exportaciones han experimentado un aumento significativo que ha repercutido en el crecimiento de la zona. Pero ¿cuánto durará ese crecimiento?
Los analistas temen que se trata de un buen momento en el ciclo usual de vacas gordas y vacas flacas que ha caracterizado a una región que depende de sus materias primas. Algunos –entre ellos algunos líderes prudentes– lamentan que no se esté aprovechando el momento para realizar reformas económicas que permitan alcanzar un crecimiento similar al de los Tigres Asiáticos. Lo peor es que varios gobernantes están valiéndose de la actual prosperidad para descartar contratos, expropiar a empresas y cambiar las reglas del juego a los inversores extranjeros.
El año pasado el Banco Mundial publicó un importante estudio, titulado "¿Dónde está la riqueza de las naciones?", en el que se dice que los recursos naturales, como el petróleo, los minerales y las tierras agrícolas, sólo representan entre el 20 y el 40% del capital productivo mundial. En contraste, los denominados capitales intangibles, como la efectividad de las instituciones y la educación de la ciudadanía, conforman la mayor parte del capital productivo de un país.
Es más, el estudio encontró que el respeto por la propiedad, un sistema judicial tanto independiente como funcional y un buen gobierno representan más de la mitad del capital intangible de una nación. La educación representa más de una tercera parte.
Éstos son los fundamentos clave para alcanzar la prosperidad en el siglo XXI.
Tristemente, algunos latinoamericanos están aprendiendo la lección por las malas. La tentación populista de menospreciar e ignorar las leyes establecidas han aportado popularidad y ganancias rápidas a algunos. Ahora bien, éstos están empezando a pagar las consecuencias:
– En Bolivia, la expropiación de los recursos petroleros y gasísticos (2006) ha tenido por consecuencia el éxodo de empresas, capitales y técnicos. Como consecuencia, la producción ha caído hasta un punto que el país ya no puede cumplir con sus contratos de venta de gas a Argentina. La producción apenas alcanza para abastecer el consumo nacional.– En Ecuador se acusa judicialmente a Texaco (ahora parte de Chevron) de daños ambientales, cuando el propio Gobierno del país absolvió hace años a la firma de toda responsabilidad. La demanda civil, a pesar de las irregularidades judiciales, las conductas inapropiadas de los abogados y la interferencia del Poder Ejecutivo, sigue adelante. Un juez federal estadounidenses desechó recientemente un caso relacionado porque los abogados de la acusación falsearon los daños.– En Argentina, los controles de precios sobre la electricidad y el agua han provocado una reducción de las inversiones, así como apagones y problemas de escasez de agua. En el sector petrolero y gasístico, las restricciones a las inversiones privadas llevan a la Argentina a convertirse en un importador neto de petróleo.
Las recetas populistas, lejos de promover una economía saludable, conducen a la pobreza. Los políticos latinoamericanos ya deberían saber que el respeto a la propiedad, a los contratos y a las leyes es el único camino conocido hacia el bienestar y el desarrollo. Los Gobiernos y pueblos que lo ignoran están condenados al atraso y la miseria.
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