No sorprende que Oliver Stone admire a Chávez, a pesar de las vergonzosas novedades que surgieron la semana en que él lanzó Al sur de la frontera, ya que es el mismo Stone que profesa admiración por el comandante Fidel Castro, a quien dedicó un filme en 2003.
La primera noticia: recientemente, la policía venezolana detectó 70.000 toneladas de alimentos podridos. Todos estos productos –arroz, harina de trigo, pasta, leche, carne de res y de cerdo, sal y aceite– fueron importados, supuestamente, para proveer las perchas de los supermercados estatales, pero nunca llegaron a su destino. Más de 10 años después de iniciada la "revolución bonita", Venezuela todavía importa el 80% de lo que consume, y el precio de los alimentos básicos está fijado por el gobierno.
Venezuela posee moneda propia, y la política monetaria de Chávez es bien soberana. ¿En qué ha resultado esto? En que hay muchos que ven un negocio redondo en aprovecharse del tipo de cambio diferenciado. Al habla Fernando Salas Feo, gobernador opositor del estado Carabobo: "Se valen del sistema cambiario para adquirir alimentos con dólar preferencial a 2,30 bolívares por dólar, realizan la compra con sobrefacturación y los comercializan a ocho bolívares por dólar".
Toda esta muestra de corrupción e ineficiencia (¡se pudren toneladas de alimentos mientras en las tiendas hay escasez!) estatales no han hecho que Chávez (tampoco Stone) cuestione la capacidad del Estado a la hora de proveer alimentos de buena calidad. Al contrario: Chávez ha intensificado su ataque a la empresa Polar, la principal productora de alimentos y cerveza del país.
La segunda noticia: según el Ministerio de Salud, en lo que va del año se han duplicado los casos de malaria en relación al mismo periodo del año pasado: 21.601 casos de malaria frente 10.758 en 2009. El número de infectados de malaria ha venido aumentando desde hace varios años, y en 2010 podrían llegar a los 70.000: es muy probable, pues la escasez de medicamentos para controlar la epidemia ya se está notando.
Aplicadas desde el poder, las malas ideas pueden causar verdaderas catástrofes humanas. Además, son contagiosas y pueden ser imitadas por líderes fácilmente sugestionables de otros países. No importa que demuestren en la práctica su potencial empobrecedor: parece que siempre hay líderes dispuestos a repetir el ejercicio.
© AIPE
GABRIELA CALDERÓN DE BURGOS, editora de El Cato.
La primera noticia: recientemente, la policía venezolana detectó 70.000 toneladas de alimentos podridos. Todos estos productos –arroz, harina de trigo, pasta, leche, carne de res y de cerdo, sal y aceite– fueron importados, supuestamente, para proveer las perchas de los supermercados estatales, pero nunca llegaron a su destino. Más de 10 años después de iniciada la "revolución bonita", Venezuela todavía importa el 80% de lo que consume, y el precio de los alimentos básicos está fijado por el gobierno.
Venezuela posee moneda propia, y la política monetaria de Chávez es bien soberana. ¿En qué ha resultado esto? En que hay muchos que ven un negocio redondo en aprovecharse del tipo de cambio diferenciado. Al habla Fernando Salas Feo, gobernador opositor del estado Carabobo: "Se valen del sistema cambiario para adquirir alimentos con dólar preferencial a 2,30 bolívares por dólar, realizan la compra con sobrefacturación y los comercializan a ocho bolívares por dólar".
Toda esta muestra de corrupción e ineficiencia (¡se pudren toneladas de alimentos mientras en las tiendas hay escasez!) estatales no han hecho que Chávez (tampoco Stone) cuestione la capacidad del Estado a la hora de proveer alimentos de buena calidad. Al contrario: Chávez ha intensificado su ataque a la empresa Polar, la principal productora de alimentos y cerveza del país.
La segunda noticia: según el Ministerio de Salud, en lo que va del año se han duplicado los casos de malaria en relación al mismo periodo del año pasado: 21.601 casos de malaria frente 10.758 en 2009. El número de infectados de malaria ha venido aumentando desde hace varios años, y en 2010 podrían llegar a los 70.000: es muy probable, pues la escasez de medicamentos para controlar la epidemia ya se está notando.
Aplicadas desde el poder, las malas ideas pueden causar verdaderas catástrofes humanas. Además, son contagiosas y pueden ser imitadas por líderes fácilmente sugestionables de otros países. No importa que demuestren en la práctica su potencial empobrecedor: parece que siempre hay líderes dispuestos a repetir el ejercicio.
© AIPE
GABRIELA CALDERÓN DE BURGOS, editora de El Cato.