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ARGENTINA

La fuerza de "choke" de Kirchner

Recientemente escribí sobre la intención del presidente venezolano, Hugo Chávez, de comprar las estaciones gasolineras de la Shell en Argentina como parte de la alianza PDVSA con Enarsa, la nueva petrolera estatal argentina. La Shell, recientemente, decidió aumentar el precio de venta de su gasolina en Argentina en apenas un 4%, aunque el petróleo ha aumentado de precio en más de un 20% este año. Ese aumento enfureció al presidente Kirchner, quien llamó a "boicotear" a la Shell.

Recientemente escribí sobre la intención del presidente venezolano, Hugo Chávez, de comprar las estaciones gasolineras de la Shell en Argentina como parte de la alianza PDVSA con Enarsa, la nueva petrolera estatal argentina. La Shell, recientemente, decidió aumentar el precio de venta de su gasolina en Argentina en apenas un 4%, aunque el petróleo ha aumentado de precio en más de un 20% este año. Ese aumento enfureció al presidente Kirchner, quien llamó a "boicotear" a la Shell.
Imagen del Canal 9 argentino.
Si una organización privada llama a un boicot lo puede hacer libremente, porque las personas libres tienen derecho a decidir a quién compran. Pero Kirchner no es una organización privada, sino el jefe autoritario y provocador de un Estado que no sólo tiene el monopolio de la violencia, sino que ahora tiene su fuerza de choque. Así, hostigando al mercado, los capitales huyen. El diputado Alberto Natale, de centroizquierda, aseguró que fue la manera como "llegó el nazismo (...) reclutando violentos para hostigar al enemigo".
 
Aunque los piqueteros niegan ser una fuerza de choque y el Gobierno niega que haya ordenado su movilización, el diario La Nación asegura que "armaron una fuerza en apoyo al presidente, que se moviliza en función de los intereses oficiales". Y unos pocos minutos después de que Kirchner llamara a boicotear a la Shell los piqueteros oficialistas tomaron 32 estaciones gasolineras de la empresa, sin que la policía interviniera en resguardo de la propiedad privada.
 
Estos piqueteros oficialistas entran y salen sin protocolo alguno de la Casa Rosada, el palacio presidencial, donde mantienen reuniones semanales con el secretario general de la Presidencia. Así, Kirchner cuenta con un "ejército" de unos 60.000 desocupados, los piqueteros, dispuestos a defenderlo en la calle contra el enemigo de turno. Lo demostraron con esta movilización, perfectamente coordinada, en respuesta a la convocatoria del presidente argentino de boicotear a la Shell, la más reciente modalidad de hostigamiento callejero.
 
Un piquetero pintando consignas a favor de Enarsa. Imagen del Canal 9 argentino.A la espera de una nueva orden presidencial, los piqueteros analizan la posibilidad de extender el bloqueo a las estaciones gasolineras de Esso, que también aumentó el precio. Entre las banderas que agitaban los desocupados fue sugestiva la leyenda de "Enarsa sí, Shell no".
 
El hostigamiento a la petrolera tuvo un antecedente de menor dimensión: en las últimas semanas un grupo que apoya a Kirchner pintó letreros en las paredes en contra de Aguas Argentinas, en momentos en que esa compañía de capitales franceses lleva adelante una tensa negociación con el Gobierno.
 
Los líderes de estos grupos dicen tener una capacidad de movilización de 60.000 personas. Esa cifra es menor a la cantidad de adherentes de cada movimiento (apenas uno de los grupos tiene unos 125.000 seguidores), pero se explica porque no todos están en capacidad de movilizarse en un momento dado.
 
La mayoría de los grupos piqueteros cultiva lazos con movimientos políticos extranjeros. El dirigente cocalero boliviano Evo Morales se reunió con el líder piquetero y con Kirchner en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, en noviembre de 2003. Y justo tres días antes de que estallara la más reciente crisis boliviana Evo Morales, en una fugaz visita a la Argentina, estuvo en el despacho del secretario general de la Presidencia.
 
Mientras tanto, otros grupos piqueteros y la oposición a Kirchner denuncian permanentemente el uso de prebendas con que se manejan los planes sociales y los proyectos de construcción de viviendas. Con estos fondos, aseguran, se paga a los desocupados para que asistan a las marchas que organizan los grupos oficiales. Así avanza la Argentina por el peligroso camino del neofascismo.
 
 
© AIPE
 
Alejandro A. Tagliavini, miembro del Departamento de Investigaciones de la Escuela Superior de Economía y Administración de Empresas –ESEADE– (Argentina).
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