Pero, a diferencia de Michelle Obama, ni siquiera puedo recordar la de veces que me he sentido orgullosa, verdaderamente orgullosa, de mi país; privilegiada por vivir aquí.
En un discurso que pronunció en Milwaukee en fechas recientes, Mrs. Obama declaró: "Por primera vez en mi vida adulta me siento verdaderamente orgullosa de mi país, y no sólo porque a Barack le esté yendo tan bien, sino porque creo que la gente tiene hambre de cambio".
Las palabras de Mrs. Obama fueron recibidas con aplausos por muchos otros seguidores de Barack, que al parecer tampoco se han sentido orgullosos de su país durante sus vidas adultas. O tal vez fuera simplemente un reflejo pavloviano ante la palabra cambio. Vaya panda de tristes narcisistas desagradecidos...
Apenas soy siete años menor que Mrs. Obama, así que hemos crecido y vivido en el mismo tiempo. Y sin embargo su egocentrismo me es completamente ajeno. ¿En qué planeta vive esta mujer? ¿De dónde se ha sacado que el pueblo americano sólo ha mostrado "hambre de cambio" en los días que corren? Michelle, guapa, que Barack no es el centro del universo...
A ver, las cosas claras: ni los Obama han inventado el "cambio", ni Hillary ha inventado el "liderazgo", ni McCain ha inventado la "franqueza".
Las dos éramos ya mayorcitas cuando cayó el Muro de Berlín, Michelle. Eso fue un cambio, un cambio trascendental.
Las dos hemos vivido dos décadas de pacíficos pero moviditos períodos electorales, todos ellos celebrados como manda la ley, que han traído cambio y agitación, para bien y para mal.
A menos que te pillaran durmiendo, las dos hemos visto despegar varias misiones espaciales; y hemos sido testigos de una plétora de avances en tecnología, comunicaciones, ciencia y salud. Avances debidos a americanos emprendedores que se atrevieron a cambiar el mundo y vieron su audacia recompensada .
¿Quieres cambio? Pregunta a los incontables americanos que han visto que su vida se hacía más larga y saludable gracias a las compañías farmacéuticas que han florecido en el mejor sistema económico del mundo.
Si el ingenio americano, la fortaleza de nuestro régimen constitucional y la caída del comunismo no te dicen nada, ¿qué tal si hablamos del heroísmo y el sacrificio americanos? ¿Te dicen algo el Día de los Caídos, el Día de los Veteranos, el Día de la Independencia? ¿O las ceremonias de imposición de las Medallas de Honor? A todo esto, ¿has acudido alguna vez a recibir a soldados que volvían a casa tras un periodo de servicio en el extranjero?
A mí me emociona ver a los Blue Angels surcar el cielo, o contemplar el Pearl Harbor Memorial.
Cada ceremonia de naturalización a la que he asistido, ceremonias en las que cientos de nuevos compatriotas levantan sus manos para jurar fidelidad a esta tierra de libertad, ha representado para mí un motivo de orgullo, como lo han representado las innumerables muestras de compasión que ha dado América, tanto dentro como fuera de sus fronteras. Cuando millones de americanos se volcaron con las víctimas del tsunami que asoló el Sudeste Asiático en 2004, mi corazón se llenó de orgullo, como lo hizo cuando todo el país tendió sus brazos a las víctimas del Katrina.
¿Y qué me dices de la resistencia americana? ¿No te hace sentir orgullo? Sólo un corazón de piedra podría no conmoverse ante las muestras de fortaleza, valentía y determinación que se dieron en Nueva York, Washington y Shanksville (Pensilvania) el 11 de septiembre de 2001.
Creo que fue Michael Kinsley quien dijo que un patinazo es cuando un político dice la verdad. En este caso, un patinazo es cuando la esposa de un líder demócrata dice lo que una parte significativa de su partido cree que es la verdad: que América es más una fuente de vergüenza que de orgullo.
Michelle Obama se ha formado en universidades de prestigio, y ha conseguido ser una profesional exitosa, tener influencia política y gozar de la admiración muchísima gente. La suya ha sido una vida increíblemente afortunada. Pero cualquiera lo diría, a tenor de lo que dice en los mítines y de sus lamentos sobre los créditos que ella y su marido tuvieron que pedir para financiar sus estudios.
Durante años hemos visto cómo los progres se enfurecían cada vez que alguien ponía en duda su patriotismo. Ahora andan dándole vueltas a la mejor manera de comentar las declaraciones de Mrs. Obama.
¡Y a mí que me da que, como Lady Macbeth, Lady Michelle y sus palmeros se quejan demasiado!
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