La ONU es el fruto de una utopía, fracasada en su primera realización, la Sociedad de las Naciones, impulsada por Woodrow Wilson como garantía de paz después de la Gran Guerra. La Sociedad fue sentenciada por su propia obra cuanto el periodista y activista judío Stephan Lux entró en su sede y, en 1933, delante de todos los capitostes, se pegó un tiro tras denunciar el comienzo del genocidio judío y lanzar panfletos admonitorios. Antes de morir, gritó: "No se me ocurre otra manera de llegar al corazón del pueblo". Lo único que consiguió fue que la reunión se paralizase durante los 30 minutos que costó levantar su cadáver.
Toda utopía implica un punto de perversidad, pues con ellas se pretende crear una realidad al margen y por encima de la realidad. Todas las plegarias atendidas en el sentido de instaurar un régimen utópico, es decir, sin lugar, acabaron como acaban siempre las plegarias atendidas, desde Midas hasta hoy: en el desastre y el crimen. El hecho de que el antiguo ministro sandinista D'Escoto haya sido elegido presidente de la Asamblea de la ONU revela con toda claridad que hay en ella una mayoría de países no democráticos.
D'Escoto es un teólogo de la liberación, expresión que nadie ha sido capaz de explicarme con mínima coherencia y que él resume en las fórmulas "La iglesia tiene que recristianizarse" y "Hay que reinventar el cristianismo". El Vaticano le retiró oportunamente la facultad de ejercer funciones sacerdotales. De esa vaguedad doctrinal se desprendieron, lamentablemente, movimientos guerrilleros y terroristas en toda la América por debajo del río Grande. Entre ellos, el sandinismo, algo tan evanescente como la teología de la liberación o el bolivarianismo y cuyo fruto más visible es la elección de un presidente incestuoso e inepto.
D'Escoto inauguró la Conferencia de la ONU sobre la Crisis Económica y Financiera Mundial con un discurso en el que dijo:
Toda utopía implica un punto de perversidad, pues con ellas se pretende crear una realidad al margen y por encima de la realidad. Todas las plegarias atendidas en el sentido de instaurar un régimen utópico, es decir, sin lugar, acabaron como acaban siempre las plegarias atendidas, desde Midas hasta hoy: en el desastre y el crimen. El hecho de que el antiguo ministro sandinista D'Escoto haya sido elegido presidente de la Asamblea de la ONU revela con toda claridad que hay en ella una mayoría de países no democráticos.
D'Escoto es un teólogo de la liberación, expresión que nadie ha sido capaz de explicarme con mínima coherencia y que él resume en las fórmulas "La iglesia tiene que recristianizarse" y "Hay que reinventar el cristianismo". El Vaticano le retiró oportunamente la facultad de ejercer funciones sacerdotales. De esa vaguedad doctrinal se desprendieron, lamentablemente, movimientos guerrilleros y terroristas en toda la América por debajo del río Grande. Entre ellos, el sandinismo, algo tan evanescente como la teología de la liberación o el bolivarianismo y cuyo fruto más visible es la elección de un presidente incestuoso e inepto.
D'Escoto inauguró la Conferencia de la ONU sobre la Crisis Económica y Financiera Mundial con un discurso en el que dijo:
La actual crisis económico-financiera es el último resultado de un modo egoísta e irresponsabe de vivir, de producir, de consumir, de establecer relaciones entre nosotros y con la naturaleza que implicó una sistemática agresión a la Tierra y a sus ecosistemas (...) y una perversa injusticia social planetaria (...) de continuar así, puede llevarnos al camino ya recorrido por los dinosaurios. [Debemos] forjar un ethos mínimo desde el intercambio multicultural y de las tradiciones filosóficas y religiosas de los pueblos, a fin de que puedan participar en la definición del Bien Común de la Humanidad y de la Tierra y en la elaboración de nuevos valores.
Y terminó citando una perogrullada seudoecologista del profesor Evo Morales: "[La Madre Tierra –es de suponer que dijo "la Pacha Mama"–] puede vivir sin nosotros, pero nosotros no podemos vivir sin ella".
¿En qué quedamos? ¿Hay que recristianizar o hay que generar "nuevos valores" en común con otras filosofías y religiones? ¿El planeta está herido por la obra de los hombres o por la de los dinosaurios, bichos consumistas donde los hubiera, que no esperaron la reforestación para seguir comiendo y que seguramente contaminaban con sus tremendos gases de vegetarianos? ¿Habría entre ellos injusticia social?
Bueno, este tipo preside la Asamblea General. Y después de haber dicho todas estas majaderías paulocoelhistas o goristas o lo que sea, tramitó unas condecoraciones onusinas y fue a imponérselas personalmente a los grandes hombres por ellas honrados: Fidel Castro, Evo Morales, lector fiel del gran jefe Seattle, y, a título póstumo, a Julius Nyerere, presidente que fuera de Tanzania e inventor del socialismo a la africana.
A Fidel le correspondió el honor por su solidaridad. A Evo, por su defensa de la Madre Tierra. A Nyerere, que parece ser candidato a la beatificación –Dios nos libre de semejante barrabasada, con perdón de Barrabás–, por toda una vida meritoria y, en su opinión, santa.
De Castro dijo, en presencia del aludido: "Me tocó el privilegio de estar cerca [de Fidel] y de observarlo, verlo y encontrar un hombre enamorado de la justicia, la fraternidad y la solidaridad. Cuba es donde se encarnan más que en ningún otro lugar esos valores indispensables para salvar al mundo". Y añadió en otro momento: "Cuba es un faro en el mundo, siempre en defensa de aquellos a quienes yo también quiero defender".
Eusebio Leal, historiador y responsable de la conservación del patrimonio arquitectónico de La Habana, antiguo represaliado del régimen por su condición de católico y de homosexual, perdonado por el mandamás en un paquete que incluyó el retorno del ostracismo de Osmani Cienfuegos, hizo gala de lameculismo ambiente al presentar en la capital cubana el libro de D'Escoto Antiimperalismo y No Violencia y decir: "Sin hombres como D'Escoto, la Asamblea General sería un cenáculo vacío".
En esa presentación, el cura alzado lamentó los ataques del catolicismo al "filósofo alemán Karl Marx" (sic, Prensa Latina) y consideró que Castro es "el mejor discípulo de Jesús". Pese a la senectud evidente del líder máximo, D'Escoto, que tiene 76 años, unos pocos menos que el dictador, dijo: "Dios ha escuchado las oraciones de todos los revolucionarios del mundo: tendremos Fidel por mucho tiempo". Confío en que el hombre sea más gafe que cínico.
Para completar el adefesio, prometió ocuparse personalmente de lo que en Cuba se conoce como "el caso de los Cinco", "cinco antiterroristas cubanos presos en los Estados Unidos, cuyos derechos han sido violados reiteradamente por las autoridades norteamericanas", en definición de Prensa Latina, que ya confunde la contrainteligencia con el antiterrorismo. Antes de dejar la presidencia de la Asamblea, cosa que está a punto de ocurrir, D'Escoto mediará en su favor ante Obama para lograr su "inmediata libertad". No es imposible que le cuele un gol: el presidente americano está dispuesto a muchas cosas con tal de "normalizar" las relaciones con Cuba, que, hoy por hoy, dista mucho de ser un país normal.
vazquezrial@gmail.com
www.vazquezrial.com
¿En qué quedamos? ¿Hay que recristianizar o hay que generar "nuevos valores" en común con otras filosofías y religiones? ¿El planeta está herido por la obra de los hombres o por la de los dinosaurios, bichos consumistas donde los hubiera, que no esperaron la reforestación para seguir comiendo y que seguramente contaminaban con sus tremendos gases de vegetarianos? ¿Habría entre ellos injusticia social?
Bueno, este tipo preside la Asamblea General. Y después de haber dicho todas estas majaderías paulocoelhistas o goristas o lo que sea, tramitó unas condecoraciones onusinas y fue a imponérselas personalmente a los grandes hombres por ellas honrados: Fidel Castro, Evo Morales, lector fiel del gran jefe Seattle, y, a título póstumo, a Julius Nyerere, presidente que fuera de Tanzania e inventor del socialismo a la africana.
A Fidel le correspondió el honor por su solidaridad. A Evo, por su defensa de la Madre Tierra. A Nyerere, que parece ser candidato a la beatificación –Dios nos libre de semejante barrabasada, con perdón de Barrabás–, por toda una vida meritoria y, en su opinión, santa.
De Castro dijo, en presencia del aludido: "Me tocó el privilegio de estar cerca [de Fidel] y de observarlo, verlo y encontrar un hombre enamorado de la justicia, la fraternidad y la solidaridad. Cuba es donde se encarnan más que en ningún otro lugar esos valores indispensables para salvar al mundo". Y añadió en otro momento: "Cuba es un faro en el mundo, siempre en defensa de aquellos a quienes yo también quiero defender".
Eusebio Leal, historiador y responsable de la conservación del patrimonio arquitectónico de La Habana, antiguo represaliado del régimen por su condición de católico y de homosexual, perdonado por el mandamás en un paquete que incluyó el retorno del ostracismo de Osmani Cienfuegos, hizo gala de lameculismo ambiente al presentar en la capital cubana el libro de D'Escoto Antiimperalismo y No Violencia y decir: "Sin hombres como D'Escoto, la Asamblea General sería un cenáculo vacío".
En esa presentación, el cura alzado lamentó los ataques del catolicismo al "filósofo alemán Karl Marx" (sic, Prensa Latina) y consideró que Castro es "el mejor discípulo de Jesús". Pese a la senectud evidente del líder máximo, D'Escoto, que tiene 76 años, unos pocos menos que el dictador, dijo: "Dios ha escuchado las oraciones de todos los revolucionarios del mundo: tendremos Fidel por mucho tiempo". Confío en que el hombre sea más gafe que cínico.
Para completar el adefesio, prometió ocuparse personalmente de lo que en Cuba se conoce como "el caso de los Cinco", "cinco antiterroristas cubanos presos en los Estados Unidos, cuyos derechos han sido violados reiteradamente por las autoridades norteamericanas", en definición de Prensa Latina, que ya confunde la contrainteligencia con el antiterrorismo. Antes de dejar la presidencia de la Asamblea, cosa que está a punto de ocurrir, D'Escoto mediará en su favor ante Obama para lograr su "inmediata libertad". No es imposible que le cuele un gol: el presidente americano está dispuesto a muchas cosas con tal de "normalizar" las relaciones con Cuba, que, hoy por hoy, dista mucho de ser un país normal.
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