Para Estados Unidos, el TLC significa la posibilidad de obtener unos aranceles más bajos para sus productos. Para Colombia, la no aprobación del mismo significaría la pérdida de más de 450.000 empleos y una grave reducción de la inversión extranjera.
Las excusas para no aprobarlo esgrimidas por la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, son absurdas. La economía de Estados Unidos no se verá afectada: no perderá empleos por suscribir un acuerdo con una economía cincuenta veces menor.
Quizá el empeño del Partido Demócrata en que el TLC sea rechazado por el Congreso no sea sino una muestra de que esa formación está sometida a las centrales obreras, algo bastante incomprensible, ya que éstas representan poco más del 7% del voto demócrata. ¿O quizá es que los demócratas se han escorado tanto a la izquierda que están comenzando renegar de una de las bases del éxito norteamericano, el libre comercio?
Los enemigos de Colombia –y algunos izquierdistas– dicen que aquí los sindicalistas son asesinados. No es cierto. En Colombia, por si no se han enterado, estamos en guerra desde hace cincuenta años, y, con seguridad se puede decir, no hay un solo grupo de ciudadanos, jueces, alcaldes, políticos, sacerdotes y religiosas, civiles, por no hablar de los soldados y los policías, que no haya sufrido incontables bajas. Es difícil encontrar una familia colombiana que no haya visto caer a uno de los suyos en todo este tiempo. Así que, señores demócratas, no se trata de una persecución a un grupo determinado; es la maldita guerra, que nos ha enlutado a todos.
No apoyar a Colombia significa lastimar a un aliado en un momento crítico para su seguridad y progreso. Recordemos que miles, si no millones, de colombianos han muerto por combatir el tráfico de estupefacientes, originado en el voraz apetito por las drogas que tienen los países desarrollados, especialmente Estados Unidos.
Traicionar a una nación amiga en un momento tan crucial como el que atraviesa Colombia significa jugar con fuego. ¿No es acaso Chávez el peor enemigo de Estados Unidos en el área? Sin embargo, ¿quién puede estar más feliz con el rechazo del TLC?
¡Qué falta de conocimiento internacional han demostrado los demócratas con su voto contra Colombia! ¿O será que son más chavistas de lo que parece?
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MARÍA CLARA OSPINA, analista política colombiana.