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FURIA ISLAMISTA

La Europa escaqueada se equivoca

Tomado del periódico de mayor tirada en Europa, el Sun: "Musulmanes enfurecidos destrozan una tienda de adultos (léase sex shop) Ann Summers por vender un muñeco hinchable empalmado llamado Mustafá Shag". No "destrozado" literalmente, como una embajada danesa, o por lo menos todavía no.

Tomado del periódico de mayor tirada en Europa, el Sun: "Musulmanes enfurecidos destrozan una tienda de adultos (léase sex shop) Ann Summers por vender un muñeco hinchable empalmado llamado Mustafá Shag". No "destrozado" literalmente, como una embajada danesa, o por lo menos todavía no.
Mustafá Shaq.
No está claro cómo descubrió la Asociación Musulmana de Gran Bretaña la existencia de Mustafá Shag, para sentirse ofendida. Puede que se produjera una confusión: dado que los "varones que se vuelan por los aires" [1] son una de las principales exportaciones del Islam, quizá algunos fieles acudieron a ver a Ahmed y a Walid pasando la nueva línea de cinturones Semtex [2]. Y en lugar de eso se encontraron con otra repugnante broma sexual de los infieles. La queja de la Asociación Musulmana, no hace falta decirlo, es que el juguete sexual "insulta al profeta Mahoma, que también recibe el título de Al Mustafá".
 
En un mundo en que las viñetas danesas insultan al profeta, en que las jarras Disney de Piglet insultan al profeta, en que los adornos de los helados de chocolate de Burger King insultan al profeta, tal vez sería más sencillo hacer una lista de cosas que no insultan al profeta. No obstante, la Asociación Musulmana escribió a la cadena de sex shops Ann Summers: "Pedimos que retire el nombre de Nuestro Más Reverenciado Profeta Mustafá y la palabra shag [3]".
 
Si yo fuera musulmán, no me sentiría "herido" y "humillado" porque se pusiera el nombre del venerado profeta a varones de látex empalmados, sino a tantos varones reales que se vuelan por los aires. ¿El jefe de los planificadores del 11-S? Mohamed Atta. ¿El musulmán británico que se hizo reventar en un bar de Tel Aviv? Asif Mohamed Hanif. ¿El hombre armado que disparó contra el mostrador de El Al en el aeropuerto de Los Ángeles? Heshamed Mohamed Hedayet. ¿El ex sargento del Ejército americano que ideó los atentados contra las embajadas de Kenia y Tanzania? Alí Mohamed. ¿El asesino del cineasta holandés Theo van Gogh? Mohamed Bouyeri. ¿El destacado violador de Sydney? Mohamed Skaf. ¿El francotirador de Washington? John Allen Mohamed. Si yo fuera musulmán, me ofendería profundamente que el nombre del profeta sea el favorito de tantos asesinos y terroristas suicidas en cada rincón del planeta.
 
Pero, aparentemente, eso no es tan importante como Mustafá Shag. Cuando Samuel Huntington formuló su famosa tesis del "choque de civilizaciones", estoy seguro de que esperaba que se desarrollase como algo más noble que un salidos contra chiflados. Pero, en cierto sentido, hoy en día ése es el valor británico central. Si sentir resquemor hacia todo es inherente a la cultura musulmana, convertirlo todo en broma sexual facilona es inherente a la cultura inglesa. El comodín "Mustafá" es uno de los más venerados en la tradición inglesa del music-hall: "He estado leyendo la última monografía académica: Prácticas sexuales de Oriente Medio, por Mustafá Camel".
 
Si quieren contemporizar con la oleada demográfica musulmana, los británicos podrían, concebiblemente, retirarse de Irak y Afganistán, pero es difícil imaginar que pudieran retirar las bromas vulgares de contenido sexual y seguir siendo reconociblemente británicos. Están, en palabras de la Asociación Musulmana, "afectados" por la fiebre del polvo.
 
En teoría, éste debería haber sido el momento perfecto para que Albert Brooks lanzase su nueva película, Buscando comedia en el mundo musulmán. En vez de ello, la vida supera al arte sin esfuerzo. Brooks tuvo un excelente punto de partida y, en algún lugar entre la ambigüedad del estudio y el instinto de preservación, todo quedó en agua de borrajas, empezando por la decisión de centrar la trama en un viaje a la India. Que es, hum, un país principalmente hindú. Pero el mundo árabe rehusó dejar filmar a Brooks; y si le hubieran dejado habría tenido suerte de salir con vida. Huelga decir que el film no menciona eso. Así que una película cuyo título hace alarde de desdén por la corrección política es, al final, simplemente otra concesión a ésta.
 
No se puede culpar a Brooks, no en un mundo de titulares surrealistas como 'La cifra de muertos por las viñetas alcanza los nueve' (del Sunday Times de Australia). En vez de "Buscar comedia en el mundo musulmán", éste ha venido a buscarla en Occidente, y no le gusta lo que ha encontrado. Si la memoria no me engaña, fue la NBC la que, allá por los años 70, vetó las bromas acerca de la homosexualidad en todas sus comedias por culpa de un dentista gay de Nueva Jersey. Informado de esto en una conferencia sobre censura, el productor de The Mary Tyler Moore Show comentaba: "¿Quiere usted decir que realmente existe el Ratoncito Pérez?". Desafortunadamente, la Comisión Islamista para el Asesoramiento acerca del Humor Compatible con el Corán será más estricta, y probablemente mucho más devastadora, para el sector de las telecomedias.
 
Franco Frattini.Y las buenas noticias son que ese cadáver ya está de camino. El comisario de Justicia y Seguridad de la Unión Europea, Franco Frattini, declaraba el jueves que la UE va a montar "un código mediático" para alentar la "prudencia" en el modo en que se cubren, ah, ciertos temas sensibles. El Signor Frattini lo explicaba así al Daily Telegraph: "La prensa dará al mundo musulmán el mensaje: estamos al tanto de las consecuencias de ejercer el derecho a la libertad de expresión... Podemos y estamos dispuestos a autorregular ese derecho".
 
¿"Prudencia"? ¿"Autorregular nuestra libre expresión"? No, me temo que eso es solamente dar al mundo musulmán este mensaje: habéis ganado, nos rendimos. Por favor, dejad de hostigarme.
 
Pero nunca lo harán. Porque, por utilizar el proverbio árabe con que Robert Ferrigno abre su nueva novela, Oraciones por el asesino, ambientada en la República Islámica de América, "un camello desfalleciente atrae muchos cuchillos". En Dinamarca, en Francia, en los Países Bajos y en Gran Bretaña el Islam nota que el camello está desfalleciendo, y no es el momento para dejar de acuchillarlo.
 
La cuestión no es "la libertad de expresión", o "las responsabilidades de la prensa", o "la sensibilidad de determinadas culturas". La cuestión, como en todas esas polémicas de dibujos animados que se remontan a la fatwa contra Salman Rushdie, es el punto en que una sociedad libre salta para hacer frente a los matones. Los musulmanes británicos desfilan por las calles enarbolando pancartas que dicen: "Decapitad a los enemigos del Islam". Si lo dicen en serio, adelante. Como argumentaba mi colega Jonn O'Sullivan, tendremos que luchar igual en la primera trinchera que en la última.
 
Pero entonces se nos explica pacientemente, por enésima vez, que no son representativos, que hay muchos, muchos "musulmanes moderados".
 
Estoy seguro. He conocido a montones de "musulmanes moderados" en Jordania, Irak y los estados del Golfo. Pero, como me escribía un lector hace un año o dos, en Europa y Norteamérica no hay tantos "musulmanes moderados" como musulmanes callados. Los pocos que sí hablan claro acaban viviendo escondidos o bajo vigilancia las 24 horas del día, como la diputada holandesa Ayaab Hirsi Alí.
 
Así que cuando la UE y la BBC y el New York Times digan que necesitamos ser más "sensibles" con los tipos de las pancartas de "Decapitad a los enemigos del islam", deberían mirarse al espejo. Se están convirtiendo en "musulmanes moderados", y probablemente acaben tan acobardados, silenciados e invisibles como ellos.
 
 
© Mark Steyn, 2006
 

[1] Blowup male, literalmente "suicida", pero también "empalmado" (en lenguaje vulgar).
[2] Explosivo plástico.
[3] "Polvo", en lenguaje vulgar.
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