Bien. Regreso a mi sitio en el mapa, como diría Graham Greene, desde donde escribo. La verdad es que aquí ha habido a lo largo de nuestra historia, y hay, políticos adornados con aquellas cualidades. Por cierto, sobreabundan los inhábiles y los intolerantes, y en materia de autoritarismos ni hablemos, en un continente donde conviven el Dr. Castro (en su isla) y Chávez. ¿Y el respeto?...
Cruzo a la Argentina. La abanderada de las privatizaciones del ex presidente Carlos Menem, María Julia Alzogaray, ex secretaria de Medio Ambiente, una mujer que supo posar en la carátula de una revista argentina de gran circulación, en sus días de poder y gloria, con sólo un tapado de piel sobre la piel, proviene de una familia aristocrática. Y terminó, como se sabe, en la cárcel, condenada a tres años por enriquecimiento ilícito.
¿Fue un chivo expiatorio, mientras los menemistas ponían distancia? No lo sabemos. Pero hace unos días comenzó a hablar. Lo hizo a través de uno de sus hijos. Dio cuenta de que solamente ahorró los sobresueldos que le fueron concedidos en el Gobierno de Menem. A ella, y a muchos más. Con ellos, dijo, vio aumentada sus riquezas, y fue así que compró un par de departamentos en Miami y otras cosas. Era lo habitual, más o menos, con esos fondos reservados, agregó. Y poco después quedó en libertad, tras cumplir veintiún meses de prisión. Por cierto, deberá comparecer por otras causas, en poco días, pero el tema es otro.
María Julia Alzogaray dio a conocer nombres de quienes recibían, con ella, mensualmente, en un portafolios, gruesas sumas de dólares extraordinarias. Se mencionó incluso a quien ensombraba esas sumas. Dicen que las habrían recibido, entre otros, el ex ministro de la Corte, Granillo Ocampo, y hasta el ex ministro Domingo Cavallo, quien en estos días ha logrado una postergación de su interrogatorio.
Contra esta decisión de la Justicia arremetió el presidente, Néstor Kirchner. Lo hizo con tanta vehemencia que un miembro de la Suprema Corte le recordó la separación de poderes. Y dos o tres días después la Justicia, a su vez, dispuso la libertad, con una fianza de 500.000 pesos, de Omar Chabán, el empresario de la discoteca Cromañon, donde murieron numerosos jóvenes en un accidente provocado por una luz de bengala.
Pero Chabán no pudo dejar el establecimiento carcelario, ante la indignación popular. Si salía a la calle lo mataban. Ahora, en cambio, parece dispuesto a hacerlo. Y también el presidente se indignó con la Justicia, y habló de ella. La misma que no ha dado lugar a la extradición, pedida por España, de un etarra que amenaza con venir a vivir a Uruguay, de donde lo echaron. Un tema, éste, sobre el cual el presidente no ha dicho nunca nada.
Por si fuera poco, ante los comicios de octubre para la renovación parcial del Gobierno, en un discurso muy reciente Kirchner dijo que no importaban los diputados, pues lo que estaba en juego no era otra cosa que una suerte de juicio contra su Gobierno. Los demás eran los de menos. Por el momento ningún legislador ha contestado...
Tampoco son buenas las relaciones del presidente argentino con Lula da Silva. Inocultables, además. Brasil aspira a un sillón en el Consejo de Seguridad, y los argentinos estiman que el mismo debe ser rotativo. En una reciente reunión en Brasil, a la que no pudo faltar, Kirchner se retiró, raudo, tras la foto de familia, sin explicaciones. Ahora, procurando no tener tantos frentes abiertos, envió al canciller Bielsa (quien pasa por su peor momento) al Brasil para bajar el tono de las tensas relaciones, y se supo que los cancilleres de ambos países llegaron a un acuerdo de trabajo.
Sí, un acelerado trabajo, llamado "acuerdo de Brasilia", para impulsar una serie de medidas "con anclaje en cosas concretas": convenios bilaterales en energía, obras e industria, en los cuales dejarán fuera a los dos socios pequeños del Mercosur, es decir, Uruguay y Paraguay. Rara postura, cuando se proclama, en este Cono Sur ahora ideológicamente tan emparentado, la necesidad imprescindible de dar protagonismo al Mercosur.
Y, para terminar de no entender nada, digamos que Kirchner busca, ahora, un acercamiento a Washington. Se ha trasmitido al vicecanciller cubano, por medio del embajador argentino en la isla del Dr. Moreau, que el presidente Néstor Kirchner no irá a Cuba. Hay otras prioridades en la política argentina: nada menos que el apoyo de Washington para el canje de bonos de la deuda, tratando de que se le considere fuera del default.
En fin, digamos también que, dentro de casa, Kirchner comenzó a suavizar también sus relaciones con el ministro Lavagna, quien llegó a ofrecerle la renuncia.
El huésped de la Casa Rosada parece, en consecuencia, no responder demasiado, en estos momentos, al modelo del político que se postula en las páginas arriba mencionadas. Y aumentan su inestabilidad y las querellas internas entre kirchneristas y duhaldistas, con miras a las elecciones a que hemos aludido en esta carta ultramarina, agregándole, además, una cuota de inquietud diaria más.