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ORIENTE MEDIO

La legitimidad de Israel

Ningún Estado está siendo más amenazado que Israel. Sobre él recaen regularmente fetuas genocidas emitidas por jeques islámicos radicales, su bandera es quemada en manifestaciones desde Gaza hasta Islamabad; un miembro de la ONU: la República Islámica de Irán, no deja de llamar a su destrucción, y soporta una cantidad asombrosa de ataques terroristas.


	Ningún Estado está siendo más amenazado que Israel. Sobre él recaen regularmente fetuas genocidas emitidas por jeques islámicos radicales, su bandera es quemada en manifestaciones desde Gaza hasta Islamabad; un miembro de la ONU: la República Islámica de Irán, no deja de llamar a su destrucción, y soporta una cantidad asombrosa de ataques terroristas.

Israel vive bajo permanente estado de asedio psicológico y militar. Y, sin embargo, Israel es la nación más incomprendida del mundo... y la más condenada. Sólo a Israel –el único Estado judío entre doscientos que hay en el globo– se le cuestiona su derecho a existir. Y sólo a Israel se le interroga de continuo sobre su legitimidad. Ningún otro país es tan cotidianamente comparado con las potencias colonialistas europeas, con la Sudáfrica del apartheid, incluso con la Alemania nazi. Al presentarlo como un Estado paria más allá de toda civilidad, se lo ubica en el disparadero ante la opinión pública mundial. ¿Quién toleraría a un país que se comportase conforme a las ideologías más atroces del siglo XX?

En consecuencia, resulta vital clarificar ciertas cuestiones acerca de la naturaleza de Israel, su historia y su presente. Como las restricciones de espacio atentan contra esta mayúscula empresa, limitémonos a postular lo siguiente. Si Israel fuese un Estado segregacionista como la Sudáfrica del apartheid, ¿cómo se explica la presencia de diputados árabes en la Knesset (Parlamento), de académicos y estudiantes árabes en las universidades, de jueces árabes en la Corte Suprema, de políticos árabes en el Gobierno? ¿Acaso son las mezquitas e iglesias árabes profanadas, o atacados los poblados árabes?

En rigor, la población árabe de Israel goza de más libertades políticas y derechos civiles que los árabes de los propios países árabes.

Si Israel fue un producto del colonialismo europeo, al que habría servido en el Medio Oriente, entonces ¿por qué arrestó y ahorcó la Oficina Colonial británica a combatientes sionistas en la lucha independentista? ¿Por qué impuso Gran Bretaña restricciones a la inmigración judía a Palestina (llegó a hacer retornar a sus puertos de origen barcos repletos de judíos que huían del infierno nazi)? Si el Estado judío era una lanza colonial, ¿por qué se abstuvo Londres en la votación de la ONU que validó su establecimiento, en 1947?

En rigor, los pioneros judíos que labraron la tierra en Palestina, secaron pantanos, tendieron redes eléctricas, construyeron escuelas y hospitales, museos y orquestas, no estaban al servicio de imperio alguno.

Si Israel fuese una entidad nazi, ¿no deberíamos estar viendo a los árabes y a los palestinos ser arrancados de sus hogares y enviados en trenes a campos de exterminio? ¿No debiéramos oír hablar de selecciones, ejecuciones, fosas comunes y gaseamientos? ¿No debiéramos ver cotidianamente pogromos anti-árabes y multitudinarias manifestaciones callejeras israelíes clamando por el aniquilamiento de la minoría árabe y de la población palestina? En rigor, la acusación es tan descabellada que el intento de refutarla luce indigno.

Israel deriva su legitimidad de la conexión histórica del pueblo judío con la Tierra de Israel, respaldada mediante el reconocimiento de que fue objeto por parte de la ONU en 1948 y, en palabras de José María Aznar, por el mismo derecho a la autodeterminación nacional "reclamado por todas las naciones".

 

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